El anterior fragmento está escrito en una especie de altar decorado con dos carritos de juguete amarillos empacados cuidadosamente, flores sintéticas de distintos colores y formas, poemas escritos con una mano temblorosa, una mesita e imágenes de la niñez y un cuadro con una foto del cumpleaños de Jonathan; un joven desaparecido el 01 de septiembre del 2004 y que aún es buscado por Doña Edilia, su desesperada madre; no se sabe a ciencia cierta si su desaparición se dio en el marco del conflicto propio de la Masacre de Trujillo, sin embargo, el parque monumento a las víctimas se ha convertido en su símbolo de esperanza, el espacio de confrontación de su dolor, el lugar donde puede interactuar con personas que comprenden su padecimiento porque también lo viven en carne propia.
El municipio de Trujillo se encuentra entre las montañas del Valle del Cauca, un poblado que está tratando de borrar un estigma de violencia por medio del fortalecimiento turístico, en este hermoso municipio de gente cálida y clima agradable podemos encontrar numerosos lugares de esparcimiento y un parque inundado de árboles, desde el cual, caminando cuatro cuadras encontramos el parque monumento a las víctimas, un impresionante lugar que debería ser conocido por los colombianos, lleno de historias dignas de reflexión y desgarradores relatos alrededor de la Masacre de Trujillo, extendida desde 1986 hasta 1994 que dejó más de 342 víctimas a manos del narcotráfico, paramilitares y fuerzas armadas del estado.
Al llegar al parque monumento nos encontramos con un silencio absoluto, un portón grande que debemos abrir por nuestra propia cuenta, pues la persona de turno siempre se encuentra realizando las labores de mantenimiento del lugar y como todos los días, no espera muchos visitantes, cuando llegamos, fuimos recibidos amablemente como miembros de su familia, allí ofrecieron una ciega confianza hacia nosotros sin conocernos y con una sonrisa de satisfacción al saber que alguien se interesó por conocer acerca de esta tragedia que desencadenó un perpetuo luto en esta pequeña población vallecaucana.
En este lugar siempre nos guiará algún miembro de AFAVIT (Asociación de familiares de víctimas de Trujillo) por lo que el recorrido estará acompañado de lágrimas a punto de salir, de una voz entrecortada y ambientado por relatos en primera persona, como el de doña Adelaida quien vivió de cerca el conflicto en el que perdió a dos hijos, su esposo, muchos vecinos y varios familiares, ella, cubierta con un manto de resistencia y mostrando un discurso de aparente resiliencia nos acompaña por este doloroso recorrido que dura aproximadamente dos horas.
Doña Adelaida nos cuenta entre muchas historias que el padre Tiberio, símbolo de la masacre no ha podido descansar en paz, pues de manera inexplicable han ingresado a asaltar su tumba en varias ocasiones, los restos mortales del recordado sacerdote reposan en el parque monumento con el fin de perpetuar su historia y legado y evitar la repetición de asesinatos atroces a líderes comunitarios como él, que fueron asociados al comunismo y exterminados sin compasión en una época de terror que dejó secuelas difíciles de superar en los colombianos.
Adelaida señala con dolor las fotos de las personas que conoció y que fueron masacradas por una alianza entre fuerzas del estado y grupos paramilitares y que ella eufemísticamente llama “gente del monte” tal vez por no reconocer los victimarios específicos de un complejo conflicto o por estar habituada a un lenguaje de supervivencia en un entorno hostil en el que por una palabra mal interpretada podría terminar descuartizado en el río cauca.
A parte del dolor que aún le causan los recuerdos, Adelaida tiene otra preocupación, el sostenimiento y preservación del parque monumento, pues la cantidad de visitas es muy reducida lo que supone un bajo flujo de ingresos, en este sentido, la caridad de las ONG y la dedicación de algunos voluntarios del pueblo han sido vitales, sin embargo, la mayoría de personas, entre ellos muchas víctimas le restan importancia al lugar.
El recorrido termina después de observar las reseñas de las crueles masacres del país mientras se recorre un sendero entre árboles que además de sombra proporcionan un ambiente lúgubre, más arriba, mientras se asciende por la colina, se observan las biografías de personajes que murieron en el marco del trabajo social, al lado, los osarios simbólicos de las víctimas del conflicto, la guía hace hincapié en las personas que murieron por pena moral, uno de los peores finales del ser humano, en el que su mente y su cuerpo a pesar de gozar de salud, es invadido por una inmensa tristeza que le impide seguir viviendo, como una muerte desde el interior en la que el alma ya se ha ido en busca del familiar perdido.
"El Parque Monumento a la vida y dignificación de la memoria a los mártires, nos enseña que recordar y no olvidar es la manera para conocer lo que jamás debe repetirse en Colombia y el mundo” dice en su página web y lo reafirma Adelaida durante cada una de sus frases, este lugar representa el dolor y las heridas de centenares de vallecaucanos y de miles de colombianos que guardan la esperanza de la no repetición de la violencia mediante la reflexión, la reparación, la memoria, el perdón y la justicia.