Cuenta una historia que hace no poco pero tampoco mucho tiempo, en un bosque de las intrincadas y espesas montañas de nuestra querida patria, la maltrecha democracia reinaba y una ardillita salía con el desatino que tienen los pequeños y saltarines animales del bosque al caminar; algunos dicen que por casualidad y otros que por necesidad, pero la pequeña, solitaria, autosuficiente y poco participativa ardillita salía en la mañana a tomar su alimento y regresaba a eso de medio día para tomar la siesta en la copa de su gran y esplendoroso árbol, y así la pasaba todos los días. Algunas veces venia el señor tigre junto a la señora liebre y un papagayo para invitarle a las reuniones de la asamblea, donde todos los animales del bosque participaban y formulaban iniciativas para una mejor convivencia; pero ella prefería quedarse en casa. Decía:
"Este bosque no tiene arreglo; las Loras de la izquierda, que por poco y viven en la estratosfera, siempre ofreciendo lo insustentable; su retórica populista es la de más bulla y menos resultados en el bosque. Las liebres de la cuasi-derecha, sagaces y oportunistas; nunca sabes a que atenerte con ellas. Los cuervos de centroizquierda, pandilleros, les encanta la bulla, pero cero coherencias; ah eso sí, los camaleones de centro derecha si de camuflarse se trata son expertos, están donde mejor puedan explicar por qué hicieron y por qué no hicieron o dejaron de hacer. Pero los que mas me descrestan son los lagartos, esta especie sí que es solapada, por no decir que morronga; los ves quietos, como estatuas, no hacen nada y cuando volteas a ver ya tienen una desprevenida presa en las fauces. Por eso pienso que lo mejor es estar a kilómetros de ese corrupto, diabólico y perverso mundo".
Un día en una de tantas reuniones donde la ardillita no quiso asistir, se discutió un tema muy importante para toda la comunidad, para el hábitat de todos los animales del bosque. Según parece algunas semillas de pinos y eucaliptos habían sido arrastradas por el viento desde bosques cercanos. Estas semillas ya habían poblado algunos sectores del bosque esterilizando los suelos, secando fuentes subterráneas y generando oscuridad. Así que discutieron de los posibles árboles que serían derribados para darle solución a este problema que venía afectando la vida del bosque.
- El león dijo: ¡Derribaremos el samán…!
De inmediato se hizo escuchar la vos de protesta de los gavilanes y algunos miquillos que tenían toda su familia en este árbol. ¡El samán no tiene nada que ver con el problema! Dijeron.
- Así que el león dijo: ¡Esta bien Srs. micos y gavilanes, entonces derribaremos la secuoya!
De inmediato las aves comenzaron a revolotear y a protestar de tal manera que tuvieron que ingresar los topos anti-motines para calmar el asunto.
- Así que el león dijo: Bueno, muy bien, no hay necesidad de tanto alboroto, está bien, no será la secuoya…
Así se la pasaron varios días, hasta que el sensato elefante junto al oso rumoroso señalaron una zona poblada con algunos árboles, todos se quedaron mirándolo, como a la expectativa, esperando protesta, pero no se escucho absolutamente nada, ni el más mínimo susurro, así que el león dijo:
- Bueno, parece que a nadie le importa que sean esos eucaliptos los que derribemos, así que esos serán, y se cierra la sesión.
Efectivamente se derribaron esos árboles para lograr el equilibrio en el bosque. Pero aquí no termina todo, no señores, tan pronto cayo el primer árbol, se escucho que alguien gritaba y alegaba dentro del follaje del árbol, algunos pensaron que el árbol había caído sobre algún animalito del bosque, pero no señores, la que alegaba y peleaba era la solitaria y quejumbrosa ardillita.
- Vaya, vaya, vaya, dijo el león. ¿Que tenemos aquí?
La ardillita respondió:
- ¡Cómo es posible! ¿Por qué siempre a mí? ¡Acaso no les he dicho que no cuenten conmigo para sus estúpidas reuniones! ¿Qué les pasa? ¡Quiero ahora mismo mi árbol de pie! Grrrrrr…
El león dijo:
- Mi pequeña y perturbada ardilla, si tu árbol esta en el piso es precisamente por tu culpa, por tu negligencia participativa, como no participaste, no fuiste tenida en cuenta, así que, si quieres tu árbol nuevamente en pie, levántalo tu sola.
Allí termino todo, la ardillita tuvo que hospedarse en el samán de los micos y de esa manera aprendió a socializar y participar en todo lo que tenía que ver con la convivencia y el mejoramiento del bosque, hasta se convirtió en dirigente. Luego se le escucharía decir:
- Que tu negligencia participativa no sea la que te excluya.
Revisa cada plan de gobierno y evalúa la mejor opción para votar este próximo 27 de mayo. Es tu compromiso con Colombia y tu responsabilidad con el futuro de tu familia.
Recuerda que, si no ejerces tu derecho a participar, tampoco puedes reclamar.
