Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas cerca de la mitad de todos los embarazos en el mundo son no deseados. Para prevenirlos existen diversos fármacos y dispositivos denominados métodos anticonceptivos, algunos de los cuales también tienen el propósito de evitar el contagio de las enfermedades de transmisión sexual.
Hay muchos tipos de métodos como los de barrera, los hormonales y los esterilizadores, entre otros. La cuestión es que la gran mayoría tienen un factor en común: son para uso exclusivo de las mujeres. Mientras que ellas tienen un abanico que incluye el dispositivo intrauterino, el condón femenino, la esponja y el anillo vaginal, la ligadura de trompas y las pastillas hormonales y la del día después, las opciones para los hombres están limitadas al condón de toda la vida y a la vasectomía.
El mayor obstáculo que han tenido que sortear las investigaciones sobre métodos anticonceptivos para hombres ha sido la gran cantidad de efectos adversos no deseados. A lo largo de la historia han sido bastantes los que han pasado por la primera fase de un ensayo clínico, pero al evidenciar complicaciones se han detenido estrepitosamente los estudios antes de que llegaran a obtener resultados significativos. Sin embargo, de lo que se habla muy poco es que los métodos que están disponibles desde hace muchos años para las mujeres también presentan complicaciones y no son precisamente pocas. Pero para las farmacéuticas y la sociedad en general parece que esto no es un tema de importancia.
La gran cantidad de métodos anticonceptivos femeninos y la poca oferta que hay para los hombres ha desencadenado una situación en la que la responsabilidad sexual recae única y exclusivamente sobre uno de los dos lados de la balanza. La mujer es la que se tiene que acordar de tomarse la pastilla, es la que tiene que someterse a experimentar cambios en su cuerpo e, incluso, muchas veces es ella la que le tiene que pedir a su pareja que se ponga el condón. Ahora bien, esta situación parece estar cerca de cambiar.
Un estudio realizado por Balbach y otros que fue publicado en la revista Nature Communication representa el avance más importante en la historia reciente de la anticoncepción masculina. Esto debido a que encontró el mecanismo más efectivo hasta la fecha para detener la función de los espermatozoides y, por ende, imposibilitar la concepción. Se trata de la inhibición de la adenil ciclasa, una enzima importantísima para la función de las células y, especialmente, para la motilidad de la célula reproductora masculina. Este método parece sortear el segundo gran obstáculo de la anticoncepción masculina: mientras que los que están dirigidos a mujeres deben detener la función de un solo ovulo, los que se desarrollen para hombres deben ser capaces de detener la de millones de espermatozoides.
El estudio fue realizado en ratones y mostró efectividad a la hora de interrumpir la fertilidad de forma temporal. Este hecho indicaría que la pastilla que llegue a ser aprobada finalmente podría ser usada de forma esporádica unas horas antes de realizar el acto sexual.
Aún están pendientes varias fases de los ensayos en las que será necesario probar el fármaco en humanos, pero el mayor paso ya está dado porque los científicos ya saben que la adenil ciclasa debe ser el punto de partida. El siguiente paso es la pedagogía para que los hombres entendamos que la responsabilidad de cuidarse para evitar embarazos no deseados también es de nosotros.
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