Me asustaba la idea de nombrar solo a la primera línea de gestores de paz. Así la búsqueda de la paz no sería total, sino parcial. Es decir, del todo solo una parte. Y eso no estaría correcto.
Sin embargo, las cosas dieron un vuelvo. Qué grande y total es la decisión de involucrar a los policías que les correspondió el estallido social.
Evitaré adjetivar lo sucedido, lo que sí diré es que ellos son también una consecuencia histórica de exclusión que se resuelve aparentemente con pertenecer a la institución civil armada.
También es total que todos los policías puedan ser oficiales. ¡Buena esa! Estas decisiones desescalan por demás el discurso de una paz sesgada. Una paz de unos sin los otros. Creo que no necesita explicarse.
Grande Petro, acepten el adjetivo, pues ya trazaba línea al designar a José Félix negociador con el ELN.
Así las cosas, el concepto de paz total se materializa y pasa a la práctica. Eso me parece muy bien. Muy bien por Colombia. Muy bien por la paz. Muy bien por todos.
Al lograr la paz, no nos dedicaremos como país a gerenciar la guerra y la muerte, sino a garantizar la vida, la cual de por sí deberá estar viva y no muerta por razones de la guerra.
Presumo que elegimos un presidente de la paz. Él lo dijo muchas veces en campaña, hoy lo demuestra y ello impone apoyarlo. Apoyarlo porque es apoyar nuestro país, que sin guerra sería el mismo pero distinto.
El deber ser, es entonces, la paz total. Para todos y con todos.