Ahora en agosto se van a cumplir tres años de la sentencia presidencial: “El tal paro agrario no existe”. Estaba en pleno desarrollo el movimiento campesino de 2013, que tuvo resonancia por su cobertura nacional y por los sectores sociales en donde participaron indígenas, campesinos, afrodescendientes, mineros, paperos, lecheros, arroceros y camioneros, que despertaron la solidaridad y la simpatía de estudiantes y del pueblo en cabeceras municipales y en la misma capital de la república. Con manifestaciones y marchas en autopistas y carreteras, los marchantes paralizaron el transporte en algunas partes del país y causaron desabastecimiento en plazas de mercado y centros mayoristas de varios departamentos.
De este movimiento salió el compromiso del Gobierno con las peticiones de los marchantes que hasta ahora no se ha cumplido en sus puntos esenciales, y que, además, logró conformar una coordinadora para ser interlocutora con el Gobierno, y organizar el movimiento disperso y en cierta medida espontáneo, y continuar la lucha en forma organizada y unitaria, elaborando un pliego de peticiones con los reclamos más sentidos del campesinado colombiano.
Así se organizó la “Cumbre Agraria Campesina, Étnica y Popular”, como centro de unidad de acción política con el siguiente pliego de exigencias programáticas:
- Tierras, territorios y ordenamiento territorial.
- La economía propia contra el modelo de despojo.
- Minería, energía y ruralidad.
- Cultivo de coca, marihuana y amapola.
- Derechos políticos, garantías, víctimas y justicia.
- Derechos sociales.
- Relación campo-ciudad.
Esta es la Organización que convocó al Paro Agrario que actualmente se está desarrollando en algunas regiones del país, y que ya tiene ya va para 8 días y tiene en sus espaldas 3 muertos y 135 heridos.
Es un fenómeno recurrente. Cada que “los condenados de la tierra” salen a protestar por el incumplimiento del Gobierno se encuentran con el ESMAD (Escuadrón Antidisturbios) que los disuelve en forma violenta.
El Gobierno prometió, como siempre, “investigaciones exhaustivas” para determinar los responsables de los hechos punibles y, además, acordó con la Mesa Única Nacional del Movimiento, otra Cumbre de Alto Nivel, con el ministro de Gobierno, el de Agricultura, y con el Ministro del Posconflicto, para sentarse a la mesa de diálogo y llegar a un principio de acuerdo que resuelva el problema del paro Agrario. Algo parecido al “Pacto Nacional por el Campo” que prometiera el Presidente Santos como tabla de salvación en el pasado paro campesino del 2013.
En Noviembre del año pasado, en los días en que se discutía la Ley ZIDRES (Zonas de Interés de Desarrollo Rural Económico y Social), la Cumbre Agraria le mandó una carta al presidente Santos en la cual le decía: “mientras las comunidades agrarias no logramos luego de dos años de negociación acceder a nuestros derechos territoriales, los grandes inversionistas en menos de un año han logrado la atención prioritaria en todas las prerrogativas de su Gobierno”. Una verdad de a puño.
De igual manera han cuestionado la erradicación de cultivos de uso ilícito porque el Gobierno está tratando el asunto con mano militar, sin presentar programas alternativos para la subsistencia de los trabajadores del campo.
Además denuncian el incumplimiento en la reglamentación de la Ley 1731 de 2014, sobre el refinanciamiento del sector agropecuario, pesquero, forestal y agroindustrial.
Como se puede ver con claridad los campesinos tienen toda la razón. De tal manera que no caben interpretaciones mal intencionadas y tendenciosas.
Algún editorialista de un rotativo nacional puso el grito en el cielo por “el manejo político que algunos dirigentes le estaban dando a la protesta”, como si el problema del campo no fuera uno de los asuntos más delicados y complejos que tiene el país, que sólo se pueden empezar a resolver dándole cumplimiento a los compromisos firmados por él Gobierno, para poder ir desenredando el nudo de lo constituye la raíz profunda del conflicto armado que, afortunadamente, se está negociando en La Habana con buenas perspectivas de solución.
En este sentido todo el mundo está de acuerdo, con excepción de los terratenientes de la ganadería extensiva, que sin una profunda reforma agraria moderna en favor de las mayorías del campo, el problema de la tenencia de la tierra va a seguir siendo el caldo de cultivo de las protestas campesinas.
Y es aquí donde no se entiende este Gobierno. Por un lado acepta negociar y acuerda el primer punto de la Agenda de La Habana sobre el Desarrollo Rural Integral, y por el otro prodiga zanahoria y garrote a los campesinos cuando acuden a reclamar sus justas peticiones. Como quien dice: “Firmemos la Paz ahora y ahí veremos cómo se defienden en el próximo Gobierno”.
Así las cosas, en la próxima reunión de Alto Nivel de la Mesa Unidad con los ministros de Gobierno y de Agricultura, y con el Asesor del Posconflicto, el Gobierno no va tener otra salida que ofrecer más de lo mismo que ofreció en el 2014 y en el 2015: “Financiar proyectos productivos puntuales para embolatar a las comunidades con la planificación, administración y ejecución de los dineros estatales, para poder justificar el incumplimiento de los acuerdos con la incompetencia de las comunidades campesinas”.
Aunque el movimiento campesino se ha convertido en un referente político importante hay que tener en cuenta que son muchos y muy grandes los intereses económicos de la clase dominante en el campo, y además hay que tener presente que la “Resistencia civil” del “uribismo” está recogiendo firmas contra la Paz, con el establecimiento mediático a su favor, y fomentando la cortina de humo del “infierno del Bronx” en Bogotá, para tapar el paro agrario, y además con la Copa América Centenario que tiene cautiva la opinión pública en todos los rincones del país.
No obstante los factores anteriormente anotados, la adhesión de los camioneros al paro campesino pone la situación de otra manera. Con la Unidad del Movimiento y la Solidaridad de los Sectores Democráticos se puede ampliar la cobertura de la protesta nacional, de tal manera que obligue al Gobierno a concertar soluciones puntuales de la coyuntura, sin olvidar el Pliego de Peticiones de La Cumbre Agraria, que, como se están presentando los desarrollos políticos, seguramente será la Hoja de Ruta del Movimiento Campesino y Popular para las Reformas Democráticas que está exigiendo el Pueblo colombiano.