Los queridos y pintorescos carteros en bicicleta desaparecieron hace ya muchos años. Fueron parte de un bello paisaje citadino y unos seres apreciados por la gente. Ellos eran los reyes de la información y los portadores de las noticias, en su mayoría buenas. Por eso eran tan esperados todos los días y su imagen con kepis deslumbraba y se daban sus aires.
Hoy han sido reemplazados por la tecnología más infinita y veloz. Desde los telegramas, el fax, el teléfono hasta el celular y el internet. Más del 90 por ciento de los mensajes nos llegan por estos dos últimos medios. De allí que las cartas tradicionales prácticamente desaparecieron. Hoy la correspondencia en físico en aras de la velocidad se distribuye en vehículos especializados y algunos émulos de los antiguos carteros, utilizan moto.
Pero son los vehículos motorizados los que ayudan a agudizar el efecto invernadero y a profundizar el sedentarismo con sus nefastas consecuencias en la salud pública. Además de incrementar los riesgos de accidentalidad y contribuir al caos de la movilidad urbana. Es por ello que en el mundo existen muchas iniciativas limpias parte de la cultura “slow”, para contrarrestar o mitigar estos nocivos efectos.
Es valioso y de aplaudir que en Pasto una joven profesional en administración de empresas haya tomado la iniciativa de hacer su propio proyecto y empresa de manera innovadora. Se trata de Andrea Ordóñez, una arriesgada emprendedora que desde hace unos 10 meses “revivió” para la ciudad la mensajería en “bici”. En un modo limpio de movilidad presta un servicio, ella se mueve por la ciudad pedaleando para llevar encomiendas y mensajería urbana en físico.
Andrea nos cuenta cómo nació la iniciativa: “A pocos meses de finalizar mis estudios universitarios, tras haber renunciado a mi empleo en el sector financiero y decepcionada por las alternativas formales de trabajo que estaban a mi alcance, decidí dedicar mis esfuerzos a transformar mi gusto por las travesías en bicicleta en una actividad comercial que me permitiera ganar el dinero necesario para pagar mis gastos y para continuar con mis estudios. Inicialmente emprendí un proyecto de realización de documentales audiovisuales sobre recorridos turísticos en la ciudad de Pasto, pero con el tiempo apareció casi naturalmente la idea de la mensajería en bicicleta”.
Lo que nació como una iniciativa personal ha servido para “contagiar” a más jóvenes, que a más de lo divertido y saludable de pedalear, también puede ser un “modus vivendi”. Desde hace unos tres meses Andrea debió consolidar su propia organización que se denomina “Contrarreloj”. Hoy con ella trabajan cuatro chicos más y tienden a crecer porque a muchas personas y empresas les inspiran confianza y cierta admiración.
Pero no están exentos de obstáculos como los riesgos de accidentalidad ante la falta de respeto por tantos automovilistas y particularmente la inexistencia de cicloestacionamientos. Entre ellos en el màs importante centro comercial (Unicentro) donde ni siquiera existen garantías de accesibilidad para sus propios funcionarios si van en bicicleta, mucho menos para visitantes. Como en casi todo el país, es lamentable que en la mayoría de sitios públicos se prohiba el ingreso de bicicletas.
Andrea Ordóñez, la pilosa chica pastusa ciclomensajera, por su proyecto amable, limpio, saludable, estético e innovador, ya está postulada a varios premios en movilidad sostenible: El concurso ventures 2013, emprendimientos sostenibles. Y otros premios especiales: Empresas que mitigan el cambio climático y Proyectos de emprendimientos de gestión sostenible, uno nacional y otro internacional.
Aspira a consolidar su iniciativa para ayudar a mejorar el paisaje urbano con más ciclistas y menos motores contaminantes. Igualmente a generar una alternativa laboral a muchos jóvenes que derivarían sustento, tendrían autonomía y espacio para continuar sus estudios. Una loable actividad para destacar en tiempos tan motorizados e insalubres.