Las elecciones del domingo 22 de abril de 2018 serán las segundas después del golpe de Estado que el Congreso de ese país le dio en junio de 2012 al presidente Fernando Lugo; al que destituyeron, de manera injusta, por algunos altercados violentos en la zona rural de Curuguaty a poco más de 243 kilómetros de Asunción, la capital paraguaya.
Después de la destitución de Lugo, Federico Franco como vicepresidente terminó el mandato constitucional de 5 años para entregarle la presidencia a Horacio Cartes, uno de los más reconocidos empresarios del país. Su presidencia se convirtió en el regreso del partido Colorado al poder después 10 años. Este partido, al cual perteneció el dictador Alfredo Stroessner, es el principal del país y el que más tiempo ha estado en el poder.
Por otro lado, Cartes ha sido cuestionado por querer reformar la constitución en 2017, con el objetivo de participar para un segundo mandato electoral, al que el pueblo de manera categórica rechazó por medio de fuertes protestas que iniciaron el 31 de marzo y terminaron el 26 de abril, dejando 211 detenidos, un muerto y 30 heridos. A pesar de que el 17 de abril el presidente actual había confirmado que retiraba su opción de una segunda posible magistratura, las protestas continuaron hasta que el Congreso, ese 26 de abril, rechazó el proyecto de enmienda constitucional de reelección presidencial.
Ahora bien, H. Cartes ha manejado el país desde un enfoque económico, el cual ha logrado altos índices de crecimiento, siendo un evento alterno a la crisis económica que la mayoría de países de la región han vivido en los últimos dos años. Paraguay ha mantenido excelente relaciones diplomáticas con sus países vecinos, lo que lo ha convertido en un país neutral en la región. Sin embargo, a Paraguay aún le falta mucho camino por recorrer para ser un actor reconocido a nivel internacional y en los escenarios regionales como la OEA, UNASUR, MERCOSUR y CELAC, situación que no ha estado dentro de los intereses del gobierno, que se ha enfocado en establecer mejoras en obras educativas, infraestructura y sociales, que son muy necesarias en el país más pobre de América Latina.
Con ese panorama, los dos principales candidatos a disputar el Palacio de López son Mario Abdo Benítez (senador e hijo del secretario privado de Stroessner) y Efraín Alegre, exsenador y ministro de Obras. Ellos lucharán para conseguir los votos de las 4.260.816 personas habilitadas para votar este domingo; día en el que se elegirá la continuidad del partido Colorado o un nuevo cambio en el poder presidencial. La decisión está en manos de los paraguayos, quienes deberán votar por el candidato más óptimo para ser presidente y que acorde a sus políticas de gobierno pueda desarrollar una buena presidencia, alejada de escándalos y actos de corrupción que empañen la imagen del país a nivel internacional.
Ya el 1 de julio de 2018 se posesionará el nuevo presidente, los 17 gobernadores y los senadores y diputados electos por el pueblo paraguayo. Paraguay se convierte entonces en el segundo país de la región en tener elecciones presidenciales después de Costa Rica; en un año que ha sido marcado como trascendental electoralmente en la mayoría de países de la región. Sin tener en cuenta a Venezuela que ha convertido esta elección, adelantada, en una farsa para ocultar los graves problemas políticos, económicos y sociales que vive ese país.
En términos generales, el próximo presidente de Paraguay recibe un país marchando de buena manera por el lado económico, con aguas parcialmente tranquilas para el mandato oficial del próximo presidente entre el 1 de julio de 2018 al 1 de julio de 2023.
