Paro: indignación social y furia desbordada

Paro: indignación social y furia desbordada

La conclusión de esta inmensa movilización social está por verse, pero sin duda ya dio algunos resultados positivos

Por: Oscar E Gutiérrez Reyes
junio 10, 2021
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Paro: indignación social y furia desbordada
Foto: Las2orillas / Leonel Cordero

Después de más de 40 días de iniciado el paro nacional es indispensable aclarar algunas posiciones que, puestas en debate público por el gobierno nacional, con relación al desarrollo del paro y a posiciones asumidas por el Comité Nacional de Paro (CNP), quieren condenarse para desvirtuar los objetivos y reclamos que encarna el Pliego de Emergencia.

Debe señalarse entonces que el Pliego de Emergencia se presentó, por el Comité Nacional de Paro, el 19 de junio de 2020 hace casi un año. El gobierno nacional ni siquiera se dignó dar respuesta a la carta radicada, posición que no me sorprendió, por la actitud ya asumida por el gobierno nacional, frente al paro del 21N y las movilizaciones que siguieron. Es menester recordar que el gobierno nacional nunca quiso negociar, sino que, siempre afirmó, que se trataba era de dialogar sobre el pliego presentado en 2019.

Ante esta realidad el CNP decidió preparar un paro nacional que debería realizarse el 25 de marzo del año 2020. Sin embargo, la pandemia hizo que el CNP no lo realizará —para cuidar y proteger la vida— por la amenaza que significaba la pandemia generada por el COVID-19.

El gobierno nacional manejo la pandemia como quiso. Sin consultar a los demás poderes establecidos, decretó la emergencia económica, social y ambiental, decretó que fueran alcaldes y gobernadores quienes asumieran la responsabilidad por las cuarentenas y demás medidas sanitarias frente a la pandemia, pero siempre con vigilancia del Ministerio de Salud. Decretada la emergencia legisla no para sacar al país de la crisis económica y social que asomó las narices en 2019 y se agravó con la pandemia, sino para profundizarla. Las soluciones para sacar a flote la economía y respaldar a millones de compatriotas sumidos en la pobreza y la miseria no se dieron.

Al contrario, la crisis se agudizó. Millones de colombianos, como ha señalado el Dane, entraron al desempleo, vieron caer sus ingresos, se obligaron a cerrar sus negocios, y sufrieron al ver cómo se quebraban sus pequeñas y medianas empresas. Centenares de miles de jóvenes quedaron en la condición de no tener trabajo y tampoco poder estudiar, transportadores paralizados y minas cerradas son hechos todos que llevaron, incluso, a millones de familias a reducir su alimentación a dos comidas al día. No tienen recursos para suplir, ni siquiera, esa necesidad básica.

Ante esta realidad, el Comité Nacional de Paro elaboró el Pliego de Emergencia que, en su esencia, busca medidas como renta básica, matrícula cero, respaldo para el pago de nóminas de la micro, pequeña y mediana empresa, medidas para defender la economía nacional agropecuaria, industrial, artesanal y campesina, solución al problema de las deudas de los productores del agro, no importar lo que podemos producir, fortalecer la salud y la educación pública y tomar medidas de bioseguridad, revisar los TLC y otras decisiones encaminadas a proteger a la población —en condición de elevada vulnerabilidad— y, reactivar la economía.

Y, aunque el cuadro descrito era del conocimiento del presidente Duque este, se refugió en su torre de marfil y en su programa de televisión, dispuso y repartió favores y recursos a montón para los grandes monopolios nacionales y extranjeros y para el gran capital financiero que, en medio de la pandemia y la crisis, obtuvo utilidades por más de 15 billones de pesos. Mientras la inmensa mayoría de los colombianos se sumía en más pobreza, hambre y desolación, una pequeña minoría —de megasuperricos— se enriquecen a borbollón.

Acosados por los “trapos rojos”, la necesidad de tener alimentos, servicios públicos y trabajo y sin poderlos alcanzar, los ánimos se fueron crispando entre las mayorías nacionales y entre las capas medias sometidas al desmejoramiento de sus condiciones de vida y trabajo. Y, aunque el gobierno trató de resolver la situación con mínimas y recortadas políticas de ayuda, lo cierto es que sus decisiones fueron escasas, parcas, insuficientes, mal concebidas y peor aplicadas. El resultado se mide por el estallido social y las consecuencias que trajo aparejadas en las movilizaciones, en la rebeldía desatada y en la ira y el coraje que campea en varios sectores de la sociedad colombiana.

Para acabar de completar el cuadro, en lugar de acercarse a conocer los reclamos de jóvenes, comunidades, camioneros y representados en el CNP, el gobierno decidió insistir en la táctica de no negociar con los sectores afectados y por el contrario, hacer un uso desmedido de la fuerza que, a su vez, generó una oleada de protestas, reclamos y enfrentamientos en los que se contabilizan “77 homicidios, 1246 heridos, 2808 detenidos, 106 mujeres víctimas de violencia sexual, 356 desaparecidos y 74 ojos perdidos para igual número de jóvenes”** y, sin contar los casos de homicidio, violación y heridos de la fuerza pública.

El gobierno nacional, en lugar de dar a la protesta social un tratamiento civil, decidió tratarla como un conflicto militar. Para ello, expidió un decreto obligando a mandatarios locales y regionales a usar la asistencia militar para aplastar la protesta social. El CNP ha condenado, siempre lo ha hecho, la violencia. La de los vándalos de la fuerza pública y también la de los particulares al igual que el daño a la propiedad pública o a la privada. También ha precisado, el CNP, su posición sobre los cierres de vías*** y eso nos lleva a afirmar que el responsable máximo —de la dolorosa situación que padece el país— es el presidente Duque y el gobierno que preside que, haciendo caso a la posición de su partido y los partidos del gobierno, consideran que el gobierno nacional no debe negociar con el CNP. Los resultados de esa decisión están a la vista y al escrutinio de millones de colombianos.

La conclusión de esta inmensa movilización social, la más grande, tal vez, de nuestra historia reciente, está por verse, pero, sin duda, el paro, en medio de la crítica situación de violencia que vivimos, ya dio, también, positivos resultados. Otros frutos habrán de verse más adelante. Pero eso será tema de otro artículo.

*Artículo de Óscar Gutiérrez Reyes

** Tomado del comunicado del 6 de junio del CNP

*** Ver comunicado del CNP del 26 de mayo de 2021

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