Hasta ayer, Juan Carlos Moreno Tabares era un humilde trabajador, un colombiano que como tantos, cada día se levantaba y salía en su motocarguero, a buscar el sustento para él y para su familia, pero todo indica que fue engañado por unos criminales terroristas que lo condujeron a su propia muerte.
Ni qué decir del soldado Yober Alndrés Rojas Gonzalez, de escasos 18 años. ¡Casi un niño, por Dios! fue este joven del batallón Pantano de Vargas, en Granada, Meta, quien evitó que el motocarguero con los explosivos ingresara al batallón y ocasionara una tragedia mayor.
Todos en Granada, y en todo el alto, medio y bajo Ariari saben quiénes cometieron este acto de barbarie. Todos en la región han visto el escalofriante resurgir de un grupo criminal que nunca se desmovilizó, sino que fraguó una pantomima miserable para, además de controlar el maldito negocio del narcotráfico, y seguir viviendo del secuestro y la extorsión, pues tener además un espacio político.
Todo para poner a sus líderes criminales a incidir desde el Congreso en las decisiones más trascentales del país, y así, de la mano de algunos jueces y magistrados que, probado está que son bandidos, tomarse el poder, destruir el aparato democrático, sembrando miedo y zozobra, sin importar que para ello tengan que engañar a millones de jóvenes que no han entendido que mediante discursos de odio los están utilizando solo para mezquinos y ciminales intereses.
Ojalá esos muchachos engañados entiendan que sí, que el futuro está en sus manos, y justo por eso los criminales se aprovechan de su ingenuidad, de su desconocimiento de la historia del país, y ese futuro que ellos sueñan hoy más que nunca está en riesgo.
Ojalá despierten, ojalá un día no muy lejano, no tengan que decir como dicen hoy millones de ciudadanos en los países donde el comunismo ha dejado tanta miseria, hambre y destrucción; "¿En qué momento fue que nos dejamos robar el país?"... ¡Ojalá!
Deseamos pronta recuperación a los heridos, y paz en la tumba de estos dos colombianos que, como tantos, cayeron víctimas de una guerra que quizá nunca entendieron. A sus familias, y a las familias de todas las víctimas de esta tragedia, toda mi consideración y solidaridad.