Durante los últimos días, lamentablemente, ha sido noticia nacional de primera página, en diarios del país, la reunión que se realizó en el Norte de la capital de la República, entre los ex-presidentes Álvaro Uribe Vélez y Andrés Pastrana Arango, sin importar que por ejemplo una señora de 63 años fue asesinada en el Sur de la misma ciudad, por un grupo de hombres a quienes no quiso venderles más cerveza, siendo este un hecho que demuestra la INTOLERANCIA que tenemos como bandera del país, desde tiempos ancestrales; por supuesto que la noticia acerca de la muerte de la humilde Blanca Lilia Salcedo, hubiese tocado mucho más los corazones de millones de colombianos, si su rostro apareciera en televisión día tras días. Por desgracia, su cara solo se veía sobre un mostrador y no en la “caja boba”.
Millones de colombianos, en este momento no saben si quiera, que la habitante de Ciudad Bolívar perdió su vida la noche del domingo. Lo que si saben millones de colombianos, seguramente, es que los ex mandatarios del Caguan y Ralito, estuvieron juntos durante horas. Esta reunión, por supuesto indignó a millones de connacionales; la muerte de la tendera, claramente no nos indigno a muchos. Obviamente, entre los dos señores que mantuvieron la reunión que opaco el crimen de Blanca Lilia, suman tantas muertes en conjunto que sería similar a comparar matemáticamente, el número de estrellas que vemos en el cielo a la noche, con el número de lunas que vemos al mismo tiempo. Además, no podemos olvidar que la oriunda de Machetá (Cundinamarca), evidentemente era una persona de escasos recursos, probablemente esta es la razón por la cual no tocó tantas fibras. La única duda que me queda, es que hubiera pasado si la muerte hubiera sido en el parque de la 93 y en vez de Salcedo el apellido de Blanca Lilia fuera otro, uno con un nivel superior de alcurnia.
Ellos probablemente estaban hablando de políticas de seguridad, mientras Blanca Lilia sentía como un puñal atravesaba su piel, mientras la coherencia se frotaba las manos y soltaba una carcajada. La vida de la tendera terminó en una camilla de un centro asistencial de Bosa, sin mucho ruido, sin muchas lagrimas y sin muchas cámaras. La vida Andrés y Álvaro, continuara entre vuelos en primera clase, escoltas y camionetas de alta gamas. Un país que desconoce a sus muertos, no tiene mucho futuro, en la batalla contra la intolerancia. Pocos hablan de la muerte de Blanca Lilia, pero muchos hablan de la supuesta alianza que se concreto entre el sector pastranista y el Centro Democrático. Termino esta columna que dedico al señor Jesús Pardo, esposo de Blanca Lilia, una de las tantas víctimas de la inconsciencia perpetúa que tenemos grabada en la mente los habitantes del pedazo de suelo bendito llamado Colombia, quien seguramente jamás pueda leerla, dudo que tenga acceso a Internet allí en el Barrio El Espino, pero por sobretodo, dudo que usted señor (a) lector (a), mañana al abrir sus ojos recuerde el nombre de Blanca Lilia Salcedo, sin ser este un error de su parte; simplemente seria el resultado, de leer, escuchar y ver los apellidos Uribe, Santos, Petro, Pastrana, Zuluaga, entre otros, todo el tiempo en la televisión, radio y prensa criolla.
