Con la misma visión de superioridad racial, religiosa y cultural con la que llegaron los conquistadores y colonizadores europeos al Asia, África y América para apoderarse de sus territorios, masacrar a poblaciones nativas, saquear el oro, otras riquezas e imponer sus ideas e instituciones, así llegaron los próceres de la Independencia y los generales que se enfrentaron en las guerras civiles del siglo XIX y después las guerrillas a imponer su “línea correcta” y hasta a pelear entre ellas, para garantizar el triunfo de dizque de la “revolución” y después los paramilitares con la excusa de evitarla, sembrando entre todos, el terror y la muerte en las poblaciones campesinas, indígenas, negras y cabeceras municipales víctimas del fuego cruzado, masacres, violaciones, extorsiones y el reclutamiento de sus menores para asegurar los territorios, tal como lo están haciendo mientras cañan con el cuento de que apoyan la Paz Total ofrecida por el gobierno de Petro.
El gobierno de Carlos Lleras Restrepo (1966-1970) intentó resucitar la Reforma Agraria que impulsaron Alfonso López Pumarejo en 1936, durante el gobierno de la “Revolución en Marcha” y Alberto Lleras Camargo, el primer presidente del Frente Nacional, posesionado en 1958, después de la caída de la dictadura del general Rojas Pinilla.
Los terratenientes liberales y conservadores se opusieron a la Reforma Agraria, tanto en los años 30 y 40, como desde 1962, cuando a Lleras Camargo, que buscaba asegurar fincas a los campesinos que habían sido despojados de sus tierras y guerrilleros liberales recién desmovilizados, lo sucedió el presidente conservador y cazador, Guillermo León Valencia, fiel defensor de los hacendados caucanos y del resto del país.
Su sucesor, el “chiquito” Lleras Restrepo, (el de los billetes verdes de $100.000) además de crear el INCORA, Instituto Colombiano de la Reforma Agraria, promovió la organización de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos, ANUC, para agrupar gremialmente a los aparceros, y jornaleros que aspiraban a poseer fincas para trabajarlas junto a sus familias.
Como consecuencia de esta política, en regiones como la costa atlántica, el Tolima, Cauca, Nariño y otros departamentos, bajo la consigna de “¡La tierra para el que la trabaja!” y “¡A desalambrar!” se desató una oleada de movilizaciones y ocupaciones de haciendas, generando enfrentamientos entre aparceros y peones agrícolas con la Policía y el Ejército, enviados a desalojarlos por autoridades amparadas en leyes favorables a los hacendados.
En el departamento del Cauca, la lucha por la propiedad tierra se diferenció de la de aparceros de otras regiones del país, por la particularidad de contar con mayoría de población indígena, heredera de las luchas de Manuel Quintín Lame, a inicios del siglo XX. Estos reivindicaron derechos de propiedad de vastas extensiones consagrados en escrituras otorgadas desde la colonia española y que rescataron de archivos de Quito, cuando funcionarios del virreinato, delimitaron territorios de Resguardos, de los cuales fueron despojados por los “Próceres” después de la Independencia y las numerosas guerras civiles entre caudillos liberales como el general Tomás Cipriano de Mosquera y conservadores como su sobrino Julio Arboleda.
Las “recuperaciones” de los antiguos Resguardos, según los indígenas e “invasiones”, según quienes las poseían por herencia, desembocó en la creación, en 1971, del Consejo Regional Indígena del Cauca, CRIC y en la compra de la mayoría de propiedades en litigio, por parte del INCORA.
Paralelamente a la organización nacional y movilización de los aparceros, jornaleros e indígenas apoyando la Reforma Agraria, en Colombia, desde 1964, surgieron guerrillas como las FARC, el ELN y el EPL, todas de inspiración marxista y siguiendo las directrices: pro-soviética, pro-cubana o pro-china que programática e ideológicamente copiaron sus dirigentes, convencidos que sus respectivos grupos, eran los que tenían la visión correcta y la receta perfecta para implantar el comunismo en Colombia, siguiendo el modelo de esas revoluciones, sin tener en cuenta las condiciones particulares de la economía, política y diversidad cultural de Colombia y sus regiones y dispuestos hasta fusilar a quienes, tanto al interior de sus guerrillas, como fuera de ellas, se desviaran de la “línea correcta” (línea Moscú de las FARC, Pekín, del EPL y La Habana, del ELN).
Fruto de este sectarismo fundamentalista, las FARC, consideraron que mientras el movimiento y la lucha de los indígenas no obedecieran a los intereses de su partido, eran reaccionarios, y desde entonces entraron en contradicción con el CRIC y los indígenas, que desde las primeras tomas de tierras de sus antiguos Resguardos, debieron enfrentar, -además de los desalojos violentos de la fuerza pública y cárceles y asesinatos de sus dirigentes por antiguos “Pájaros” contratados por hacendados-, la persecución de unas guerrillas que no los consideraban revolucionarios y en la práctica embriones de socialistas, desde la propiedad comunal de sus Resguardos regidos por Cabildos.
A mediados de los 80s, cuando fueron asesinados numerosos dirigentes indígenas, el sacerdote Álvaro Ulcué Chocué y el abogado del CRIC y profesor de Filosofía, Oscar López, los indígenas organizaron su guerrilla de autodefensa de sus territorios y dirigentes: el Manuel Quintín Lame, que se desmovilizó en 1990, junto al M-19 y el EPL.
-Es así, como las FARC, que con sus frentes coparon casi todas las montañas y selvas del Cauca y para el campo concebían un proceso de organización campesina copiado del soviético, chocaron con la organización indígena, que en sus Resguardos recuperados trataron de fortalecer los lazos comunitarios ancestrales propios de las Mingas para ayudarse entre familias y emprender obras de beneficio colectivo, crear cooperativas de producción y comercio y asegurar la propiedad colectiva de sus territorios, lo que en la práctica era formas más socialistas que capitalistas, aunque no siguieran el modelo que deseaba imponer la guerrilla, apoyada en algunos indígenas a los que adoctrinaron y reclutaron en su filas. (Entre los indígenas también surgió una tendencia radical que los considera como únicos con derecho a ser propietarios de las tierras)
-Imbuidos del espíritu mesiánico de creer su doctrina verdadera y su organización la de la “línea correcta”, los diversos grupos guerrilleros supervivientes después de la desmovilización de las FARC.EP, durante el gobierno de Santos, desfigurados en su esencia por el contacto con el narcotráfico, minería ilegal y formas mafiosas de imponer sus políticas, siguen considerando a los indígenas y a su Guardia, “enemigos reaccionarios”, y al igual que en los territorios dominados por los paramilitares, continúan asesinando a líderes, indígenas, negros, campesinos, comunales y ambientales que no les obedecen, ni les creen, que ellos son “los verdaderos revolucionarios que los van a liberar·, mientras los atemorizan, masacran y enamoran o reclutan a la brava a sus hijas adolescentes y a los muchachos para llevarlos de carne de cañón a sus filas, a las buenas o a la brava-.
-En esas estamos-, continúa hablando el sociólogo y politólogo Javier, quien en su juventud estudiantil fue antiguo militante del Partido Comunista línea soviética, en los años de la guerra fría… -Los del Partido Comunista Marxista Leninista, maoísta y estanilista, eran más sectarios que nosotros y su guerrilla era el EPL que en Urabá vivía en guerra contra el ejército Nacional y también con las FARC… Cuando hicieron una falsa desmovilización Don Berna y Otoniel con sus hombres armados se unieron a los paramilitares de los Castaño y las AUC que después se convirtieron en Rastrojos y Clan del Golfo…
En 2023, Buscando posicionarse para la Paz Total de Petro, en algunas regiones se están matando entre los de las “Disidencias” y la Nueva Marquetalia, todos excompañeros en las mismas FARC… en otras regiones se enfrentan a los Elenos o a los paracos reciclados del Clan del Golfo… en el fondo está la lucha por controlar el narcotráfico, minería ilegal, la extorsión y modo de vida aventurero y con plata, al que se acostumbraron… Cuando mataron a Mayimbú, su pistola estaba enchapada en oro con su nombre y los fines de semana en 4x4, a sus campamentos subían despampanantes prepagos desde Cali, según me contó un amigo de Suárez … a lo Pablo Escobar… A los indígenas, campesinos, comunidades afros y toda clase de líderes sociales que quedan en medio de sus combates, en su lógica paranoica los consideran enemigos… por eso matan a los dirigentes, mientras intentan posesionarse de más territorio, cultivos y laboratorios para negociar con más poder-, agrega Javier, mientras se despide.