Regularmente suele señalarse que el resultado de un hecho político notorio es la consecuencia de varios factores, regularmente sinérgicos.
En el hito histórico de la presidencia de Gustavo Petro sucede exactamente eso.
Superar a una expresión política del establecimiento con tanta tradición de ganar centenares de veces las elecciones en el país para consolidar su poderío por centurias, es tarea que requiere de múltiples esfuerzos sociales, económicos y políticos. Es tarea descomunal y de gigantes.
Regularmente en Colombia el establecimiento ha recurrido a la combinación de formas legales e ilegales para consolidar su poder. Ríos poderosos de dinero, corrupción galopante, fraude electoral, compra de votos, clientelismo desbozado, etcétera.
Pues bien, esa descomunal y gigantesca empresa ha logrado ser derrotada por otra de mayor magnitud, que recurriendo a la fuerza del pueblo aplasta, una a una, todas las intentonas del establecimiento por hacer fracasar el cambio.
Sin mayor dinero que aquel que provee el estado para esas aventuras electorales, arrancados en mil debates por sectores políticos minoritarios pero esclarecidos. Es decir, sin mayor poder económico.
En esta oportunidad podemos por lo menos señalar tres aspectos que contribuyeron al buen suceso de la presidencia de Gustavo Petro y por tal la opción del cambio en Colombia.
El primero es la paz, configurada en el acuerdo de la Habana y del Teatro Colón en el 2016, que redujo inicialmente de manera sustancial las acciones de violencia en el territorio nacional y en especial en las zonas mal llamadas rojas. Fue un bálsamo gratificante que nos hacía pensar en avances significativos en defensa de la vida y la democracia, que desafortunadamente frustró el regreso al uribismo con la presidencia de Iván Duque.
Aunque ya allí, en esa disputa con Gustavo Petro en la segunda vuelta en el 2018, mostraba que el país miraba otras opciones.
Pero el mal gobierno de Duque corroboró la disposición del pueblo en su querer de cambio. Así se levantó antes de la pandemia en noviembre de 2019 y en medio de la pandemia en abril, mayo y junio de 2021 en el estallido social, imponiendo una nueva agenda social, económica y política para el país, reflejada por la consigna que en todo ese accionar promulgó el Comité Nacional de Paro, por la vida, la paz, la democracia y el cambio de modelo económico.
Tanto en el tema de la paz, como en interpretar esa nueva agenda, Gustavo Petro venía ya alertando y preparándose desde hacía más de 30 años. Desde que se acogió a la firma de la paz con el M 19.
De esta manera, interpretando de la mejor manera el estallido social y aprendiendo que para realizar ese cambio, Gustavo Petro inició y desarrolló la creación y construcción de un Frente Amplio, que logra aislar al fascismo representado en el uribismo y las expresiones más obtusos de la ortodoxia neoliberal.
Así apareció el Pacto Histórico que logró la mayor bancada de la izquierda en el senado en 200 años de vida republicana. Después el Frente Amplio para ganar la candidatura presidencial en primera vuelta y por último el Acuerdo Nacional para ganar la segunda vuelta y lograr un gran acuerdo de gobernabilidad, como viene sucediendo hoy en día.
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El otro aspecto, ya del vecindario, proviene de la reanimación de una segunda ola de gobiernos progresistas en América Latina y la derrota del trumpismo en EE. UU.
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El otro aspecto, ya del vecindario, proviene de la reanimación de una segunda ola de gobiernos progresistas en América Latina y la derrota del Trumpismo en EE. UU.
En Argentina se derrota al neoliberal de Macri, gana la presidencia en Chile Boric, Arce en Bolivia como reemplazo de Evo Morales y la derrota de un golpe militar progringo, Xiomara Castro gana la presidencia en Honduras esposa de Manuel Zelaya víctima de un golpe de estado, nuevamente la opción de que Lula derrote al fascista Bolsonaro en Brasil en octubre próximo y últimamente el paro nacional contra el gobierno empresarial de Lasso en Ecuador, muestran esa nueva situación de gobiernos progresistas, en la cual cabe y explica también la presidencia de Gustavo Petro.
Debemos también registrar que la guerra en Ucrania por la invasión Rusa, refleja el decaimiento de la hegemonía mundial de EE. UU. y obvio, la competencia global que representa China y Rusia, pero así mismo, se debe registrar el gran peligro que toda esta geopolítica trae, de una nueva conflagración mundial, tipo tercera guerra mundial o segunda guerra fría.
Visto así, esa serie de factores explica el buen suceso para Colombia y para América Latina del gobierno de Gustavo Petro y Francia Márquez.
En conclusión, se configuran aspectos muy positivos para esa victoria, pero también para el cambio. Los nubarrones provienen de la grave situación económica que se hereda, dejada por este mal gobierno de Duque.
Con la voluntad y comprensión del pueblo, el liderazgo del presidente Gustavo Petro y la conformación del Gran Acuerdo Nacional se configurará el cambio.
Posdata: El informe de la Comisión de la Verdad de este 28 de junio, recibido por el presidente electo Gustavo Petro, su compromiso en observar sus recomendaciones y la ausencia del presidente Ivan Duque nos hacen soñar de nuevo en la paz que tanto necesitamos para el cambio.
Twitter: fabioariascut
