Lo que caracteriza el momento político es la proliferación de aspirantes a candidatos a la presidencia o tal vez más exactamente el despliegue que hacen los medios convencionales de la posibilidad de definir algunas candidaturas a la presidencia para 2022.
Llama la atención esa necesidad de adelantar un proceso que no debería comenzar formalmente -y legalmente- antes de un año largo, cuando el actual gobierno apenas va a mitad de camino, y cuando antes de tal elección se presentará la de aspirantes a los gobiernos regionales y municipales.
Una explicación obvia es que ya no tiene ninguna importancia o relevancia lo que defiende o propone quien busca ese cargo puesto que, tal como se ve, lo que definirá la elección no son sus capacidades, su ideología o sus propuestas, sino su habilidad para moverse en un mar de alianzas donde lo que menos cuenta es lo que desean o requieren los ciudadanos.
Por eso los medios se ven desesperados por crear y los ciudadanos anhelando encontrar un personaje que por lo menos parezca tener las condiciones de liderazgo, seriedad y capacidades para llenar las condiciones que se esperarían de quien debería manejar el país.
Dentro de este escenario sin líneas ideológicas ni estructuras políticas definidas, casi todos los nombres que aparecen han transitado por diferentes seudopartidos creados sin identidad o propósito diferente que el de servir de trampolín para promover un nombre. Tanto esos partidos como esos aspirantes a candidatos son igualmente vacíos de propuestas o de orientaciones que ofrecer a la ciudadanía, por eso da igual donde estén.
Pero si aparecen a pesar de lo poco que representan es principalmente por la desaparición del Partido Conservador y del Partido Liberal, ya que eso no mejoró nuestro orden político y si algo encontramos en la actualidad es un sistema peor que el de los tiempos de ese bipartidismo.
________________________________________________________________________________
La desaparición del Partido Conservador y del Partido Liberal no mejoró nuestro orden político y si algo encontramos en la actualidad es un sistema peor que el de los tiempos de ese bipartidismo
_______________________________________________________________________________
En este momento en el gobierno no se encuentra ningún nombre que pueda entenderse como representativo de esos que sí fueron verdaderos partidos políticos; tampoco se ven en el numeroso listado de quienes pretenden a una precandidatura; ni figura por parte alguna algún nombre que la opinión pública asocie a esas agrupaciones.
El listado de los Roy Barreras, Benedettis, Navarros, Palomas, Fajardos, Galanes, Nietos, Verano, Lara, Marta Lucia, Robledos, Cristo, De la Calle, Petro, Toro, (al igual que el de las nuevas coaliciones) se puede repetir indefinidamente porque eventualmente todos los hoy políticos de figuración han pasado por todos los neopartidos pero ninguno se presenta como parte de lo que fueron aquellos partidos o como de la línea de esos expresidentes.
Son hoy partidos fantasmas sin vigencia alguna, con la coincidencia de haber desaparecido y ser representados ambos por unos expresidentes fantasmas.
Hoy existe un caos político de falta de verdaderos líderes y de falta de verdaderos partidos políticos y en gran parte es eso la causa del desorden, violencia y corrupción que hoy nos caracteriza. Pero de eso hay responsables o por lo menos quienes tienen más responsabilidad que otros. Quienes los acabaron, acabaron con la posibilidad de un orden político que funcione; y eso se refleja en los nombres propios de Andrés Pastrana y Cesar Gaviria, así sean expresidentes fantasmas que solo representan a lo que convirtieron en partidos fantasmas.