A partir del 3 de febrero del presente año, entra en vigencia el decreto emitido por la administración Peñalosa que sube $200 a los pasajes del sistema integrado de transporte. Uno de los argumentos utilizados por los funcionarios de la alcaldía para justificar el aumento, consiste, entre otras cosas, en que los usuarios del sistema pagan 430 pesos por debajo del costo operativo de cada pasaje, lo cual obligó a la Secretaría de Hacienda a aportar 1,9 billones de pesos para garantizar el sostenimiento financiero del sistema, mencionado valor provino del fondo de Estabilización Tarifaria (FET).
Otro problema que contribuye a la desestabilización del sistema, son los colados. Según cifras de la gerencia de Transmilenio a diario ingresan al sistema sin pagar aproximadamente 200.000 personas, dejando así pérdidas diarias cercanas a los 360 millones de pesos.
Es momento de que la administración tome medidas al respecto, que no sean necesariamente subir la tarifa. Los bogotanos debemos preguntarnos: ¿Transmilenio es realmente sostenible? Un sistema que genera tantos costos operativos, puede ser remplazado por un sistema moderno, como el metro. Este funciona con energía eléctrica, la cual cuesta mucho menos que el Diésel y requiere muchos menos operadores (conductores)-- un solo operario puede controlar varios trenes a la vez--; las estaciones requieren de menos mantenimiento porque no tienen la fragilidad de las puertas de cristal de las actuales estaciones de Transmilenio, que tienen que ser cambiadas a diario en las diferentes estaciones del sistema. Esto y muchas cosas más hacen del metro el sistema más adecuado y eficiente para la ciudad, dando así a los capitalinos un sistema de transporte eficiente, digno y a un precio justo.