Una de las tareas de unidad en el nuevo momento político es la realización del Séptimo Congreso Nacional de la Unión Patriótica (27-29 de agosto de 2020), que por primera vez se llevará a efecto en medio de una pandemia y de manera virtual, como clara expresión del esfuerzo indeclinable del Partido Comunista Colombiano (PCC) en el largo y complejo trabajo de construcción de un frente amplio democrático, que posibilite el acceso al Congreso con unas mayorías parlamentarias y la conformación de un gobierno de transición en las elecciones presidenciales del 2022.
Después de 35 años de su fundación y del genocidio político a que fue sometida, la UP viene reconstruyendo la segunda etapa de su participación política con el retorno de la personería jurídica por parte del Consejo Nacional Electoral en 2013, articulando la cadena de esfuerzos del PCC y de la Oposición Democrática, que tuvo su primera manifestación pública con López Pumarejo en el Frente Popular; con el Movimiento Revolucionario Liberal (MRL) de López Michelsen y después con el MRL del Pueblo; con sectores de la Alianza Nacional Popular (Anapo), con el Frente Unido de Camilo Torres; con la Unión Nacional de Oposición (UNO); con el Frente Democrático (FD); con el Polo Democrático Alternativo (PDA) y ahora con la Colombia Humana-UP; en un largo y complicado proceso de unidad de las luchas del pueblo, tratando de forjar el instrumento político que le permita construir una democracia avanzada, una paz estable y duradera y un socialismo humanista en las condiciones colombianas.
Los objetivos políticos para el congreso son las propuestas concretas que hay que movilizar para exigirle al gobierno soluciones para las grandes mayorías: garantías de los derechos fundamentales de los trabajadores y del pueblo en general, renta básica universal, derogatoria de la Ley 100, nacionalización del sistema de salud, matrícula cero, entre otras medidas.
Otro aspecto fundamental es la construcción de una plataforma programática donde estarían los siguientes elementos: defensa e implementación de los acuerdos de La Habana y solución política con el ELN; sistema integral de justicia transicional con verdad, justicia, reparación y seguridad de no repetición para las víctimas del conflicto armado; reforma estructural del Estado (fuerzas militares y de policía, justicia, salud, educación, reforma electoral); cambio de modelo neoliberal y cese de las privatizaciones; reactivación del campo; la defensa del agua y demás recursos estratégicos de la nación; respeto a la naturaleza ante la agresión del cambio climático; integración y multilateralismo.
Sobre la unidad, son muy pocos los avances, los sectores de izquierda y de avanzada no la han logrado, parece que los intereses de grupo y de los sectores dirigentes no favorecen la unidad. Con la UP donde su existencia obedece a la participación del partido, en muchos regionales parecen enemigos, con los compañeros de la rosa, Marcha Patriótica, Congreso de los Pueblos y otros grupos no se avizora un proceso de unidad y un sector que podemos calificar como democrático, el Polo, solo quiere con sectores del establecimiento como los verdes, están marginados de cualquier proceso unitario y sectores de otros partidos que apoyaron resueltamente el proceso de negociación de La Habana y aún son defensores que exigen su implementación, tampoco muestran interés en un proceso unitario y por esto en la campaña electoral del 2022 habrá muchas listas y candidatos que asegurarán una derrota del movimiento popular.
El empresariado declara grandes utilidades en los ejercicios anuales de sus negocios, mientras avanza la crisis social, la crisis ecológica, la pérdida de soberanía, la entrega de la riqueza social, de las tierras y de muchas empresas se entregan a las multinacionales, a la vez que crece el militarismo, el no cumplimiento de los puntos esenciales del acuerdo de La Habana, me hacen pensar, sin perder la perspectiva y el optimismo, que esto amerita una autocrítica profunda y detenernos a revisar si nuestro proyecto, las consignas y los documentos del partido apuntan más a la búsqueda de reivindicaciones de los diferentes grupos sociales y hemos abandonado la educación de las organizaciones y los trabajadores en la lucha por el socialismo y con ello de pronto caer en un populismo de izquierda o una conciliación.
Cuando hablamos de unidad creo que debemos hacer una diferenciación de lo que significan las alianzas o acuerdos para enfrentar una coyuntura como será nuestra participación en la próxima campaña electoral y muchos procesos de alianzas en el marco del movimiento sindical, en la lucha por la vivienda, la tierra, el movimiento estudiantil.
En el campo de alianzas electorales debemos recordar las experiencias con el primer gobierno de López Pumarejo, luego con el MRL y el MRL del pueblo, con la UNO que permitió llevar al senado de la república al camarada Álvaro Vásquez, que dejaron muchas experiencias.
Las anteriores son alianzas coyunturales, el otro proceso que nosotros debemos priorizar es el de la unidad que no corresponde a una situación coyuntural sino a un acuerdo permanente, un acuerdo que giraría o desarrollaría una línea política común a prolongarse en el tiempo y con una perspectiva de lograr una unidad ideológica para el desarrollo de un programa común con la perspectiva de fusión. Esto debe ser pese a las dificultades y contradicciones, una prioridad y un objetivo o meta de nuestro programa. Tenemos suficientes elementos para identificar a los verdaderos grupos revolucionarios que tengan como objetivo la expropiación de los expropiadores, de un Estado encabezado por los trabajadores y sus organizaciones y de la abolición del trabajo asalariado.
Las anteriores son posiciones críticas que recogemos del documento Notas sobre el capítulo 6 de las Tesis del XXIII Congreso (del PCC), de Fernando Rivera, que debemos tener muy en cuenta y estudiar con detenimiento, para poder explicar las causas de la historia reciente y de la situación actual de la unidad popular.
Por eso el cumplimiento de las tareas de la unidad en el momento actual, solo serán posibles si el Congreso de la UP actualiza y fortalece la política de alianzas, enriquecida con la experiencia unitaria de Colombia Humana-UP, y demás organizaciones democráticas y progresistas, para la conquista de una correlación de fuerzas mayoritarias en el Congreso, hacia la Presidencia de la República en el 2022.
Existen condiciones para materializar esa gran convergencia social y política que reclaman sectores de la izquierda y movimientos progresistas, para superar la profunda crisis nacional.
Otro elemento importante es el llamado a una conferencia política nacional para el año 2021, como un proceso de debate y construcción de la unidad desde abajo, es decir, desde los territorios y desde los diferentes sectores políticos y sociales, en un momento de profundas contradicciones a nivel nacional.
Esta ha sido la propuesta de los recientes congresos del PCC, y esperamos que sean recogidas para poder hacer realidad nuestras consignas por la vida, la paz y la democracia. Así las cosas hay que trabajar para que el Séptimo Congreso Nacional tenga una resonancia nacional en el concierto político de la izquierda y de los sectores democráticos del país.
No obstante las dificultades que interpone el gobierno nacional frente al movimiento popular con la excusa del tratamiento de la pandemia, la UP y el PCC deben definir colectivamente cuál va a ser su aliado principal, no solo como una coalición para las próximas jornadas electorales del 2022, sino en la medida de lo posible, como una alianza estratégica de fondo que permita conquistar el gobierno y el poder para poder resolver los problemas estructurales de este país en el corto plazo.
Sin tener clara esta prioridad va a ser muy difícil adelantar el trabajo unitario abriendo el espacio para las demás fuerzas democráticas y progresistas, que, seguramente, van a ver un polo de atracción en la confrontación entre los dos modelos de desarrollo que se van a presentar en las elecciones del 2022: el modelo de desarrollo económico de un Frente Amplio, progresista, democrático, y popular, y el modelo continuista del gran capital financiero, corrupto, violento y depredador.
Por eso es bienvenido el congreso de la UP; no podemos perder la iniciativa ni quedarnos a la zaga en estos momentos de incertidumbre esperando a ver qué dice la “voluntad política” de un sector dentro del Polo Democrático; esperando a ver qué opinan los muchachos de Marcha Patriótica; dando tiempo a la propuesta de Mais o del Congreso de los Pueblos; esperando a ver que dice el Partido de la Rosa; haciendo antesala ante la expectativa de algunos defensores de los acuerdos de la Habana que a la hora de la verdad se fueron con el voto en blanco en las pasadas elecciones presidenciales, y que en estos momentos no sabemos cómo están situados políticamente, ni que están proponiendo para enfrentar y resolver la crisis nacional.
Ni mucho menos esperar la propuesta del sector vacilante de los verdes, que ya tiene su candidato presidencial nadando en las aguas tibias de la conciliación, haciéndole propaganda al reencauche de las oligarquías de la clase dominante.
Frente a esta situación tan compleja nos toca asumir la iniciativa en el sentido de fortalecer por todos los medios la experiencia de unidad con la Colombia Humana, para que se convierta en el centro de atracción de los sectores democráticos, revolucionarios y progresistas para llevar adelante la campaña electoral por un gobierno de transición para las elecciones del 2022.
Además tenemos que ir preparando las condiciones para una lista única al Senado de la República y listas únicas regionales a la Cámara de Representantes con voto preferente, y una metodología de consulta popular que permita, con base en un programa mínimo democrático, escoger el candidato presidencial unitario del frente amplio para ganar en la primera vuelta presidencial.
Tenemos un mes para “reinventarnos” con los equipos dirigentes regionales y locales; desplegar la iniciativa en el trabajo político y organizativo, e invitar a los representantes de otros movimientos políticos y sociales y a personalidades democráticas independientes, llamadas a participar en la construcción de la propuesta de unidad de la UP.
Estamos viviendo momentos difíciles, marcados por el miedo, la angustia, la incertidumbre y la esquizofrenia; la gente está golpeada, enferma económica y psicológicamente: “Salud mental, educación y seguridad alimentaria son las mayores preocupaciones de los jóvenes entre 18 y 29 años en Colombia durante la pandemia, según un estudio realizado por Profamilia, el cual fue publicado esta semana, y que tuvo el acompañamiento de la Organización Mundial de la Salud, OMS” (El Colombiano, 24-7-2020).
En estas condiciones, una alianza política estratégica que tenga la osadía, la audacia y la iniciativa política de alumbrar el camino hacia la reconstrucción social y democrática del país se convertirá en el centro de atracción de millones de colombianos en las elecciones del 2022.
