El paro nacional del magisterio pudo haber servido para mucho más. Todo el pueblo colombiano, excepto una muy invisible minoría, estábamos acompañando al magisterio. Los maestros en ejercicio –los del 2277 y del 1278- y en formación (como yo), padres de familia, y muy especialmente los estudiantes de las instituciones educativas, estábamos vinculados de lleno con el paro, dándole espaldarazos y fuerzas a Fecode para que se mantuviera firme en la mesa de negociaciones, que logró sentar a los ministros de Trabajo, Salud y Educación sobre la mesa, e incluso al defensor del pueblo.
Me contaban algunos maestros en las calles que hace varios años no se veía tanto compromiso por parte del pueblo colombiano para con los maestros. Se estaban formando nuevos movimientos, como el de los estudiantes de bachillerato, quienes decían con vehemencia que si tanto decían que la escuela era el segundo hogar, había entonces que defender a los segundos padres. Pero Fecode no valoró nada de eso, y sin más, cedió de una exigencia de 28% de nivelación salarial, a un 16% y luego de la noche a la mañana (literalmente), muy sinvergüenzas, aceptan el 12% del Gobierno Nacional. Los recursos estaban para una nivelación superior, pero lo que faltó fue voluntad de lucha por parte de los dirigentes del sindicato.Para que se convenzan de que recursos sí hay, los invito a leer la última columna del profesor Francisco Cortés.
Sin embargo, debo reconocer que desde que inició el paro tuve un miedo, y era que Fecode pudiera vender la fuerza de este paro, y que se levantaran cuando tal vez el Gobierno beneficiara a los profesores del 2277, que tampoco nos engañemos, son quienes gobiernan a Fecode, y dejaran viendo un chispero a quienes ingresaremos o ya están en el nefasto decreto 1278. Y ¡oh sorpresa!, dicho y hecho: se consiguió una bonificación para los maestros del 2277 que estuvieran en el escalafón 14, entre otros beneficios (ver punto 6 del acuerdo, por ejemplo).
Fecode fue ciego, terco y egoísta al no ver la fuerza descomunal de este paro. Pero nada es gratuito, porque de esta manera logró crear un movimiento adverso a ellos, pero con la particularidad de que el susodicho viene de entre las mismas filas. Para la muestra de un botón, observen cómo quedó la sede de Fecode:
Señores dirigentes de Fecode, traicionar y vender un paro es un pecado capital de cualquier dirigencia sindical, y se paga políticamente, por lo que hago la invitación a los vinculados a Fecode para que no renuncien ni se desafilien, sino que en las próximas elecciones les den una lección a los judas del magisterio, lleven a la dirigencia a líderes comprometidos, y ojalá del 1278. Esta lucha no ha muerto, apenas comienza.
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