(1) El voto por el Ingeniero Rodolfo Hernández fue un voto castigo. El pueblo colombiano castigó un gobierno corrupto, despilfarrador, cínico, inepto, amañado, ineficiente, putrefacto.
(2) El voto significó un deseo inmenso por superar la polarización en la política. Esto es castigar la idea de que el que no piense como yo es mi enemigo. Por ejemplo, liberales-conservadores (1940-1970), derecha-izquierda (1970-1990), uribistas-petristas (1990-2020).
(3) El discurso de lucha contra la corrupción en el gobierno y a favor de la eficiencia del Estado es un discurso que pretende unir. Esto es buscar consensos: uribistas, petristas, fajardistas, verdes, liberales, conservadores e indecisos estarían de acuerdo. Discurso que va en contravía de la trasnochada retorica de líderes de la extrema izquierda de la lucha de clases del siglo XIX.
(4) La campaña del ingeniero Hernández no se llevó a cabo en medios de comunicación tradicionales como la televisión, periódicos escritos o digitales, pancartas de publicidad en las calles, Facebook o tarimas en plazas públicas, sino en redes sociales digitales nuevas de origen chino (Tik-Tok, Kwai). Plataformas digitales usadas mayormente por los más jóvenes.
(5) El pueblo colombiano grito que quería un cambio (al precio que sea necesario), y no se dejó acorralar como en las últimas elecciones cuando acorralados eligió al presidente más ilustre y querido de todos los tiempos: Iván Duque (según él).
(6) El pueblo colombiano ratificó que le gusta estar en la punta de la lanza de la Vanguardia en su tiempo. Esto es que prefiere ir hacia adelante, y no hacia atrás.
(7) La sencillez de la propuesta de la lucha contra la corrupción en el gobierno nacional fue capaz de llegar a los electores de a pie y en moto. Esta propuesta ganó frente a complicadas teorías económicas difíciles de entender para el ciudadano no intelectual. Aquel ciudadano trabajador que no tiene ninguna aspiración para ser un reconocido “acadummy” de una universidad extranjera, y lee máximo dos minutos en formato animado. Estas campañas olvidaron que en una democracia escogen las multitudes, no los intelectuales. No todos nacemos para ser intelectuales, y la sabiduría popular es sabia es por la experiencia.
(8) Una sencilla propuesta comparando la eficiencia del Estado Colombiano con la eficiencia de una empresa privada llegó más al elector trabajador, y logró destacarse frente a otras campañas con excelentes y elaboradas propuestas económicas que el votante promedio no pudo digerir (personalmente todavía no entiendo la diferencia entre flujo de cotización y stock de ahorros en pensiones).
(9) La forma del mensaje, esto es el lenguaje usado en la campaña, para transmitir la propuesta supo llegar a eruditos, y no eruditos. El significado de vocablos coloquiales y pintorescos como “lagartos”, “cascarrabias”, “mamertos” o “cantaleta” son fácilmente entendibles por un colombiano (y un rompecabezas al traducir). Al fin en cuentas, un importante elemento que une e identifica una cultura es su argot o jerga. Al igual, la elaboración e introducción de nuevos vocablos lingüísticos en un idioma refleja es la evolución de una civilización.
(10) El voto por el Ingeniero refleja el miedo al resultado económico de gobiernos estilo castrochavismo en América Latina. No porque alguien lo publique, sino porque el ciudadano colombiano ve con impotencia en los semáforos, día a día, inmigrantes (la mayoría niños) provenientes de naciones cuyos pueblos votaron por gobiernos de extrema izquierda.
(11) El voto por Hernández también refleja el miedo a perder la democracia como les sucedió a otros pueblos que escogieron gobiernos de extrema izquierda. Una Democracia que al pueblo colombiano le ha costado sudor y sangre mantener frente a una oligarquía violenta que se niega a toda costa a dejar el poder social, político y económico.
(12) El voto a favor de Hernández ratificó que lo más importante para el colombiano de a pie es sencillo: justicia y democracia para el pueblo y para el Gobierno. Por algo, Colombia es considerada el fortín de la democracia en Latinoamérica.
(13) Este voto “sui generis” (solo pasa en Colombia) es la despedida de la polarización, y el aprestamiento a la apertura de nuevas propuestas sociales, políticas, económicas y tecnológicas en el nuevo siglo XXI.
(14) Este voto disruptivo y antisistema es por la evolución no por la revolución. Al considerar que muchos entendemos que estamos despidiendo una vieja era, y dándole la bienvenida a una nueva. Muchos creemos que Colombia, así como sus partidos políticos, tiene la capacidad para reinventarse una y otra vez.
Así no se deje engañar cuando escuche que las mayorías, el "cumbumbio" (las multitudes), los que votaron por el viejito cascarrabias y dicharachero que quiere terminar con los lagartos y mamertos de siempre son unos ignorantes o faltos de educación. Únicamente el tiempo dirá que tan equivocada es esta estrategia de cambio, y se demuestre que aquel candidato que prometió no serlo es simplemente otro caballo de Troya del uribismo.