Hace unos días un hombre protestó en su cuenta de Twitter frente a la campaña de Nosotras que muestra una toalla higiénica untada de menstruación —por lo demás bastante sutil— por ser muy “incómoda” y “explícita”.
Las reacciones a su comentario parecieron unilateralmente críticas e intentaron hacer evidente la “naturalidad” con que la menstruación debería percibirse. Pero ¿realmente nos sorprende la repulsividad con que se ve la menstruación por parte de un hombre en un país en donde la educación sexual no solo es precaria, sino que separa a los niños y las niñas para responder sus preguntas? En este país solo se habla de la menstruación si es en susurros.
Nos siguen diciendo a las mujeres que menstruar debe mantenerse en lo privado, a pesar de que en cifras se calcula que en el instante en que ustedes leen esto, en el mundo hay más de 800 millones de mujeres menstruando. Nos siguen diciendo que “no les da asco” pero muchas mujeres siguen enseñando a sus hijas a envolver la toalla higiénica en capas y capas de papel o plástico para que los hombres de la casa no vean que estamos “en nuestros días”. Nos siguen diciendo que la menstruación es “normal” pero hombres y mujeres siguen sintiendo vergüenza en la caja de un supermercado cuando compran sus toallas higiénicas o las de su pareja. Las niñas en los colegios siguen escondiendo la toalla higiénica o el tampón cuando van al baño para que nadie sepa que están en su periodo. Seguimos utilizando eufemismos para referirnos a los productos de “higiene femenina”. Y la molestia o incomodidad con las copas menstruales o las toallas de tela es el pan de cada día.
El estigma que aún carga la menstruación es inmesurable. Hoy en día existen 335 millones de niñas alrededor del mundo que en su colegio no tienen acceso a baños con agua para poder limpiarse y tener un ciclo menstrual digno.
Así que no, hombres, no crean que son mejores que aquel que rechazó las toallas higiénicas con sangre al decir que para ustedes eso es “normal”. El que puso ese tuit no es un hombre “incauto”, como leí por ahí, porque su error no fue no tener cautela en expresar su inconformidad, sino creer que la menstruación no merece un lugar propio en la agenda pública o que incluso esto se trata de ustedes, de cómo nos entienden o nos apoyan durante la menstruación.
Entonces no, si a ustedes la propaganda de Nosotras “no les arruinó el almuerzo” no necesitan felicitaciones. Hasta que no sean capaces de entender que el ciclo menstrual produce dolor de cabeza, cólicos menstruales, diarrea, dolor de espalda y cansancio no van a entender también que eso no es una excusa para menospreciar a las mujeres emocional o laboralmente. Y hasta que eso no pase, usted es igual que ese machito que dice que le parece “demasiado explícita” la sangre.
Amigas, que el tuit de ese hombre y las reacciones de los machitos “aliados” a este nos sirvan para recordarnos como sociedad que no debería ser un acto feminista hablar, conocer o expresar un proceso físico de nuestros cuerpos, como no lo es cagar, vomitar, orinar o eyacular.