A los pocos minutos que fue coronada Miss Universo, Paulina Vega recibió un celular de manos de Esther Swan, quien sería su chaperona y desde ese momento la persona que le organizará la vida durante un año. Su celular personal quedó en relegado a un segundo lugar para quedarse solo con el de la Organización de Miss Universo en el cual evita guardar cosas personales porque en cualquier momento se lo pueden revisar. Algo parecido sucedió con su vida.
Es reina pero no manda ni siquiera sobre sus planes de fin de semana. Tiene corona pero carece de un espacio propio porque el apartamento donde vive es del concurso y a éste tienen acceso distintos empleados de la organización. Vive en función del trabajo. Sin embargo no tiene que gastar un peso, la nevera se llena con tan solo escribir lo que le apetezca comer en un tablero y viajará gratis por 15 o 20 países alrededor del mundo. Además cuando entregue la corona tendrá todo un paquete de lujosos premios a su disposición y unos cuantos millones reposando en su cuenta. Claro está, quizá el mejor de los premios sean las puertas que en Colombia se le abrirán para hacer –básicamente- lo que ella quiera y la tranquilidad de un futuro asegurado. Entonces, será una verdadera reina.
Debajo de la corona no siempre se pasa bien. A veces está en una fiesta aburrida con un vestido que no le deja casi respirar y a veces le dan las 4 de la tarde sin haber almorzado, pero ella sabe que fue decisión propia meterse en la banda que carga y asume su rol sin vacilar. Mientras tanto, en Nueva York va todos los días al Starbucks que queda a media cuadra de su apartamento en la Trump Tower. No ve la hora que sea verano para pasar días enteros metida en el Central Park, su lugar favorito de la ciudad el cual es visible desde la ventana en la sala de su apartamento. Cada vez que tiene un día libre anda en busca de sitios con su tía la pintora María Elvira Dieppa, que también vive en la ciudad o disfrutando una caminata con audífonos sin rumbo alguno por las calles de la Gran Manzana.
El modelaje ha sido una constante en su vida desde los 4 años, cuando caminaba por un centro comercial de Barranquilla con sus padres. Los organizadores de un desfile para los desaparecidos Almacenes Vivero vieron a la pequeña y se acercaron a ella para que desfilara.
Desde que está en el ojo público los adjetivos le persiguen. Hay quienes le dicen “espontánea” o “natural” mientras otros creen que es “sobreactuada” o “forzada” y todo el espectro posible entre ambos extremos. Con 22 años recién cumplidos ganó la codiciada corona y desde entonces ha tenido jornadas de más de 30 entrevistas en un mismo día, respondiendo siempre las mismas preguntas. “¿Qué sentiste cuando ganaste?”, “¿Qué te dicen de Colombia?”, “¿Cómo vas a hacer con tu novio?” y otras más, son ineludibles. A preguntas predecibles; respuestas prefabricadas. Además, nunca falta el periodista con ganas de arrancarle una frase para inmortalizar entre los más vistos de Youtube pero ella, que no se ha dejado meter el primer gol, siempre sale airosa de cualquier faena y no tiene problema en aceptar que una pregunta es muy difícil o que se le olvidó lo que iba a decir en mitad de una rueda de prensa.
Todo empezó en la navidad de 2012 cuando pasaba sus vacaciones en Cartagena y recibió una llamada de sus padres: Alguien del comité de belleza del Atlántico la había visto de lejos en Barranquilla y querían entrevistarla. La entonces estudiante de administración, sin tener idea de qué hace ni para qué sirve una reina de belleza respondió “no sé” a la mayoría de las preguntas de la entrevista, pues su único interés era acabarla rápido para regresar a la ciudad heroica a retomar sus vacaciones. Para su desgracia, hubo otra llamada y esta vez querían verla en traje de baño. Ella, que no iba a gimnasio ni se cuidaba con la comida, recibió plena de dudas el “sí” que le dio el comité de belleza pues no quería parar la universidad ni sabía cómo era eso de ser reina. Dijo “Sí”, por alguna razón que pudo haber sido un presentimiento, o la intuición. Algo le decía que tenía que estar ahí.
Su padre, el cardiólogo Rodolfo Vega Llamas -siempre fulminado en las urnas por la maquinaria política- intentó tres veces ser alcalde de Barranquilla. En uno de tales intentos se desvistió ante la prensa y demás candidatos. Se quitó una prenda en nombre de la salud, luego otra en nombre de la educación y así siguió hasta quedar en pantaloncillos para demostrar cómo las anteriores administraciones tenían al pueblo. Quien fue conocido en Barranquilla como el cardiólogo de los niños por lograr que 450 fueran operados gratuitamente, en esta ocasión fue el preparador conceptual de la representante colombiana a Miss Universo. Cada noche cuando su hija llegaba a casa, se le sentaba al lado de la cama a comentarle sobre cultura, actualidad, historia y demás temas con los que enfrentaría manadas de periodistas. El pasado 31 de diciembre la tuvo en esas hasta cuando faltaban quince minutos para acabar el año y hoy se encarga de recolectar toda la información sobre cada lugar del mundo a donde viajará su hija para que no la cojan desprevenida. La familia Vega Dieppa tampoco tuvo problema en pagar de su propio bolsillo parte de los gastos que implicaba la participación de Paulina en el concurso. Todo esfuerzo valía la pena con tal de que ella hiciera la mejor representación posible.
Mucho se habla de la Miss Universo de turno y de Trump pero nadie detalla a Esther Swan. Ella es la mujer detrás de cada reina desde 2001, año en que empezó a trabajar con la organización.
La vida de Paulina no pertenece a Donald Trump sino a Esther Swan. Chaperona o mánager, la Directora de Talento de la Organización Miss Universo es quien decide qué se hace y qué no. Nadie conoce mejor a las últimas 14 reinas universales. Junto a ellas ha recorrido el mundo entero pues gran parte de su trabajo es no despegarse de la Miss Universo reinante un solo momento. Tal cual pudo verse durante la bienvenida de Paulina a Colombia y las fotos así lo corroboran; no hubo un solo evento en donde no estuviera Esther al lado de la soberana.
Cuando Paulina aterrizó en El Dorado, gente que ni la conocía esperaba hasta seis horas para recibirla en el aeropuerto solo por una foto a su lado mientras que cuatro guardaespaldas le abrían paso entre una multitud de fanáticos, periodistas y curiosos que casi ni le dejaban caminar. Igual sucedió en las bienvenidas, recepciones, galas y demás eventos en donde se le aparecían desconocidos como si la conocieran de toda la vida. Todo el mundo tenía algo que ver con la tan esperada Miss Universo colombiana y ella, por su parte no hacía más que sonreír y dejarse abrazar. Sin embargo, luego de los días como Miss Universo en Colombia pudo disfrutar de lo que más le alegraba de la visita; Quedarse una semana de vacaciones junto a su familia en Bogotá e inclusive alcanzó a ir un par de días a Villa de Leyva y celebró su triunfo en privado con una comida junto a sus amigas del Colegio Andino Deutsche, jóvenes estudiantes universitarias salidas apenas hace algunos años de la adolescencia, entre las cuales ella pudo ser una más.
Por @enriquecart
