Durante esta nueva jornada de protestas se derribaron tres estatuas: la de Sebastián de Belalcázar en Cali por parte de los misak; la del conservador Gilberto Alzate Avendaño en Manizales por parte de un grupo de manifestantes; y la de Antonio Nariño en Pasto por parte de algunos manifestantes que se encontraban en la plaza central. ¿Cómo entender este último acto?
Paro comprender la resistencia de la nación pastusa contra la gesta libertadora, debemos conocer primero su importancia estratégica, política y económica en esa época. Desde su fundación, Pasto fue una de las ciudades más importantes de la Nueva Granada, solo comparable con Santa Fe y Popayán y al mismo nivel de su vecina Quito; sus fértiles tierras, su organización y sectorización productiva garantizaban su autonomía y su abastecimiento. Por ello existieron muchas las rivalidades entre Santa Fe, Popayán y Quito por hacerse al control de esta fortificación.
Pasto podría ser considerada hoy en día como una de las regiones autónomas de España, nuestra capital funcionaba de una forma diferente a las otras capitales, porque la corona no confiaba para su administración en los líderes criollos; sino que esta era una tarea asignada a nobles españoles; lo que en últimas generó una marcada rivalidad entre estos que desembocó en la gesta de independencia, la cual se consideran fue realmente una guerra civil entre españoles que venían allende el mar y españoles nacidos en América.
La convivencia entre indígenas quienes contaban con sus propias autoridades independientes, paisanos, esclavos y españoles era pacífica, aquellos adoraban al rey y las élites pastusas eran personas muy cultas que vivían tranquilamente y sus reivindicaciones se centraban en establecer un obispado propio y una universidad para sus hijos.
Este territorio era diferente al resto de la Nueva Granada, para ellos las ideas revolucionarias y de librepensadores atentaban contra su estabilidad política y económica, por ello la gesta libertadora no fue bien recibida en estas tierras del Sur. Este proceso que se vivía en Pasto pudo marcar un destino diferente para América, al estilo de las autonomías españolas por ejemplo las de Ceuta y Melilla en África, con una transición menos traumática que desencadenó en dos siglos de violencia continua; pero todo este proceso se detuvo con la llegada de los ejércitos independentistas, de los cuales se conocen las barbaries cometidas por las tropas comandadas por Simón Bolívar, por lo que no se explica, ¿por qué no fue esa la estatua que cayó?
Si se hubiese dado más tiempo Pasto pudo haber sido un modelo de Independencia quizás mucho mejor que el propuesto por los próceres de la independencia entre los que se encontraba Nariño y que culminó con la Constitución dictatorial de Bolivia y algo que casi nadie conoce, el compromiso de Bolívar de entregar el poder a un príncipe europeo una vez terminara su dictadura; o sea volver a una monarquía.
Mientras que en Pasto se había logrado una convivencia armónica que combinaba el respeto por la religión, su autonomía y una producción especializada por las propiedades de la tierra; fue finalmente la visión de Bolívar la que se impuso bajo el poder de las armas, porque solo su sueño era posible, no cabía otra idea, otros protagonistas y aquí estamos luchando unos contra otros en pleno siglo XXI.
¿Pero quién era Antonio Nariño? El historiador nariñense Julián Bastidas Urresty nos recuerda que, en el 2003, la revista Semana preguntó a un destacado grupo de intelectuales quien era, entre los grandes personajes de nuestra historia, el que merecía llamarse “el colombiano de todos los tiempos”. Este título tan honroso lo ganó Antonio Nariño. Al respecto, el escritor e historiador Enrique Santos Molano dijo: “los colombianos y las colombianas sentimos que nadie nos representa tan bien, en nuestra identidad y en nuestras aspiraciones como pueblo, en nuestras virtudes y en nuestros defectos, en nuestras bienandanzas y en nuestros infortunios, como Antonio Nariño”.
Continúa el historiador diciendo que Nariño, como criollo ilustrado, representó la libertad de expresión a través de la imprenta y el periodismo y la coherencia de un hombre que pasó más de la mitad de su vida en prisión por buscar la independencia de la Nueva Granada. Representó también el impulso a la medicina, pues experimentó en este campo y era el padre de la vacuna contra la viruela. Y nadie podrá objetar que haber traducido del francés los derechos del hombre fue un impulso significativo en las independencias de las naciones latinoamericanas y en la construcción de ciudadanía.
Por su parte, el literato Pablo Emilio Obando cita al investigador Alfredo Laverde H, quien afirma que la impresión de los Derechos del Hombre y del Ciudadano “son un cuento de hadas”. Igualmente, considera que la acusación que se le formulara a don Antonio Nariño fue un caso rodeado de las más extrañas circunstancias, en torno a unos pasquines encontrados a Sinforoso Mutis y el francés Luis Rieux; en las pesquisas se delata a los estudiantes Juan Muñoz y Miguel Cabal, a quienes había sorprendido en cierta oportunidad leyendo una hoja suelta titulada los Derechos del Hombre.
Comenta Obando que para el investigador Abelardo Forero Benavides: “Lo que le sucedió a Nariño fue una conspiración política. Los españoles querían desacreditarlo y vieron la oportunidad en los pasquines. Era la manera de que el virrey Ezpeleta le quitara el apoyo que le tenía”.
Concluye que es posible que sin la famosa “Conspiración de los Pasquines”, la vida de don Antonio Nariño no hubiese sido tan agitada ni llena de gloria.
Ahora la presencia de Nariño en Pasto no fue pacífica el historiador nariñense Enrique Herrera Enríquez comenta que en 1814 el general amenazó con destruir a Pasto y su gente a través de cartas "que sirva de escarmiento a los destinados" si no se rinde Pasto la entregará a las llamas y correrá la misma suerte de Popayán, donde había ordenado recoger los objetos de valor, entre ellos los copones y custodias religiosas para fundirlos y en su última carta amenaza con destruirla hasta sus fundamentos… De modo que nunca jamás pueda volver a ser habitada.
Tras haber derrotado al ejército español de Juan de Sámano en las batallas del alto Palacé y de Calibío, se enruta hacia Pasto en medio de cruentos combates, con la topografía en su contra, sin suficientes líneas de abastecimiento y siendo traicionado por uno de sus oficiales que se quedó en el cauca, fue derrotado por las milicias y mujeres pastusas, quedando solo y escondido en un bosque, donde fue encontrado y capturado, no obstante se desconocía su identidad.
Pero Nariño era un hombre culto y cuando fue expuesto ante la muchedumbre exclamó: "Pastusos, si queréis la cabeza al general Nariño, aquí lo tenéis". El pueblo valoró esas palabras, las cuales, sumadas a su coraje y carisma, evitaron que fuera decapitado como lo dispuso el presidente de Quito, don Toribio Montes; tuvo la ciudad por cárcel durante un año antes de ser trasladado a la cárcel de Cádiz.
Si bien los pastusos eran reticentes a la gesta de Independencia, no se puede predicar lo mismo de los pueblos del sur del departamento, donde otros actores se rebelaron contra los españoles. Por esto se ha dicho que Nariño es una síntesis del heroísmo de Agualongo, símbolo de lealtad, valor y fundamentalismo pastuso, y de la rebelión, insurgencia y liberalismo de las masas de los pueblos del sur encarnados en Aucú, Cumbal, Cucas Remo, Piscal y Carlosama.
Entonces si Pasto es la capital del departamento no es un despropósito que se haya vuelto a erigir de manera inmediata su estatua en la plaza central. ¡Ahí la tenéis!
*Miembro correspondiente del Centro de Altos Estudios en Pensamiento Crítico.