El sueño de Laura Sarabia no era estar entre políticos; mucho menos fue el ser una de las mujeres con más poder del país ni ser la mano derecha de un presidente de la República. Ella quería ser médica y tratar las maluqueras de niños como pediatra. Poco antes de terminar el bachillerato se decidió por el derecho y un par de meses después un amigo de su papá, Octavio Sarabia, un sargento mayor retirado de la Fuerza Aérea, la convenció de estudiar Ciencia Política.
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Sarabia quería estudiar en la Universidad del Rosario o en el Externado, pero sus papás la convencieron de estudiar en la Nueva Granada por el descuento que le hacían a su papá por ser militar. Ni siquiera después de haberse como politóloga, la carrera política le interesó. Con ayuda de su mamá, quien trabajaba en el ministerio de Defensa, entró a hacer prácticas en ese ministerio. Terminadas las pasantías quiso hacerse ser funcionaria civil administrativa de la Fuerza Aérea. No pasó las pruebas. Fue una respuesta que la entristeció.
Para aquel entonces Laura Sarabia no sabía qué hacer ni donde trabajar. Duró un año desempleada y sumida en la depresión hasta que la invitación de un amigo a entrar a trabajar como voluntaria sin pago al partido de la U le quitó la quietud en la que estaba sumida su vida profesional. Ese fue el primer acercamiento de la politóloga con la política partidista.
Entró al centro de pensamiento del Partido de La U. Luego se vinculó como asesora paga a la presidencia del partido. Fue ahí cuando conoció a Armando Benedetti, entonces presidente del partido. Terminó siendo su asesora privada y su mano derecha. En la oficina de Benedetti no se movía una sola hoja son que Laura Sarabia lo supiera y diera el visto bueno. Por aquella época, en 2017, en medio de la integración de equipos de trabajo de Benedetti, su UTL de senador y la nómina del Partido, Laura Sarabia conoció a Andrés Parra, con quien terminó casándose un año después, a finales de 2018.
La joven politóloga voló alto al lado del senador barranquillero. Su capacidad organizativa y de ejecución al lado de un político tan caótico y desordenado como Benedetti la convirtió en una asesora con gran poder dentro del partido. Acompañó a Benedetti en su campaña electoral para la reelección en 2018, Sarabia pasó a ser su secretaria privada y un pivote clave en la búsqueda de los votos. Parra, ya pareja suya, la acompañó, igual que todos los integrantes de la UTL en el la tarea a los que Laura mandaba como mano derecha del senador barranquillero.
Benedetti logró su reelección y Andrés Parra y Laura Sarabia, al calor de la política y de las giras por el país, solidificaron su relación que terminó en matrimonio en diciembre de 2018. El reelecto senador les aseguró trabajo al lado suyo y dentro del círculo de confianza a los dos. Cuando Benedetti fue expulsado del partido de la U se metió de fondo en la campaña presidencial de Gustavo Petro.
El barranquillero llegó a la carrera por la presidencia del Pacto histórico como jefe de debate.
Luego se ocupó de organizar las giras por todo el país que resultaron ser multitudinarias. Pero realmente hacía el trabajo de organizar todo era su asistente, la politóloga de universidad Militar. El trabajo meticuloso y organizado de Sarabia al lado de Benedetti la llevó a ser vista por Gustavo Petro, con quien empezó a trabajar de la mano.
El 7 de agosto, una vez convertido en presidente, Gustavo Petro le ofreció a Sarabia el cargo de secretaria privada. Un par de meses después la convirtió en su jefe de despacho, un exigente cargo con dedicación de 7 x 24 que la llevó a ser la sombra del presidente. Allí estuvo inamovible y adquiriendo cada vez más poder hasta que el error con el tratamiento a su niñera Marelbys Meza, y su relación con un dinero perdido del que no se ha sabido mucho, la puso en el ojo del huracán. El precio del paso en falso fue salir del gobierno, al parecer, por la puerta de atrás. Pero no fue así. Exactamente dos meses después del escándalo Laura Sarabia regresa empoderada como directora de Prosperidad social, una de las entidades más importantes del gobierno que maneja un presupuesto cercano a los 10 billones de pesos, que le devuelve el poder y deja ver el respaldo y la confianza que Gustavo Petro tiene en ella.