Pataletas de opinión, controversias, escándalos, Twitter incendiado, pero aquí no pasa nada...

Pataletas de opinión, controversias, escándalos, Twitter incendiado, pero aquí no pasa nada...

Pasada la euforia y la indignación, los hechos se pierden en el olvido y son enterrados por escándalos de mayor actualidad y de mayor excitación pública

Por: JORGE ALBERTO LOPEZ RUIZ
mayo 31, 2023
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Pataletas de opinión, controversias, escándalos, Twitter incendiado, pero aquí no pasa nada...

“En Colombia periódica y reiterativamente se presentan grandes Pataletas de Opinión, controversias sobre hechos de fraude, corrupción o casos de decisiones equivocadas e incompetencia administrativa que son flor de un día. Vienen y van de acuerdo con el capricho del parecer público. Capricho que es alimentado en proporción directa al nivel de escándalo y de las explosiones de indignación que puedan llegar a generar. Pasado el boom, pasada la euforia desencadenada por la indignación, los hechos se pierden en el olvido (Social) y son enterradas por escándalos de mayor actualidad y con mejores condiciones de generar nuevas y más recientes oleada de excitación pública.

Existen muchos y variados ejemplos: Redundantes actuaciones del Congreso y de la peculiar manera como se gastan los recursos públicos; ora, los malabares de cierto alto funcionario para obtener una escandalosa jubilación; recientemente, costos, sobrecostos, sobredimensión, deficiencia en diseño o sobornos del Metro o de casi cualquier obra de infraestructura; entre tanto, reclamos por los consabidos sobrecostos de los servicios públicos, que enriquecen odiosamente a unos pocos con la pobreza de muchos; nuevamente, gastos, inversiones y contratos con los cuales el Estado no obtiene lo que paga, pero con los cuales generalmente paga mucho más de lo que obtiene; etc.

Usualmente, a la etapa (pataleta) de euforia social le sigue una de enfriamiento y olvido. Basta remontarse a las publicaciones recientes o lejanas, para comprobar que una alta proporción de los hechos asociados de esas pataletas no tiene actualmente dolientes ni conclusiones satisfactorias.

Pero ¿hasta dónde esa conducta de pataleta y olvido es administrada?

En el llano colombiano, para poder pasar una manada de reses por caños infestados de pirañas, se sacrifica una vaca flaca. Mientras las pirañas dan cuenta de ella, los vaqueros aprovechan para pasar el resto del ganado reduciendo las posibilidades de daño.

Uno podría identificar ese tipo de estrategias de distracción en las grandes las pataletas de opinión.

La ofuscación de público, de los medios y de la sociedad se identifica con la vaca flaca. En el entretanto, es muy probable que haya algunos ingeniosos vaqueros haciendo pasar por otra parte del río el grueso del ganado.

La tendencia social al olvido y su inteligente administración conllevan la reducción de las posibilidades para corregir o sancionar; aunque da pie para que posteriormente se recupere la indignación pasada y se alimente renovada por lo que no se hizo, por un triunfo más de la impunidad o por la incapacidad del sistema para corregir las conductas y actuaciones que dieron pie a los hechos del escándalo. Pero nuevamente, a la pataleta de opinión le sigue el olvido.

Y el olvido se ve favorecido con el paso del tiempo, por la aparente pérdida de valor de los efectos.

Y dentro de diez años el infame crecimiento de la deuda pública de esta década, no se verá como el efecto solapado de hechos que casi emergieron en esas pataletas. Se verá como un dato más en la historia económica del país. Y en ese momento, a causa del olvido continuaremos lanzándonos sobre la vaca flaca que los vivaces vaqueros nos dispongan.” (Portafolio, 12 de julio de 2002)

Contra la Vaca Flaca

Algunos funcionarios de la CGR, en desarrollo de una serie de conversatorios realizados durante el año 2002, encontraron, en relación con la administración de vacas flacas, coincidencias en el desarrollo de auditorías: Si un funcionario quiere eludir la comprobación de aspectos significativos, ofrece a los auditores un pequeño y algo carnudo hueso, con el cual éstos se distraigan y así evita que la mirada de auditor se enfoque a lo importante.

¿Qué hacer?

Se enuncian algunas, aunque no todas las posibles, actuaciones identificadas en los conversatorios, que mitigarían esas conductas:

  1. Los organismos de control deben reconocer que esa malsana estrategia existe. Y dejar de lado una tonta inocencia que no les gana el cielo, pero sí la condena histórica por el incumplimiento en su aporte al retorno social de los recursos públicos.
  2. Aunque puede sonar mal, cuando creemos que lo estamos haciendo bien, hay que propulsar auditorías inteligentes con orientaciones macroscópicas, que evalúen entre otras, las incidencias de políticas públicas, cruces intensivos de información, análisis de escenarios, uso de equipos de alto desempeño, y manifestación social sobre las conclusiones.
  3. Se tiene que crear un sistema que revele ante la sociedad ese tipo de conductas, que administre, responda por la información (y de cuenta) del trayecto de esos casos hasta su conclusión. Algo así como un Censor permanente del caso, que sin intervenir de manera directa sea el oidor, veedor y doliente de la Sociedad. Este papel bien podría ser asumido por la CGR, pero superando el papel de cuasi tribunal de cuentas (procesos de responsabilidad fiscal).
  4. Hay que guardar la memoria histórica de esos eventos a través de un banco de Malas Prácticas. Y retrotraerla periódicamente, para que el olvido social no se presente tan rápidamente como lo desean los vaqueros de nuestra ilustración.
  5. Y establecer un sistema de premio (por buenas prácticas) y castigo aleccionador e intimidante para futuros tomadores de riesgo por las malas actuaciones.

La Vaca Flaca permanece en 2023

Los cambios que de 2002 a 2023 se han alcanzado son:

  1. Las entidades de control se mantienen bajo los modelos tradicionales, apuntado a la detección de hallazgos individuales. No han sabido responder por la calidad de sus actuaciones, no se observan resultados eficaces, la corrupción ha escalado y se ha revitalizado con novedosos métodos.
  2. En 2020 se creó dependencia encargada de la gestión y análisis de información. La misma solo está remedando con tecnología los procedimientos tradicionales y sus resultados se quedan en anuncios, sin impacto. Hubo cambios, pero todo permanece tal cual.
  3. No hay y no se produce información histórica sobre los hechos y hallazgos. No hay datos para hacer seguimiento a los eventos que históricamente se han conocido (y menos de los desconocidos), su trámite y conclusión. Hay procesos que terminan en vencimiento de términos y el nivel de recuperación es de mínimas proporciones al daño causado
  4. Los esfuerzos de veinte años para crear el Banco de malas prácticas (DL 403 de 2020) quedaron en manos de la personas que desconocen el negocio de control, que asumen que el mismo es de producción de informes y de bolsa de empleo. No existen estadísticas de eventos hallazgos que permitan trazar un mapa de las malas prácticas. Nadie da cuentas de las conclusiones de los hallazgos.
  5. No hay identificación de buenas prácticas. En tanto, los hacedores de malas prácticas, dada la escasa capacidad de detección y sanción, se animan a continuar y escalar sus malas artes (Caso de Emilio Tapias)

Al final, la cosa sigue igual, si no peor.

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