En 1982 un visionario intentó torcer el destino de la educación en un país condenado a la ignorancia. Abel Rodríguez lideró el movimiento pedagógico que le daría la oportunidad, a la Colombia profunda, de tener una educación universal, libre de cualquier tipo de provincianismo. La educación no sólo requería mayor financiación para otorgarle cupos a niños para obtener votos en los lugares más olvidados. Más importante que aumentar cupos educativos, como pretende Petro, con su habitual populismo, es mejorar la calidad. Dejar que los pobres tengan educación para pobre.
Mucho río ha pasado por el molino y cuarenta años después podemos hacer balance. En su mejor momento FECODE impulsó una revolución que fue trancada de tajo por el gobierno conservador de Andrés Pastrana y que después terminó de cercenar la revolución educativa el gobierno de Uribe y su Seguridad Democrática, usando argumentos tan falaces como estigmatizar a FECODE, tratando a los profesores que integraban el candidato de vagos que lo único que querían era mejorar el sueldo e incendiar el país.
El movimiento pedagógico hoy en día no sólo es un buen recuerdo, sino un mito que podría transformar en realidad este gobierno. Lamentablemente ocho meses después de que Petro diera su encendido discurso en la Plaza de Bolívar, no hay nada que permita movernos al optimismo, nada que no sea el magnífico libre 40 años del movimiento pedagógico, 1982-2022, impreso por editorial Magisterio y cuyo compilador es Hernán Suarez, quien por más de 20 años fue editor de la Revista Educación y Cultura de Fecode y asesor de Abel Rodríguez en la Secretaría Educación durante el gobierno de Lucho Garzon, autor de la que es considerada la mejor entrevista sobre educación al maestro Estanislso Zuleta.
Un libro importantísimo, esencial para entender un momento dorado de la educación en Colombia que nunca pudo concretarse. Un sueño que podría revivir el gobierno de Petro si pretende ser progresista como ha dicho hasta el cansancio.