Como corresponde a la pésima e inhumana administración de Enrique Peñalosa, su intervención en el Bronx se dio en el marco de la improvisación y sin ninguna preocupación por los habitantes de la calle que allí se concentraban y llevaban una vida. Sin un plan, sacó a estos 3.000 ciudadanos que estaban en la ELE. Desperdigados y perseguidos por la policía y con poco acompañamiento del distrito, cerca de 400 habitantes de la calle han establecido hogares transitorios de acuerdo a las avanzadas de la fuerza pública.
En un primer lugar, se asentaron en la plaza España y de allí han sido sacados a la fuerza a un lugar tan indigno como el caño de la calle Sexta con Avenida Caracas, al cual los condujo la Policía a la fuerza, abandonados a su suerte y sin ningún tipo de precaución o cuidado mínimo por la dignidad de estas personas. Así, en una lluvia como la de anoche, muchos fueran arrastrados a la muerte (al momento de escribir esta nota al menos dos de ellos han sido encontrado muertos y hay más de 60 desaparecidos). Un lastre menos para el alcalde.
No creo que haya nada que demuestre de mejor forma su falta de planificación (igual que en temas como el del Metro) un desprecio por los vulnerables (la reducción de presupuesto para madres comunitarias), sus debilidades en política social (evidenciado en el plan de desarrollo y el presupuesto de inversión en el que se privilegian obras sobre inversión social).
Peñalosa ha venido diciendo que se trata de un problema que tiene orígenes jurisprudenciales: la Corte le pide que los proteja, pero la jurisprudencia de la misma les impide llevarlos contra su voluntad. Esto en efecto genera una complejidad para el tratamiento de este fenómeno. Sin embargo, el problema de Peñalosa es de enfoque de política pública. Para Peñalosa en toda la intervención del Bronx, la última de sus preocupaciones fueron las personas que vivían allí. Para él los habitantes de la calle no son una prioridad y eso se refleja en estos resultados varias semanas después de la intervención en la ELE.