Esa táctica de vendernos miedo ya es conocida y magnifica el tal paro armado y las pedreas en la UN y la UPN de toda la vida, solo falta otro toque de queda inútil como el que ya nos aplicaron.
Con el acuerdo de paz, el CD se quedó sin discurso, entonces nos vendieron a Venezuela como espejo y cada hora durante más de un año nos asustaban.
No contentos con eso, nos han vendido y nos tienen convencidos de que Petro es comunista y que es satanás en persona y se burlaron de sus planteamientos como el de los aguacates y de las plantas de energía solar entre otros, para tener que ir a China a ofrecer esos productos y a pensar en ese tipo de energía limpia.
Sospechosamente ocurrió el atentado a los muchachos de la General Santander, hechos que no están claros y de ahí se agarraron para darle vida y un segundo aire al ELN.
El incumplimiento de los Acuerdos de Paz y el asesinato de ex combatientes no es otra cosa que darle la razón a las disidencias de las antiguas FARC para que se rearmen.
Se necesitaba un discurso para actuar mediante la fuerza de las balas y todo está igual a como hace 20 años.
El ELN nunca se tomará el poder, pero perturbará y matará soldados y volará oleoductos y esa es buena propaganda para justificar detenciones, escuchas ilegales y todo lo que ya sabemos; ya se comprobó que ninguna guerrilla llegará más lejos de lo que hasta hoy, pero también se comprobó que por más glorioso que sean nuestros soldados, en más de 70 años de guerras no han podido acabar ese flagelo.
Se pueden dar golpes de opinión y mostrar las bajas y recurrir nuevamente a los falsos positivos, cosa que hace menos de un año se intentó sin mucho éxito, gracias a las denuncias y a los celulares de los vecinos de los hechos.
Mientras tanto sigue el avance de los carteles mexicanos y hoy vemos cómo a 30 kilómetros de Bogotá se encontró un laboratorio de procesamiento de coca y hay familias y empresas influyentes involucradas. Causa sorpresa que no nos muestran las instalaciones halladas solo unas cenizas del complejo.
No sigamos comiendo cuento con paros armados y pedreas cotidianas a las cuales los vecinos de la 72 la 26 o el Catatumbo ya están acostumbrados desde hace años.
El problema está por otro lado, ¡pilas!