Hoy me adentro en un campo que no es el habitual en mí, pero que me hizo recordar con ternura y gratitud los momentos en que recibía niños en los partos cuando estudié medicina y sobre todo en el año rural. La sensación de tener en mis manos un cuerpo, un ser llegando a la vida, es inenarrable por lo bella. Recuerdo el jugo de mora tan delicioso que me preparaban en la tienda de la señora que había quedado agradecida por la atención en esos momentos tan especiales para una pareja, para una madre.
Como siempre hay una historia detrás de estas columnas de opinión. Sucedió ayer cuando estaba yo en bloqueo y no sabía sobre que iba a escribir a solo un día de tener que entregar el escrito para su publicación, una amiga muy especial fue mi musa al llevarme a escuchar “El nacimiento” en el sitio de podcasts: Bienvenidos a Colombia.
Conocí este nuevo oficio, relatado en el podcast, el de doula. Personas que generalmente son mujeres, se preparan y dedican a acompañar a parejas durante el proceso de maternidad. Según internet la doula puede acompañar en la preconcepción, la infertilidad, el embarazo, el parto y el posparto. Realizan un apoyo físico y emocional, sin ser personal de salud. Relatan estudios que han demostrado que el apoyo emocional de la doula a la familia tiene beneficios durante el parto, tales como reducción en un 50 % de cesáreas, un 40 % en uso de fórceps, un 60 % del uso de epidural o que acorta en un 25 % la duración de los partos.
Son dos temas los que me motivan a esta columna, el primero ya está expuesto. El segundo es el dejar que la naturaleza obre, en este caso en un hecho primordial, el del parto. No sé cómo, ni cuándo, ni hace cuántos años médicos, mujeres en embarazo, parejas, todos comenzaron a pensar que era más cómodo programar una cesárea que tener un parto natural, que exige obviamente mucho más dedicación y esfuerzo, motivados por el confort y también por evitar el dolor. Seguramente hay otras razones que se me escapan.
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No sé cómo, ni cuándo, médicos, mujeres en embarazo, parejas, comenzaron a pensar que era más cómodo programar una cesárea que tener un parto natural
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Afortunadamente hay un regreso paulatino al parto natural, partos a veces en casa, a veces en sitios dedicados a ello y en otras ocasiones aún en hospitales, de una forma más humana que lo que es una cirugía, cuando para ella no hay un motivo de vida o muerte de madre o hijo. Apoyo este tipo de partos, completamente, recomiendo que sean en sitios en que pueda haber una atención médica especializada inmediata, ya que nunca se sabe cuando se complica un parto, cuando hay un sangrado excesivo, una preeclampsia y tantas otras situaciones que atentan contra la vida. El oficio de partera también ha retomado su posición en la sociedad, ¡bravo!
Finalmente conversando, conversando, me llamó la atención en el podcast: primero, que la medicina se ha deshumanizado aún en la atención del parto y el embarazo. Segundo que en la vida cada vez encontramos nuevos oficios dedicados a servir a otros seres humanos y no solo a producir bienes de consumo material. Nos estamos ayudando cada vez más los unos a los otros y eso es un gran progreso y avance en la raza humana. Tercero y tal vez lo más difícil, es que detrás de todo está también hay una inmensa sensación de soledad del ser humano que requiere de personas (¿extrañas?) que nos apoyen. Ya que para decirlo francamente cumplen los oficios que debieran tener las familias, los amigos y los profesionales de la salud. Siquiera existen las doulas.
Actuar dentro de los dictados de la naturaleza es humanizar la medicina.
Médico fisiatra. Medicina del alma