Desde hace más de un año, las comunidades urbanas del municipio nortecaucano de Caloto, y de los municipios vecinos, patentizaron cómo el patrimonio público que había sido orgullo de todos por más de 110 años, por la desidia oficial, se convirtió en desconsuelo y pena pública.
En julio de 2020 colapsó el puente de Calicanto sobre el río Grande, aunque hace más de 30 años había sido cerrado para el tráfico automotor, para limitarlo a una obra con fines turísticos y de memoria histórica. Pero ni así fue objeto del mantenimiento apropiado. Irónicamente, en un retroceso a más de 110 años, para sustituir el paso peatonal, tendieron al lado unas guaduas a manera de puente rústico, peligroso para ancianos y niños.
En el mismo proceso de desmoronamiento se encuentra otro ícono del municipio: la estructura histórica Casa-Cárcel de Caloto, invaluable patrimonio y reflejo de identidad cultural, que une el pasado con el presente.
Esta casa también fue construida en los albores de la vida republicana y principios del siglo XX, bajo la dirección de maestros de obras locales y artesanos formados en el oficio de la construcción.
Sirvió de centro de reclusión, a cargo del INPEC, hasta el martes 15 de noviembre de 2016, cuando 222 internos tuvieron que ser trasladados a diferentes centros penitenciarios del país por el inhumano hacinamiento que alcanzó esta casa-cárcel, considerado una de las principales violaciones a los derechos de las personas privadas de libertad y del personal penitenciario.
Cinco años después de haberse revertido la propiedad se encuentra en explícito deterioro. Al parecer no tiene dolientes, ni siquiera en la Administración Pública, que pudiera adaptar la obra a museo histórico, centro de memoria o casa con fines culturales.
Ante esta evidente extinción de la responsabilidad de las autoridades locales, de los valores que forjan costumbres y formas de pensamiento que, pulsando las huellas del pasado, abrieron brecha hacia nuevos horizontes, Proclama del Cauca y Valle investigó antecedentes, documentos oficiales y privados, y dialogó con conocedores de esta desnaturalización, entre ellos, el médico veterinario Ramón Arturo Silva Perdomo y el arquitecto Ariel Santiago Bayona, quien hace 20 años realizó el estudio e investigación 'Puente de Mampostería sobre el río Grande', en el que asegura que: “Un falso concepto de desarrollo ha hecho que el pasado construido vaya desapareciendo y en su lugar se levanten nuevas obras irrespetuosas y destructoras del legado histórico”.
Puente de Calicanto sobre el río Grande
El puente sobre el río Grande es uno de los símbolos materiales de una singular época de desarrollo arquitectónico y de ingeniería, que junto con la antigua casa-cárcel, el Santuario de la Niña María (Monumento Nacional mediante Ley del 18 de diciembre 30 de 1972), el marco de la plaza principal con su Templete, y la hacienda Japio, donde Bolívar instaló su cuartel general en seis ocasiones (Monumento Nacional mediante decreto 763 del 25 de abril de 1996), constituyen valioso patrimonio social de Caloto. Además, las Fiestas de la Niña María fueron declaradas patrimonio cultural inmaterial, que según las fuentes escritas vienen celebrándose ininterrumpidamente desde 1721.
Luego de la noche de aquel miércoles 8 de julio de 2020, el colapso del puente en arco de ladrillo sobre el río Grande puso en evidencia unos 40 años de olvido e ineptitud de la administración pública local, pues no mereció la importancia ni el cuidado adecuados, lo que también manifiesta que no existen políticas claras para su conservación y defensa ante peligros naturales o artificiales que causaron importantes daños, algunos irreversibles.
Según Silva Perdomo y los documentos, el puente de mampostería sobre el río Grande, conocido como puente de Calicanto, funcionó desde 1903 sobre el camino Real o vía Bolivariana, pero fue inaugurado oficialmente en 1910, con motivo del primer centenario del Grito de Independencia.
Debido al deterioro por soportar altas presiones y vibraciones de los automotores que lo transitaron por más de 70 años, trajín para el que no había sido calculado, comenzó a fisurarse, por lo que su uso tuvo que revertirse a peatonal exclusivamente.
Aunque el Instituto Nacional de Vías (INVIAS) lo tiene incluido dentro del inventario nacional de puentes, vinculado a la Ruta Nacional 3105 Santander de Quilichao-Florida-Palmira, el municipio de Caloto lo valora como un bien cultural nivel 1, de conservación integral, como hito regional, en el Plan Básico de Ordenamiento Territorial vinculado al centro histórico de Caloto como Unidad Arquitectónica y Paisajística (Secretaria de Planeación, Caloto Cauca, 2014).
Lo anterior indica que la continuidad de su deterioro y el descuido a que fue sometido es prioritariamente responsabilidad del ente territorial municipal y es el responsable directo y exclusivo de hacer las gestiones necesarias ante el INVÍAS para convenir las actividades de inspección, mantenimiento y conservación, garantizando su durabilidad y funcionamiento.
Se hizo todo lo necesario para que no colapsara, pero colapsó
Mario Andrés Mosquera Medina, jefe de planeación y ordenamiento territorial del municipio de Caloto, envió vía correo electrónico a la redacción de Proclama del Cauca y Valle una “Relación de gestiones realizadas por la Administración Municipal (años 2020, 2021), en procura de la recuperación del puente de mampostería sobre río Grande de Caloto, puente Calicanto, donde prácticamente se confirma que la Alcaldía Municipal (años 2020, 2021) hizo todo lo necesario para que el puente no colapsara, pero colapsó.
Trámites burocráticos sin soluciones precisas ni oportunas. Es más, en este caso específico no se puede considerar el puente exclusivamente como un bien delimitado a compromisos de agentes externos, como el INVÍAS, porque no es solo un punto en el trazado de una carretera, o una escueta pieza necesaria para conectar aquello que la geografía separa. No es solo eso, son sus altísimos valores inmateriales histórico, simbólico y estético. El puente de Calicanto sobre el río Grande es mucho más que un trámite administrativo mediante el cual el actual alcalde evade su responsabilidad y la traslada a otras entidades, mientras estas se la devuelven o la capotean sin las soluciones requeridas. Así, sucesivamente, llegó al estado que hoy padece la obra de todos los caloteños. Es cierto, hicieron todos los trámites para que no colapsará, pero colapsó, porque no hicieron los que debían haber hecho con oportunidad.
Es más, el puente forma parte de un eslabón en la cadena de conformación y articulación del territorio, abarca lo social, lo político, lo humano; forma parte de la historia local y de la cultura propia, forma parte de la de la apropiación social del patrimonio caloteño, que es mucho más que lo puramente técnico, más que ladrillos, morteros y suelos. Es un espacio colectivo, un sistema que requería creatividad institucional, liderazgo y la iniciativa gubernamental para promover su salvamento. Por eso fue que quedó valorado en el Plan Básico de Ordenamiento Territorial del Municipio de Caloto, bajo responsabilidad exclusiva de la Alcaldía Municipal.
A propósito, como lo ocurrido no corresponde a hechos fortuitos, con tantos años de advertencias, recomendaciones y omisiones administrativas en perjuicio de la sociedad caloteña, este caso debería ser cabeza de un proceso de la respectiva investigación disciplinaria, inclusive fiscal, por lo menos, por parte de las entidades de control con las competencias legales (Procuraduría, Contraloría).
Es una conclusión lógica, porque desde el año 2011 (hace más de 10 años) INVÍAS manifestó en su última inspección que el estado del puente se calificaba como “daño grave” y requería una reparación necesaria “inmediatamente”. Desde entonces, dicha entidad ha manifestado no tener los recursos para intervenir el puente. Entonces, el municipio de Caloto, que ha debido declarar Urgencia Manifiesta y asumir los gastos de los primeros auxilios, simplemente permitió su colapso.
Es que, además, esa figura legal habría servido de carta de presentación para gestionar ante el Sistema de Regalías o fondos internacionales los recursos necesarios para la preservación y conservación de este inmueble de gran presencia histórica. Esto, que es de sentido común, más que técnico, de sabios o expertos, sigue siendo competencia directa del ente territorial por medio de su representante legal, en este caso, el alcalde Gonzalo Emilio Ramírez Velazco, quien no desplegó las acciones necesarias para evitar el colapso.
Indiferencia oficial
Otras entidades también hicieron recomendaciones técnicas de mantenimiento, como Cauca Patrimonio Cultural, que es un movimiento sin ánimo de lucro que ha asumido el compromiso y la responsabilidad de contribuir a promover, defender y proteger a través de la información y la comunicación el patrimonio del departamento del Cauca; el Ministerio de Cultura, cuando negó su inclusión en el listado de Bienes de Interés Cultural de ámbito nacional, para liderar la recuperación, rehabilitación, protección aclarando que la Administración Municipal respondió que por no ser de competencia del Ministerio de Cultura, la misma desarrollaría por su cuenta las obras sobre el puente.
Aquí valdría la pena analizar qué responsabilidades asumiría el Concejo Municipal, porque ha desconocido sus atribuciones (Ley 1551 de 2012 Artículo 32), de obligatorio cumplimiento, para velar por la preservación y defensa del patrimonio cultural del municipio.
Para finalizar, en el estudio e investigación del arquitecto Ariel Santiago Bayona, funcionario de la Oficina de Planeación del municipio de Caloto, citado al principio de esta crónica, también opinó (hace más de 20 años): “Querer devolver la monumentalidad que en un momento tuvo el puente, rescatarlo del abandono, del olvido, de las condiciones que le están conduciendo a su colapso, es el sentir de la población Caloteña y en particular, del grupo de trabajo del proyecto Ecoparque. Se considera dicho puente como una de las edificaciones que, si bien no es de las más antiguas, sí hace parte del conjunto con el cual el Caloteño se siente reconocido, de aquellas que conforman su identidad cultural. Es uno de sus bienes más preciados, aunque paradójicamente, uno de los que mayor estado de abandono y peligro presenta. La tarea de concientización en la comunidad acerca de aquello que es su riqueza y el manejo, los cuidados que debe darle, ha sido una las principales que ha asumido el grupo de trabajo”.
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Fuentes de información:
https://www.facebook.com/caloto.cnc/videos/506751794104130/
https://www.facebook.com/EscuelaDeAsuntosHistoricos/
https://www.facebook.com/CAUCAPI/
https://www.facebook.com/carmen.paz.100
http://files.invias.gov.co/08%20Cauca/informe%20especial/08-3105-004%20Rio%20Grande.pdf
https://repository.usta.edu.co/handle/11634/35447
https://www.invias.gov.co/index.php/inventario-de-puentes-red-nacional-de-carreteras
https://mincultura.gov.co/areas/patrimonio/patrimonio-cultural-inmueble/declaratorias/Paginas/16-puentes-de-arco-de-ladrillo.aspx
https://www.academia.edu/35003289/Puentes_de_arco_de_ladrillo_en_la_regi%C3%B3n_del_alto_Cauca_Una_tradici%C3%B3n_constructiva_olvidada_Brick_arch_bridges_in_the_Cauca_region_Colombia_A_forgotten_constructive_tradition
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https://www.academia.edu/35003289/Puentes_de_arco_de_ladrillo_en_la_regi%C3%B3n_del_alto_Cauca_Una_tradici%C3%B3n