Está en peligro la declaratoria del Paisaje Cultural Cafetero (PCC) hecha por la Unesco en 2011. También peligra el número de hectáreas cultivadas del grano otros productos con mejor rentabilidad.
Pegados del escapulario, con la imagen de la virgencita y del Sagrado Corazón de Jesús los cafeteros del país y en especial los del Quindío, buscan que esta vez el gobierno les dé una mano, en la dizque nueva crisis. Desde que tengo uso de razón la pobreza de los cultivadores contrasta con los ranchos de bahareque de hermosos ventanales y puertas en madera. De colores alegres y techos de barro, en cuyo frente reposan los bellos paisajes cafeteros.
Y digo les de la mano, porque así como el campesino Pedro Humberto Suarez Sotelo perdió la suya en el paro cafetero de 2013 cuando un hombre del Esmad lanzó gases para dispersar manifestantes en el alto de la Línea, los agricultores, los de a pie piden eso, que no los dejen solos y con la mano estirada.
En Colombia hay 500 mil familias en 17 departamentos, aunque creemos que son solo cifras. Esta noble estirpe de campesinos contribuyó con carreteras, escuelas, obras de infraestructura que hoy poco importa ante el nuevo orden económico mundial.
La historia de cualquiera de esos productores es la misma es sencilla: el caficultor cosecha en su chagra café y plátano como todos. Ante los costosos precios de los insumos y el mínimo de rentabilidad no puede más. Queda ahorcado con los bancos y donde merca cada sábado.
No es que le falte la mano derecha para trabajar. No. Es que el café ya no es negocio. Muchos han visto sus sembrados morir por falta de abono y cuidados. No tienen cómo sostener la producción que ahora dicen está por los ochocientos mil pesos carga. Entonces qué hacen… se persigna, hacen la señal de la cruz y se encomiendan a las once mil vírgenes del cielo; zoquean, dejan unas matas y siembran otras semillas, otros cultivos agropecuarios con mejores condiciones y favorabilidad en precios y mercado.
Diego Orlando Aristizábal fue cafetero y hoy es el mayor productor de aguacate del Quindío, presidente del naciente gremio. “Cuando los negocios dejan de ser rentables hay que pensar en otra actividad y esa es la dificultad que tenemos ahora quienes fuimos cafeteros”, sostuvo con gran pesar.
Y es que el cultivo tradicional en esta parte de lo que se denominaba el viejo Caldas, ahora está mermado. Es cierto. En la década del 50 hubo 70 mil hectáreas del grano en la tierra de Ancízar López y Silvio Ceballos. La cifra hoy no alcanza las 23 mil y está claramente sustentada en los informes de coyuntura agropecuaria del Quindío, donde hay una larga lista de nuevos productos como la cúrcuma que crece en producción, del aguacate hass que atormenta a los ambientalistas o la ganadería que ya tiene grandes extensiones de pastos.
Los cafeteros lo están perdiendo todo. Hace siete años la Unesco inscribió al paisaje cafetero como patrimonio de la humanidad. Como van las cosas esa medida también está en vía de extinción pues al no existir cultivos de café, chistoso sería tal declaratoria con sembrados de aguacate o limoncillo o cúrcuma, para no ir lejos.
Esa protección le compete al Estado pero lo único que hacen es dificultar el cultivo principal e incluso los recolectores también están dejando de trabajar en las cosechas, porque si para el dueño de la finca no es viable el negocio del café, para los recolectores mucho menos.
Doña Lucy Reyes Suárez de la asociación de Mujeres Caficultoras en Quindío y con una marca de café especial argumenta que la base del paisaje cultural cafetero PCC tiene una afectación importante y no compensa el precio del pergamino seco para los productores.
En el departamento ya se trabaja desde la institucionalidad en una fórmula de antaño. Volver a los cultivos de sombrío. El secretario de agricultura Carlos Soto aseguró que hay que volver a la práctica de cuando el café estaba en bonanza. De cuando un cafetal tenía guadua, tomates, naranjas, guayabas, piña, plátano, guamas, limón, mandarina y las señoras de la casa tenían su huerta con hortalizas.
Volvamos a un café de sombrío que tendría mucho más asidero en la declaratoria de paisaje, bajando la densidad, eliminando unos árboles del área cultivada y sembrando frutales, sembrando otras especies como plátano y banano y especies de pancoger que resuelvan dos temas fundamentales: que dé la oportunidad a los productores de tener ingresos diferentes al café y segundo que garantice la seguridad alimentaria de sus familias”.
Pese a la adversidad en el Quindío se espera mantener la producción aunque no es rentable. Hay esperanza de que los nuevos líderes del gremio elegidos en las elecciones cafeteras trabajen para renovar los cultivos actuales, defender la cultura, su declaratoria de patrimonio de la humanidad pero sobre todo, que de una vez y por todas logren una mejor calidad de vida para los productores y pasar este trago tan amargo que ya amenaza al sector. Amén.