El diario La República publicó estos días que en la última reunión anual de la Asamblea de Gobernadores del BID que se llevó a cabo en Barranquilla, el presidente Iván Duque y su amigo, el recién inaugurado ministro de cultura Felipe Buitrago, anunciaron que la edición 46 del Salón Nacional de Artistas se hará “alrededor del río Magdalena”. La sola propuesta produce una cantidad de interrogantes.
El sentido del Salón Nacional es que sea nacional. Es decir, que reúna a los artistas de todas partes del país, que congregue el pensamiento de las variadas regiones de Colombia, que genere diálogos y polémicas entre ellos mismos, y que dé una idea genérica de lo que se está produciendo en las tendencias artísticas en el mundo de las artes plásticas. Por eso, la propuesta de dividirlo como lo han venido haciendo, y de reducirlo a un lugar –el río Magdalena- como lo propone el Ministerio de Cultura, es un desperdicio inútil que contradice la esencia y sentido mismo del Salón Nacional.
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¿En cuáles alrededores del río Magdalena? ¿Cómo se hace el evento? ¿Cómo llegan las obras y se protegen en esa humedad?
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¿En cuáles alrededores del río Magdalena? ¿Cómo se hace el evento? ¿Cómo llegan las obras y se protegen en esa humedad? ¿Cuánto cuesta esa operación de desplazamiento, montaje y conservación? Y, sobre todo, ¿Quién la va a ver? El tema que desarrolló el ministerio para este salón es el políticamente correcto tema del agua, vigente en todo el mundo, nada nuevo, y que seguramente se acomodó a las circunstancias de la reunión de gobernadores del BID, pero para hacerlo tocan en materia grave la esencia del Salón Nacional.
Necesitamos que nos den las cifras desglosadas del costo total de la operación de desplazamiento del salón al rio. ¿El de este año cuando es? ¿Cuáles son los sitios de exposición, ¿Qué facilidad tendrá la gente de recorrerlo? ¿Qué audiencia nacional va a tener una exposición en el río Magdalena? ¿Quién asegura que las obras no se deterioren durante la exposición? ¿Qué sentido tiene movilizar el salón hasta allá para que lo vea una población reducida, aquellos a los que les pagan el paseo, y cuatro caimanes?
¿Por qué no pensar en utilizar el dinero que se invertiría en un desplazamiento inútil y costoso del Salón, en dar computadores e internet a lo largo del río Magdalena para que sus habitantes puedan ver en una página web el catálogo de las propuestas del salón este año? ¿En qué están pensando en el Ministerio de Cultura?
