Las grandes historias empiezan con alguien viajando de una ciudad a otra en busca de su sueño, el de conocer, de probar o incluso tener un mejor futuro sin saber que le espera el mejor de todos. Así empezó la de Leonardo Morales, un santandereano que en su infancia solo tenía dos metas por cumplir: ser mecánico de autobuses y conocer a Bogotá. Lo que no sabía es que eso lo llevaría a crear Pastel Gloria Doña Pachita y ser una de las tiendas de hojaldres más antiguas e icónicas de Bogotá.
Vivía en Simacota, Santander y los domingos veía las flotas pasar, soñaba que iba en una de ella hacia Bogotá, pues muchos le contaban sobre las maravillas y avances de la fría capital. En una entrevista con la Radio Nacional de Colombia, don Leonardo contó cómo a sus 10 años llegó a la ‘nevera’ pensando que solo iba a pasear: "le dije a mis padres que quería ir a la gran ciudad. Ellos me aconsejaron que escribiera una carta a una tía que vivía en Bogotá. La envié y, a los diez días, recibí la respuesta diciéndome que me esperaba allá".
Cuando llegó como un niño lleno de sueños, no sabía que su destino estaría sellado muy pronto, pues su tía le comentó que el día siguiente madrugarían y aunque él pensó que se trataba de ir a conocer y pasear, en realidad iba a tener que acompañarla al trabajo. Según le contó al medio nacional, ese mismo día empezó a trabajar en un pequeño local que vendía pasteles Gloria en la Carrera Séptima con Calle 21 pues en ese tiempo, no era problema que los niños trabajaran.
Los dueños y fundadores eran Lucía y Francisco Mejía, una pareja paisa que se había traído el negocio a la capital. Ellos cuidaron de don Leonardo y lo trataron como a un hijo. Iniciaron su negocio en 1950, por recomendación de dos amigos y un pastelero, vendiendo los famosos pasteles Gloria típicos de Medellín. Desde esa época conserva el nombre de pastel Gloria doña Pachita, en alusión a Don Francisco al que cariñosamente llamaban Pachito.
La oportunidad de Leonardo Morales llegó cuando el pastelero se fue a Santa Marta y allá se quedó. Él ya había aprendido del negocio y a sus catorce años decidió arriesgarse y se ofreció para ser el reemplazo. Después, por la enfermedad de doña Lucía, la pareja se fue a tierra caliente y confiaron la administración del sitio a su hombre de confianza que por supuesto era don Leonardo.
Doña Lucía (que era profesora) ya falleció y don Francisco, de 94 años, vive actualmente en Medellín. No obstante, el negocio se mantiene y Leonardo se ha encargado de agregar otros productos al menú como pasteles de arequipe, arequipe y queso, bocadillo y queso, de pollo, de carne y hawaiano, así como torta de queso, banano, mantecadas, roscones, galletas, panderones, chicharronas y recientemente los famosos sándwiches de pernil de cerdo con jamón que él elabora personalmente.
En la actualidad, la exitosa venta de hojaldres en Pastel Gloria Doña Pachita está ubicada en la Carrera 9 No 21-18 y es familiar, pues don Leonardo recibe además apoyo de su cuñado, cuñada, hermana, esposa e hija: “gracias a mis viejitos Lucía y Francisco Mejía, los fundadores de este negocio y que fueron como mis segundos padres, es que yo aprendí a trabajar y a ser lo que soy hoy en día. Gracias a Dios tengo una buena clientela”, dijo agradecido con la pareja que a sus 10 años de edad le dio trabajo. Este negocio sigue vigente, tiene mucha clientela, y se ha conservado con los años gracias al amor y dedicación con que fue creado y con el que Leonardo lo ha mantenido.
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