Hace poco una señora mayor de edad contaba que en su juventud le interesó ayudar a su familia y tuvo sobrinas alojadas en su casa y nunca les cobro alimentación, techo y educación, pero con el paso de los años se dio cuenta que estas sobrinas la olvidaron y no fueron agradecidas con ella.
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Igualmente el tío de unos jóvenes a la muerte de su hermano ocurrida en la capital los invito al entierro pero estos no quisieron asistir, el se preguntaba porque tanta ingratitud cuando mi hermano les dio cabida en su casa durante años y nunca les cobró un peso. Estos son retratos de ingratitud, pero ¿por qué los colombianos actuamos tan seguido y de esta manera?, ya un escritor español del siglo 17 nos dio luces sobre la ingratitud:
“En las malas costumbres de la ingratitud hallaremos todos los pecados mortales y a ella en todo ellos. Es soberbia, por ser una de sus principales causas el amor propio. Es envidia porque consta del aborrecimiento del prójimo, avaricia de la misma avaricia; es homicida, el hijo deseando la muerte al padre por la herencia, en el hermano contra el hermano; en el amigo contra el amigo por la manda”.
Esta descripción de Francisco de Quevedo es quizás uno de los mejores retratos de la ingratitud escritos en lengua castellana. Por otro lado, la gratitud aprecia los aspectos no materialistas de la vida y reconoce que los demás desempeñan un papel importante en nuestro bienestar emocional. La gente que opta por darle la principal importancia a la riqueza individual y al dinero puede terminar viviendo en un modo de ingratitud, amen de otras acciones antisociales.
La grandeza de los hombres está en reconocer la virtud y la inteligencia de los demás. Explorar culpas en los demás hace caer a las personas en la mediocridad. La gratitud es reconocimiento y parte potencial de la virtud de la justicia porque es devolver lo que se debe. Según Cicerón la gratitud no solo es la más grande de las virtudes sino la madre de todas estas. ¿Pero cómo desarrollar la gratitud?
El autocuidado de la salud mental: gratitud, no juicio y libertad para pensar.
La observación de los propios pensamientos y el poder desaferrarse de los propios puntos de vista, reacciones y juicios es una habilidad que puede desarrollarse para brindar mayor libertad de pensamiento y una cognición más creativa e imaginativa.
Por otra parte, desde la psicología contemplativa, que tiene raíces en el diálogo entre la ciencia occidental y la sabiduría oriental, también se enfatiza en la importancia de desarrollar las virtudes en la vida cotidiana. Para ello, una forma de desarrollar mayor gratitud es cultivar una atención relajada, constante y sin juicio, que ponga en práctica la gratitud, el cuidado y la compasión en el momento presente. Por ejemplo, cada vez que me doy cuenta de estar juzgando, puedo reemplazarlo por respirar, mirar alrededor, agradecer por la naturaleza y los vínculos afectivos seguros y, actuar desde el cuidado y autocuidado.
En un sentido parecido, Marco Aurelio, (121-180 d.C) emperador romano y estoico nos invito a suprimir la opinión sobre las demás personas, él pensaba que todos moriríamos en poco tiempo y no debían importar las opiniones personales, “suprimes la opinión y suprimes el se me ha hecho daño, suprimes el se me ha hecho daño y suprimirá el daño. Lo que no daña al hombre no daña su vida y no podrá herirlo ni por dentro ni por fuera de su ser”. Si no es bueno no lo hagas, si logras suprimir tu opinión sobre los demás tendrás calma y bonanza. La opinión personal o doxa es una mentira y está antes de la ciencia y la verdad.
Estas reflexiones para la construcción de paz y la promoción de la gratitud en la cotidianeidad de la sociedad colombiana parten de los aportes de la filosofía como forma de vida, como la que proponen los estoicos latinos, y de la sabiduría oriental del budismo y el yoga. Nos encontramos en un pensamiento nuevo, que bebe de la respiración, de la búsqueda de la coherencia en la vida cotidiana y de la lectura autoformativa. Si se educa en la lectura tendríamos personas con alma como creía Cicerón y también podríamos llevar una vida más placentera superando la ignorancia del bien y el mal.
Referencias
Cicerón (1949). Tratados morales. Buenos Aires: Jackson. De Quevedo, F. (1985/1651). Virtud militante. Contra las cuatro pestes del mundo. Universidad de Santiago de Compostela. Marco Aurelio. (2018). Pensamientos para mí mismo. Madrid: Errata Naturae.