Pasos subsiguientes del socialismo democrático en Estados Unidos

Pasos subsiguientes del socialismo democrático en Estados Unidos

Los cambios al interior del Partido Demócrata y de su eventual mayoría al interior de senado o cámara en EE.UU. han inquietado a la opinión pública propia y del mundo

Por: Carlos Roberto Támara Gómez
septiembre 17, 2018
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Pasos subsiguientes del socialismo democrático en Estados Unidos
Foto: Pixabay

Revierten a aspectos tanto cuantitativos como cualitativos; es decir, la lectura de esa mayoría dependerá del peso específico que tengan en la composición de fuerzas de las alas tradicionales y el llamado socialismo democrático que se expresan al interior de ese partido. La irrigación de esa influencia a través de los mecanismos de poder va más allá de la importancia hacia el país sino también de su impacto transnacional. El impacto podría ser tan geoestratégicamente importante que afecte las posiciones internas de los partidos políticos del mundo. Y es por eso que es geopolíticamente clave analizarlo.

Y no solo para la eventual acusación de Trump en el supuesto que los demócratas se le midan a anticipar los acontecimientos. Es posible que a los demócratas, incluso luego de sopesar tras mitaca los valores específicos de sus diferentes tendencias, les resulte mejor negocio dejar que Trump se pudra pues es una fuente inagotable de potencial crecimiento ulterior.

Trump sería un problema de los republicanos, allá ellos si no lo impugnan. Si los republicanos pensaran que la eventual pérdida de sus mayorías en mitaca resultó de su apoyo a Trump deberían buscar la colaboración de los demócratas en vez de que éstos se ofrezcan gratis o realicen un gasto inicial que no provenga de aquellos.

Cualquiera que sea el comportamiento parecería sensato averiguar por alguna propuesta que acompañe la insurgencia afortunada de un socialismo democrático en Estados Unidos. He encontrado en la voz de un magnífico intérprete, Noam Chomsky, lo que pudiera ser un buen anticipo cuando dice: “(…) Es un grave error acudir movilizados a la batalla electoral y después irse a casa. No es así como se dan los cambios. La movilización podría llevar a una organización popular constante que quizás dé efectos en el largo plazo”.

Es increíble la magnífica claridad que se derivaría de seguir este comportamiento tan válido para el caso de Bernie Sanders que es lo que Chomsky comenta, como de la que pudiera derivarse de la cauda de ocho millones de votos primero y once millones de votos después, obtenidos tras la campaña de Petro y de la consulta anticorrupción respectivamente en Colombia.

El ímpetu que pudiera haber para la continuidad de una campaña de movilización popular tras mitaca podría basarse en seguir impugnando a Trump aun a sabiendas de que la dirigencia republicana lo defenderá pero con mucha más razón si decide impugnarlo, pues luego proviene Pence que podría ser más rentable.

En el caso nuestro ya vimos cuál fue la reacción tras la votación de la consulta anticorrupción. Inmediatamente hubo una conciliación en palacio supuestamente para recoger y relanzar los votos expresados aunque resultaron insuficientes. Pero como alguna vez demostró alguien en un librito que se llamó De la huelga a la toma del poder, cuando la burguesía se toma el frente de la lucha, no es para impulsarla, es para detenerla. Algunos que saben mucho de esto son los escarabajos colombianos cuando alguno de los nuestros se escapa del pelotón puntero en plena escalada.

Dicho y hecho, el voto anticorrupción produjo casi que inmediatamente la neutralización (y desenmascaramiento brutal) del eventual poder de la U y, obvio, la negación a través de posturas sobre el lenguaje de que no habrá mermelada. Ya en algún periodo anterior se había negado que el conflicto existía. Ahora, con absoluta incongruencia, habrá que acabar con la paz para seguir diciendo que el conflicto no existe. Si no hay mermelada, que parecería más homogénea y dúctil, entonces habrá melcocha que está llena de aire. Si no hay melcocha proporcional para todos y además, según la encuesta anticorrupción, deben disminuirse o congelarse los sueldos de los congresistas, el caldo de cultivo para una parálisis legislativa está planteado. Si además, el proceso contra el máximo caudillo de marras progresa, la situación hacia un gobierno de partido, deberá ceder paso a un partido de gobierno que deberá apoyarse en un consenso. Esto es de una confusión tan terrible como oscura.

He aquí el espacio para que la propuesta de Noam Chomsky sea un elemento clave de orientación política estratégica. Lo que dice Chomsky es que independientemente de si el socialismo democrático tenga preponderancia debe seguir la movilización y, eventualmente, la organización popular. La claridad que su saber lingüístico le hace decir a Chomsky va más allá de su importancia local. A la movilización debe seguir la organización que para el caso debe ser captada por el socialismo democrático.

Aquí cabe esperar que la evolución electoral en EE.UU. alimente los alientos transfronterizos para movilizar la opción política subyacente de los ocho millones de votos. Sabemos qué corrientes podrían estar dentro de esos ocho millones de votos, que cabrían todos dentro de los once de la consulta anticorrupción. La eventual invitación de su venida a Colombia de representantes de ese socialismo democrático, de carácter totalmente pragmático, podría ser deseable para recoger la molestia anti-Trump de todo el continente.

Entonces la propuesta de Chomsky cuando habla de movilización no solo debe entenderse al interior del territorio de Estados Unidos, también puede ayudar a armar algunas efervescencias políticas favorables como las ocurridas en Colombia.

Para notar qué tan pragmático puede ser el avance sugerido veamos la siguiente pregunta a Chomsky: “¿Dirías, por lo tanto, que durante tu vida, la humanidad ha progresado en la construcción de una sociedad que de algún modo sea más justa?

“Se han dado enormes cambios. Date un paseo por aquí, en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, y echa un vistazo al cuerpo estudiantil. La mitad son mujeres, un tercio son minorías, vestidos de modo informal, y se relacionan entre ellos, etc. Cuando vine aquí, en 1955, solo se veían hombres blancos, con chaquetas y corbatas, muy educados, obedientes, sin hacer muchas preguntas. Eso es un cambio enorme”.

Es obvio lo que dice: tras las movilizaciones que plantea se vería mucho de ese “cambio enorme”

Cuando uno ve los envarados dirigentes y pseudodirigentes actuales (cuyos votos obedecen a manipulaciones) se alcanzan a ver mejor las cosas de ese pragmatismo aplicado a Colombia.

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