Paro nacional: cinco días y contando

Paro nacional: cinco días y contando

"Sabemos muy en nuestra entraña que así no puede ser la vida en este país, que si sumamos una voz más algo puede cambiar en nuestra cotidianidad"

Por: JHON EDINSON OCHOA
noviembre 25, 2019
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Paro nacional: cinco días y contando
Foto: Nelson Cárdenas

Aún con los colores de la mañana de este lunes que pinta soleado el ambiente se siente diferente en las calles bogotanas. Sin duda el mayor factor en esa sensación es la noche del viernes donde pudimos vernos entre vecinos motivados por algo que se alejaba del entretenimiento de un partido de fútbol de la selección, un reality o cualquier otra cosa emitida por los canales privados. Esta vez el sonido de las ollas hizo que muchos apagaran la televisión y quisieran sumarse lejos del temor, el frío o la pinta algo que nos convocaba a todos. Nos dimos cuenta de nuestra vecindad y nos vimos juntos sin necesidad que nos citaran a la junta de copropietarios donde normalmente vamos para evitar una multa. Nos dimos cuenta de que estábamos acostumbrados a pensar y a actuar de forma individual, de puertas para adentro. Nos dimos cuenta de que nuestros vecinos también están cansados y que hacía falta manifestarlo sin faltar al respeto, de forma espontánea y sin temor.

Cuando crecimos y nos hicimos laboralmente útiles para hacer el bien tomando el crédito para la casa, sacando el plan de vacaciones en la playa, teniendo un carro ojalá nuevo, trabajando en la mañana para estudiar en la noche y ser el orgullo de nuestros padres que nos inculcaron que el trabajo duro y constante nos daría la dignidad de ocupar un lugar entre nosotros… seguramente nos quitamos el tiempo para pensar y para creer que esos lujos (como pagar una medicina prepagada) eran algo que nos debíamos como derecho; que estudiar somnolientos preocupados por juntar lo del próximo semestre era lo que de verdad se entendía por derecho a la educación; que es mejor tener un trabajo fijo domingo a domingo (con compensatorio) que permita recibir un salario sin el temor que produce hacer un negocio y disfrutar de mi familia. Tal vez no nos dimos cuenta de que nos desbancamos a un frenesí de medio dormir trabajar y responder por los nuestros, que el egoísmo nos ocupó las decisiones de nuestra vida y mientras nos embutíamos en un bus no reclamamos por el aumento de la tarifa, igual íbamos tarde y nos podían echar. Así entonces nos buscamos pequeños espacios de tres habitaciones, cocina y baño, donde podemos ser solos y no interactuar nuestras preocupaciones y angustias; nuestro confort nos da lo que buscamos siempre que lo paguemos porque es nuestro derecho ser económicamente activos.

Por eso en medio de nuestro egoísmo, en la noche del jueves mientras veíamos la realidad que nos da Netflix, las noticias o los realities, escuchamos por la ventana el sonido de las ollas de muchos que se contagiaron de humanidad. Sabemos muy en nuestra entraña (a pesar del temor que nos invade) que así no puede ser la vida en este país, que si sumamos una voz más algo puede cambiar en nuestra cotidianidad, que esta sensación extraña de este lunes soleado es porque como vecinos y ciudadanos nos vimos la cara y nos encontramos, sonreímos y podemos mejorar sustancialmente si dejamos que el otro nos importe cada vez un poco más.

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