"Por cumplir esa fecha no voy a firmar un mal acuerdo" dijo el presidente Santos en un acto público en Pereira. "Después de tanto esfuerzo y tiempo, si no hemos llegado el 23 a un buen acuerdo, yo le digo a la contraparte que pongamos otra fecha porque yo no voy a cumplir la fecha con un mal acuerdo".
Me parece lo más lógico del mundo. Con tal de que firmen el cese bilateral del fuego, ya es un paso irreversible muy grande que hay que aplaudir con renovado entusiasmo, porque ¿qué otro camino queda que no sea la guerra? De manera que seguimos acariciando la esperanza de que este año salgamos de este infierno, aunque sea para caer en otro peor con el ELN, si es que no se llega a los acuerdos para dar comienzo a la mesa de diálogos, que no quiero ni pensarlo, porque sería un escenario tan enredado como un bulto de anzuelos para el posacuerdo con las FARC.
Pero hay que ser optimistas a pesar de todo, inclusive de Álvaro Uribe, que a estas alturas del paseo no ha querido bajarse de la oposición más recalcitrante a la solución política del conflicto armado con las FARC. ¿Cuál será la bandera para agitar en el posacuerdo? Por sabido se calla. Cualquier reforma democrática es una entrega del país a las FARC. No entiende uno cómo se tocan frente a la Asamblea Nacional Constituyente, pero ese es otro tema de discusión. La verdad es que algunos representantes de su partido, empezando por el jefe, están desesperados, desconcertados, irresponsables y temerarios, como por ejemplo, Paloma Valencia y María Fernanda Cabal, quienes lanzan acusaciones histéricas contra el gobierno y las hacen aparecer como históricas.
Pero sigamos adelante. La consigna del cese bilateral del fuego fue levantada en un principio por el Frente Amplio por la paz con justicia social, y después de agitarla durante buen tiempo, parece que será la noticia del 23 de marzo. Aunque no se firme "La Paz" ese día, sí podremos celebrar el fin del conflicto armado con las FARC, que es, en esencia, el principal problema del país, o mejor dicho, el principal obstáculo para enfrentar la reforma de la salud, de la justicia, de la educación, la reforma política y electoral, el reordenamiento territorial, el calentamiento climático,y, ¡por favor! la olla podrida del Estado colombiano en todos sus niveles.
A tal punto que preocupa sobremanera cómo van a cuidar las platas del posacuerdo, teniendo en cuenta que ya hay intereses de organizaciones buscándole la comba al polo. Este, después de la firma de los acuerdos, va ser el problema de mayor consideración. La corrupción es un cáncer que hizo metástasis y va ser muy difícil controlar esta enfermedad terminal. Si no se logra un manejo transparente de los dineros para el posacuerdo, este enorme esfuerzo para la construcción de la paz y de la democracia va a terminar en una enorme frustración. Pero seamos optimistas, como decía el filósofo y político italiano Antonio Gramnci: "Con el pesimismo de la inteligencia pero con la voluntad de la acción"