El próximo 21 de octubre se votarán simultáneamente dos consultas populares en los municipios de San Bernardo y Fusagasugá, departamento de Cundinamarca, que preguntarán a sus habitantes si están de acuerdo con que se desarrollen proyectos de explotación de hidrocarburos con métodos no convencionales, es decir, si están de acuerdo con el fracking.
El fracking, o fracturación hidráulica, es una técnica no convencional de extracción de petróleo y gas, en la que se somete a presión a la roca subterránea, por medio de enormes cantidades de agua mezclada con arena y químicos, con el fin de abrir surcos de interconexión para permitir la extracción, que no se lograría mediante las perforaciones convencionales.
Desde el año 2017 la Agencia Nacional de Hidrocarburos identificó 43 bloques de exploración no convencional en todo el país que puso a disposición de la inversión transnacional, la mayoría ubicados en los Llanos Orientales y en el Magdalena Medio. Sin embargo, por lo menos 7 de esos bloques se encuentran ubicados en los alrededores de ecosistemas estratégicos del departamento de Cundinamarca, en el que desde el año 2009 se vienen adelantando exploraciones con fracking de manera silenciosa, casi que subrepticia.Por ejemplo, en el municipio de Junín durante 4 años la multinacional Nexen realizó exploración, al parecer infructuosa, pero lo relevante es que fue la primera en el mundo realizada en inmediaciones de un parque natural y de un sistema acuífero, el Chingaza, que abastece buena parte de la demanda de agua de Bogotá. Es decir, vienen por todo sin importar los riesgos medioambientales.
Por otro lado, con una extensión de 315 mil hectáreas, en el entorno del páramo del Sumapaz, el más grande del mundo y una de las fuentes hídricas más importantes del país, se ubican por lo menos 4 bloques para la exploración con fracking. Si se permitiera la exploración, esto implicaría que por cada pozo principal se deban perforar pozos secundarios en un radio de hasta dos kilómetros. Cabe anotar que la perforación principal debe tener una profundidad que supera los 1.500 metros (7 veces la torre Colpatria de Bogotá) y otra horizontal de casi 3.000 metros, dibujando una gigantesca "L" en el subsuelo, y que para el fracturamiento hidráulico se requiere alrededor de 10 millones de metros cúbicos de agua en la fase inicial, lo que equivale al consumo de agua de 20 años de San Bernardo, o a 2 años del consumo de agua de Fusagasugá.
Ahora bien, el agua que se usa en la técnica del fracking queda tan contaminada que ningún tratamiento la recupera, y los riesgos de filtración y de contaminación del subsuelo y del agua subterránea de una perforación de esa magnitud son indeterminados. Por esa razón ya en los municipios de Arbeláez y Cabrera las consultas populares rechazaron la exploración minera en territorio de páramo, y el turno viene ahora para las consultas de San Bernardo y Fusagasugá. Está pendiente la de Pasca.
Antes de cerrar, es necesario recalcar que en las inmediaciones de parques naturales o de acuíferos es altamente riesgoso utilizar el fracking, por eso los cundinamarqueses decimos ¡agua sí, petróleo no! Este 21 de octubre, los pobladores de San Bernardo y Fusagasugá tienen la gran oportunidad de dar una contundente lección al país y al gobierno nacional votando masivamente no en la consulta popular. El páramo más grande necesita que todo el mundo lo proteja, no queda más que acudir entusiastas a ese llamado.