La práctica educativa, por el contrario, es algo muy serio. Tratamos con gente, con niños, adolescentes o adultos. Participamos en su formación. Los ayudamos o los perjudicamos en esta búsqueda. Estamos intrínsecamente conectados con ellos en su proceso de conocimiento. Podemos contribuir a su fracaso con nuestra incompetencia, mala preparación o irresponsabilidad. Pero también podemos contribuir con nuestra responsabilidad, con nuestra preparación científica y nuestro gusto por la enseñanza, con nuestra seriedad y nuestro testimonio de lucha contra las injusticias, a que los educandos se vayan transformando en presencias notables en el mundo. Vale decir, que debemos asumir con honradez nuestra tarea docente, para lo cual nuestra formación tiene que ser considerada rigurosamente.
(Paulo Freire).
En el sentido etimológico, la vocación es un llamado (del latín vocatio, sobre vocātus, participio del verbo vocāre, por «llamar»). Es importante tener en cuenta que la “vocación” no es innata, ni está determinada de antemano, no aparece como una “revelación”, sino que se la va construyendo, principalmente con la historia personal, con los intereses, con las circunstancias de vida, con la forma de ser de cada uno, para luego consolidarse con el trabajo y la experiencia (RAE).
La "vocación docente" se refiere al conjunto de características, motivaciones y aptitudes que impulsan a una persona a dedicarse a la enseñanza como una profesión (OIT). En el contexto de la formación profesional integral para el trabajo y el desarrollo humano, los factores clave de la vocación docente son fundamentales para garantizar una educación, formación y capacitación de calidad y un impacto positivo en el desarrollo de los estudiantes o aprendices de acuerdo con la cultura Sena. A continuación, algunos de estos factores clave son:
Pasión por la enseñanza: La vocación docente implica una pasión genuina por compartir conocimientos y ayudar a los demás a aprender. Los profesionales que tienen una verdadera vocación docente encuentran satisfacción en el proceso de enseñanza y están motivados a inspirar a sus aprendices desde la apropiación de la enseñanza como un arte (Larrosa 2019).
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Compromiso con el aprendizaje: Los docentes vocacionales se mantienen actualizados en su campo de conocimiento y están comprometidos con el aprendizaje continuo. Buscan mejorar constantemente sus habilidades pedagógicas y su comprensión de los avances en su área de especialización para brindar una educación relevante y actualizada.
Empatía y capacidad de conexión: Los docentes vocacionales tienen la capacidad de establecer una conexión emocional con sus aprendices. Entienden las necesidades individuales de cada aprendiz, sus fortalezas y desafíos, y adaptan su enfoque de enseñanza para satisfacer esas necesidades. La empatía les permite comprender las circunstancias personales de los aprendices y brindar un apoyo adecuado.
Paciencia y resiliencia: La enseñanza puede presentar desafíos y obstáculos, pero los docentes vocacionales poseen una paciencia inquebrantable y una capacidad de recuperación. Saben que el aprendizaje es un proceso gradual y están dispuestos a invertir tiempo y esfuerzo para ayudar a los estudiantes a superar dificultades y alcanzar sus metas.
Habilidades de comunicación efectiva: Los docentes vocacionales deben ser capaces de transmitir información de manera clara y concisa. Además, deben ser buenos oyentes para comprender las preguntas y preocupaciones de los aprendices. La comunicación efectiva fomenta un ambiente de confianza y respeto mutuo entre el instructor y los aprendices.
Adaptabilidad y creatividad: Cada estudiante es único, y los docentes vocacionales deben ser capaces de adaptarse a diferentes estilos de aprendizaje y situaciones educativas. La creatividad en la planificación de la práctica docente y enfoques pedagógicos permite generar un ambiente de aprendizaje dinámico y estimulante.
Ética y profesionalismo: La vocación docente implica un compromiso ético y profesional con los estudiantes, sus familias y la comunidad educativa en general. Los docentes vocacionales se adhieren a altos estándares de conducta ética, mantienen la confidencialidad y tratan a todos los estudiantes con igualdad y respeto.
Estos factores clave de la vocación docente son esenciales para fomentar una formación profesional integral que promueva el desarrollo humano de los aprendices. Cuando los docentes o instructores Sena tienen una verdadera vocación, su pasión y dedicación se traducen en un impacto positivo en el proceso de aprendizaje y en la preparación de los aprendices para su inserción en el mercado laboral, su desarrollo personal con presencias notables en el mundo.
En correlato, y en línea con la conclusión de Faustino Larrosa Martínez (2019), se “afirma que la enseñanza es una profesión con vocación en un ambiente de pluralismo ético y moral. En palabras de Cobo Suero (2001) cabe establecer diferencias entre el docente profesional y el docente vocacional en el modo de sentirse realizados. El primero se satisface con el deber cumplido, cuando consigue los fines de la actividad profesional, mientras que el segundo añadirá a lo anterior la satisfacción de haberse realizado profesionalmente.
En el contexto de la pedagogía constructivista, el rol del instructor del SENA adquiere aún más importancia. La pedagogía constructivista se basa en la idea de que el aprendizaje es un proceso activo y significativo en el cual los aprendices construyen su propio conocimiento a través de la interacción con el entorno y la reflexión sobre sus experiencias, vale decir, mediante la acción y el discurso en la esfera pública en el sentir de Hannah Arendt.
El instructor, en este enfoque pedagógico, actúa como facilitador y guía del aprendizaje. Su tarea principal es crear un entorno propicio para el descubrimiento, la exploración, la investigación y reflexión, fomentando la participación activa de los aprendices en su propio proceso de aprendizaje. Esto implica diseñar y desarrollar actividades prácticas, líneas de investigación, proyectos y desafíos que estimulen la creatividad, el pensamiento crítico, el diálogo social, la resolución de problemas y el trabajo colaborativo.
En cuanto a los retos de la vocación docente en la formación integral para el trabajo y el desarrollo humano, se pueden mencionar los siguientes:
Diversidad de estudiantes: Los docentes se enfrentan a la diversidad de trayectorias y de perfiles, habilidades, estilos de aprendizaje y necesidades de los estudiantes. Adaptar las estrategias pedagógicas para incluir y atender a todos los aprendices y garantizar su desarrollo integral puede resultar desafiante.
Update constante: La formación integral implica mantenerse actualizado en los avances y cambios en los campos de conocimiento relevantes. Los docentes deben estar al tanto de las nuevas teorías, enfoques pedagógicos y herramientas tecnológicas para ofrecer una formación de calidad y pertinente.
Aprendizaje socioemocional: La formación integral implica no solo el desarrollo académico, sino también el desarrollo socioemocional de los estudiantes. Los docentes deben estar preparados para abordar y fomentar competencias emocionales, habilidades sociales y valores éticos en el aula.
Articulación con el mundo laboral: La formación integral para el trabajo requiere que los docentes se conecten con el entorno laboral y estén al tanto de las demandas y requerimientos del mercado laboral. Esto implica establecer vínculos con empresas, consolidar información sobre las tendencias laborales y orientar a los estudiantes en la adquisición de habilidades relevantes.
Motivación y desafío: Los docentes se enfrentan al reto de mantener la motivación de los estudiantes y generar un ambiente, intra y extramural, de aprendizaje estimulante. Esto implica encontrar estrategias didácticas creativas, fomentar el pensamiento crítico y el espíritu emprendedor, y brindar oportunidades de desafío que promuevan el desarrollo integral de los estudiantes.
Es de resaltar que el Sena a través de sus 66 años de existencia ha sido reconocido históricamente como una institución clave en la formación para el trabajo y el desarrollo humano de los trabajadores y el pueblo colombiano en general. Sin embargo, en la era de la IA y los avances tecnológicos, la vocación docente en el Sena se enfrenta a desafíos significativos, especialmente en lo que respeta a las desigualdades de origen tanto de instructores como de aprendices. La creciente digitalización y automatización de los procesos productivos plantean nuevos desafíos a los instructores, quienes deben adaptarse a un entorno en constante cambio. A medida que el aula de clase tradicional, ambientes de formación en la cultura Sena, parece estar desapareciendo, es crucial explorar las oportunidades que este nuevo panorama ofrece para la formación y el desarrollo humano.
La IA y la automatización están revolucionando el ecosistema laboral, lo que tiene un impacto directo en los programas de formación del Sena. Las habilidades técnicas ya no son suficientes; los profesionales deben estar preparados para enfrentar desafíos que antes no existían. En este contexto, la vocación docente en el Sena debe evolucionar para abordar las necesidades cambiantes de los aprendices y del mercado laboral.
El temor de que la IA reemplace a los instructores se ha convertido en desafío prioritario. Si bien es cierto que la tecnología puede asumir ciertas tareas repetitivas, el papel del instructor sigue siendo esencial. La IA no puede reemplazar la capacidad humana de motivar, inspirar y guiar a los aprendices. La vocación docente del instructor en el Sena debe adaptarse y aprovechar la tecnología como una herramienta complementaria y, no como un fin en sí misma, en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Asimismo, la IA puede ser un aliado en la formación para el trabajo. Los instructores pueden utilizar herramientas de análisis de datos para identificar las necesidades de los aprendices, por ejemplo, en el marco de la economía popular y, la estrategia campeSENA, para pronosticar el estado del tiempo y los periodos de cosechas, además de personalizar el aprendizaje acorde a las necesidades de las regiones, el trabajador informal y el campesinado en general. La IA también puede proporcionar información en tiempo real sobre las tendencias laborales y las habilidades más demandadas en el mercado, permitiendo que los programas de formación se ajusten a las necesidades actuales y futuras del país.
La IA y las tecnologías emergentes también ofrecen oportunidades para facilitar el aprendizaje personalizado, el acceso a información actualizada y la adquisición de habilidades técnicas demandadas en el mercado laboral. Sin embargo, es crucial garantizar que estas oportunidades no amplifiquen las desigualdades existentes, sino que se utilicen como herramientas de inclusión y equidad.
En síntesis, para salvaguardar el Sena, desde la vocación docente se hace imperativo abordar las desigualdades de origen tanto de instructores como de aprendices para garantizar una formación y capacitación de calidad y equidad. El SENA debe adaptarse a los nuevos paradigmas educativos, aprovechar las ventajas de la tecnología y enfocarse en una formación que prepare a los aprendices para los desafíos del mercado laboral actual y avizorar tendencias emergentes entre educación y trabajo.
Solo a través de una visión inclusiva y transformadora podremos superar las barreras y construir un futuro educativo prometedor para todos. En general, la vocación docente en la formación para el trabajo en el SENA requiere un compromiso constante con la actualización, la adaptabilidad, la gestión eficiente de recursos y tiempo, la atención a la diversidad de perfiles de los aprendices, la vinculación con la industria y la evaluación efectiva del aprendizaje.
Citando a Freire y a manera de cierre de la presente reflexión, “Ninguna nación se afirma fuera de esa loca pasión por el conocimiento sin aventurarse, plena de emoción, en la constante reinvención de sí misma, sin que se arriesgue creativamente. Ninguna sociedad se afirma sin el perfeccionamiento de su cultura, de la ciencia, de la investigación, de la tecnología, de la enseñanza Vocatus social (sic); y todo esto comienza con la preescuela”.
Por último, “Ahora los docentes comparten obligaciones con otras instancias y agentes que adquieren nuevas responsabilidades y competencias en los resultados finales. Díez Hochleitner (1998) considera que, en el futuro, la tarea docente se transformará en una tarea de toda la sociedad”, y, por ende, el docente vocacional no podrá ser sustituido por algoritmos multitarea de la recién parida IA, inteligencia artificial.
Cordial saludo
@apostolfin