Palmas y golpes de pecho en América Latina con la soberbia de los ganadores y la rabia de los perdedores, pero sobre todo, con el diagnóstico consiguiente: 2015 será recordado por el retroceso de la izquierda y el retorno de la derecha.
No obstante el tema no es tan simple, empezando por establecer qué se entiende por izquierda. Si nos atenemos al populismo peronista que desde hace décadas se instaló en Argentina y que es una amalgama de izquierda radical y nacionalismo de derecha, digamos que retrocedió con la llegada de Macri. Aunque no tanto porque controla el poder legislativo y si Macri quiere gobernabilidad le toca pactar. El populismo perdió el ejecutivo, pero sigue siendo una fuerza decisoria.
¿Venezuela? Como lo han advertido sus fundadores, al "socialismo siglo XXI" el propio Chávez y su inepto sucesor hace mucho lo dejaron de lado e instalaron un régimen populista y autoritario, remedo de los dictadores del siglo XX, Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez, mezclando los beneficios sociales con el fortalecimiento de una casta corrupta y medidas económicas de control del mercado de corte marxista. Un sancocho ideológico de derecha e izquierda propio de república bananera que está a punto de hundirse. Pero en la Mesa de la Unidad Nacional hay socialistas y son la punta de lanza para el relanzamiento de una izquierda democrática que, sin perder los logros sociales, gobierne con responsabilidad y bajo reglas democráticas.
Cuba se está adaptando a los nuevos tiempos. Seguirá siendo marxista en lo ideológico y capitalista en lo económico y surge aquí un aliado formidable para ayudarle, China, que ya es su segundo socio comercial después de Venezuela, con inversiones cuantiosas. Aparte, los estadounidenses ya toman pista. Este sí es el que podríamos llamar "Socialismo siglo XXI", un Partido Comunista Cubano que seguirá mandando después de los Castro, pero permitiendo la inversión capitalista.
El modelo izquierdista brasileño tuvo éxito mientras Lula estuvo en el poder. Pero la corrupción lo tiene contra las cuerdas y a Dilma a las puertas de un juicio político. Lula tendrá que limpiar la casa y tomar las riendas para defender los logros sociales conseguidos. Quedan otros regímenes autoritarios que igual mezclan el populismo latinoamericano de muchas décadas atrás, con dictadores incluidos, y un barniz ideológico de corte leninista, como Ecuador y Bolivia que, por sus resultados económicos se van a quedar al menos una década más.
A la par, hay tres gobiernos prósperos de izquierda democrática: Chile, Uruguay y Perú, con sus naturales altibajos, pero que han sembrado su ideología y estarán presentes en la vida política y económica de sus países como alternativa de poder durante muchos años. En Centroamérica, El Salvador tiene al FMLN gobernando en un mar de problemas, mientras Ortega, en Nicaragua, afianza su poder con políticas nacionalistas y autoritarismo que ha sabido fortalecer aliándose en ocasiones con la extrema derecha para aislar las corrientes liberales.
¿Retroceso? Más bien reacomodamiento de fuerzas con un valor agregado: la izquierda está aprendiendo a gobernar. Cae en el populismo de antaño con autoritarismo de por medio o impulsa políticas sociales responsables tratando de remediar las injusticias de siglos, con el balbuceo de quien está aprendiendo a caminar, pero lo hace dentro de una democracia que cambia con ella y que comienza a transitar por el camino de la diversidad. Esa es la gran ganancia.