En Leticia muy pocos saben que Manuel Elkin Patarroyo mantiene activo su centro de investigación de la malaria. En el pasado, el Centro Primate del FIDIC fue el orgullo de la ciudad. Por su trabajo para desarrollar la vacuna y prevenir el padecimiento y muerte de millones de personas en las tierras tropicales, el científico tolimense fue postulado en 1989 al Premio Nobel de medicina. En la sede amazónica permanecen, 27 años después, solo un puñado de científicos con el medico Julián Gil a la cabeza; atrás quedaron los $8.000 millones anuales que le giraba Colciencias y el prestigio de entonces se ha ido desdibujando por falta de resultados tangibles y las denuncias de la investigadora Angela Maldonado que se ha propuesto salvar a los primates del Amazonas y que no mueran más en los experimentos de Patarroyo.
Las denuncias de la investigadora Ángela Maldonado, experta en primates y PHD en Conservación del departamento de antropología y geografía de la Oxford Brookes University, logró bloquear por dos años el trabajo del Centro Primate de Patarroyo en Leticia. Su denuncia estaba centrada en que se utilizaban para los experimentos los Aotus vociferans una especie traída de contrabando de Peru y Brasil y que se talaban grandes superficies de selva amazónica para atraparlos, al tiempo que se liberaban otros micos con la malaria ya inoculada.
Son las dos de la tarde y la lluvia de la noche pasada ha hecho que la humedad y los mosquitos se despierten como una maldición en Leticia. Quiero comprobar tanto rumor alrededor del Centro Primate. Nos atiende el propio veterinario Julian Gil acompañado del doctor Edgardo Gonzales, ambos profesionales forman parte de un equipo cada vez más hermético desde que el impacto mediático de las denuncias de Angela Maldonado. El instituto se ha vuelto infranqueable y aunque se comprometen a contactarnos para programar la visita y el dialogo con los investigadores, esto no sucede. Las puertas están definitivamente clausuradas para los medios.
El profesor Patarroyo tampoco responde las llamadas en Bogotá; sus asesores aplazan las respuestas. El científico sabe trabajar a su aire como la ha hecho durante cuatro décadas y no es su costumbre dar mayores explicaciones. Su aceptación en la comunidad de Leticia, por lo menos la que obtuvo en el pasado, se hizo evidente con las reacciones de apoyo que recibió hasta de los taxistas de Leticia, cuando el enfrentamiento con Maldonado llevó al cierre provisional del Centro de primates. Dos años estuvo sin servicio.
Las comunidades indígenas de la zona, afectadas por el virus de la malaria y beneficiadas por los incentivos que daba el FIDIC -100 mil pesos- por cada mono cazado, declararon a Ángela Maldonado persona no grata e incluso la comparaban con Hitler como se ve en estos anuncios:
En Diciembre del 2015 Patarroyo logró un round definitivo a su favor. El fallo del Tribunal Administrativo de Cundinamarca tumbó la pretensión de Maldonado y respaldó su trabajo aduciendo que los Aotus vociferans sobrevivían como especie en territorio colombiano y que no existían pruebas que demostraran que se tratara de animales obtenidos de manera ilícita en Peru y Brasil, por via del contrabando. El científico tolimense cogió respiro y no dudó en insinuar que Maldonado representaba a multinacionales como Glaxo, Merck, Bill & Mellinda Gates que financiaban a 50 grupos para sacar antes la vacuna y que por esto querían torpedear su labor.
Ángela Maldonado no ha descansado desde aquel revés y ha continuado en su empeño por bloquear las investigaciones con los primates amazónicos. Esta vez contraatacó en dos direcciones. Por la via judicial argumentando que el fallo del Tribunal no se sostiene porque comparte la posición del magistrado Jorge Octavio Ramirez Ramirez, quien se abstuvo de votar porque “el fallo es una violación de las obligaciones del Consejo de Estado de proteger los derechos fundamentales de la sociedad civil y este fallo carece de autonomía e independencia judicial”. Pero lo suyo es la defensa de la fauna y el entorno natural del Amazonas a toda costa.
Retomó sus argumentos de fondo. Ha encontrado que el profesor Patarroyo tiene puesto ahora el foco en otra especie para avanzar en sus investigaciones, que terminarían sacrificadas: los Aotus Nancymaee. Con el agravante de que se tratan de unos primates que están en estado vulnerable y pueden desaparecer según la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) Sus denuncias forman parte de un dossier en donde se alerta sobre los peligros a largo plazo la captura y experimentación de estos monos que son una población tan reducida que cualquier alternación del entorno los puede llevar a su desaparición. La denuncia fue presentada por Angela Maldonado al Ministerio de Medio Ambiente y a Corpoamazonía.
Después de treinta años de investigaciones y muchos millones de dólares de inversión la vacuna contra la malaria aun no ve la luz pero Manuel Elkin Patarroyo a sus 70 años persiste en su búsqueda, aunque por lo que se ve en Leticia, en condiciones cada vez más precarias.