Esta conversación con Juan Manuel Ospina cobra fuerza en un momento en que los colombianos quieren entender qué es lo que está pasando después de una semana de protestas continuas, con vandalismo en algunos puntos, pero mayoritariamente pacíficas; entender por qué la gente, y especialmente los jóvenes siguen llenando las calles de las ciudades de Colombia
Juan Manuel Ospina: Hace días tenía pendiente de que conversáramos. Queremos que nos ayudes a entender lo que pasa en Colombia, no para dar respuesta sino para ayudarnos a plantear preguntas. Su libro, Sandra Borda, Parar para avanzar, no puede ser más oportuno para entender lo que pasa.
Sandra Borda: Parte del ejercicio era recoger a lo crónica un momento de cambio fundamental por el que atravesamos en noviembre del 2019. El origen de la protesta social no se apagó con el año de encierro porque la gente ya estaba en la calle y nada, ni siquiera esta pandemia, pudo frenar.
JMO: Los protagonistas de este libro y de las protestas son los jóvenes. ¿ este es el segundo tiempo del mismo partido? ¿los jugadores siguen siendo los jóvenes?
S.B: Hay algunas situaciones de continuidad pero aparecen nuevos personajes. Las organizaciones de noviembre del 2019 siguen siendo protagonistas, la gente se familiariza con la protesta y en ese sentido hay secuencia, pero hay diferencias. Si se compara lo de noviembre del 2019 con lo actual, se confirma que los jóvenes siguen siendo los protagonistas, pero los sectores de la juventud han cambiado.
En noviembre del 2019 uno se encontraba a los estudiantes organizados y nos hablaban de los prestamos al ICETEX, de la corrupción, el centro de su malestar era la educación. Desde septiembre del año pasado tiene más que ver con el abuso policial. Tenían el énfasis puesto en los jóvenes pobres que no podían acceder a la educación y muy especialmente su dificultad con la fuerza pública, por eso el asesinato de Javier Ordoñez fue un detonante. Despertó mucha indignación.
Hoy vemos una mezcla de las dos cosas: gente organizada, los del Comité del paro, pero hay un sector de la juventud que está participando de manera menos espontánea y activada por el deterioro de la situación generada por la pandemia. El nivel de empobrecimiento es enorme, aumento de la marginalidad. Mira lo de Siloé en Cali, son jóvenes sometidos a la marginalidad y se encuentran en lugares desprovistos de presencia del Estado. La única presencia del Estado que conocen es la del abuso policial, son los agentes que los reprimen.
JMO: Ahora que te oí hablar pensaba, esto que vivimos es uno de los avances que logró la sociedad colombiana cuando salió del espiral de violencia y se acabo un poco la satanización de la protesta ciudadana, que siempre terminaba ligada a la guerrilla. Hay como una primavera de acción ciudadana que se fue materializando en estos dos momentos, a la que se le une la crisis política.
SB: El gran problema es que el gobierno sigue pensando que el truco aquel de decir que la protesta es insurgencia para ignorarla y comete el error al subestimarla. Se centran en los incidentes violentos puntuales para estigmatizarla. El resultado es que le inyectan más rabia y frustración a los que salen a protestar. Lo peor es que el cuento no sólo es no es creíble, por eso no tiene sentido seguir insistiendo en eso. Ya la Corte se los dijo: no sigan estigmatizando la protesta, además esto embalentona a la fuerza pública. Posibilita con ese discurso el abuso policial; el gobierno tiene que ser responsable con estas declaraciones.
JMO: Ahora dijiste que es que, parecería, que el gobierno le interesa minimizar la importancia de la protesta masivamente pacífica y ponerle los reflectores a los hechos violentos, algo que acompañan los medios de comunicación. Se vuelve una confrontación de posiciones radicales. Los de derecha y la izquierda. Eso genera un escenario muy complicado y más cuando empieza a darse en tiempos de campaña electoral.
SB: Es cierto. La protesta pacífica es la que manda pero se magnifican los incidentes violentos. En Estados Unidos con las movilizaciones por el asesinato de Goerge Floyd ocurrió algo parecido: el 85% de las protestas fueron pacíficas, sin embargo los medios mostraron lo contrario y eso disuade a la gente de salir a la calle; le hace creer a la gente que todos son maleantes, los llamados desadaptados sociales los que mandan. Esta demostrado que en los países donde hay protesta social hay más democracia. Al estigmatizar la protesta se restringe cada vez más el espacio democrático.
JMO: Hago dos observaciones. Cuando estas presentaciones se dan se cierran los espacios democráticos y les abre el camino a los caudillos. Muchos ingenuos creímos que después del proceso de paz iba a ser el nuevo cuarto de hora de los partidos políticos, que iban a surgir nuevos liderazgos, pero los cambios no se ven. Los políticos han quedado a un lado, como si tuvieran poco que hacer. Los ciudadanos dicen, nosotros somos los políticos. ¿No sientes que a la par de todo esto, hay una decepción porque la política no se transformó después de los acuerdos?
SB: Las encuestas del mundo muestran el desencanto con las instituciones democráticas que es una cosa difícil; yo abogo por el derecho a la protesta pero creo que es importante fortalecer los otros espacios institucionales. El escenario en el que nos enfrentamos cuando rechazamos la democracia representantiva abre el espacio para que los caudillos toman fuerza y el ejemplo más claro es Trump. El aburrimiento de los norteamericanos llevó a que se eligiera un tipo anti institución y mira el daño que hizo. Necesitamos cambios y transformaciones que tengan lugar al interior de las instituciones. Acá hay que obligar a las fuerzas políticas a que den la vuelta y empiecen a mirar a la gente.
JMO: Los colombianos no nos uníamos con sentimiento nacional solo hasta que jugaba la Selección Colombia, no será que este renacer de esta consciencia se convierta en la savia que transforme las instituciones políticas porque la salida no es yéndonos por el lado caudillista que es la negación de la democracia.
SB: Hay que tener mucho cuidado con lo que están haciendo nuestros políticos en este momento. Muchos dicen, que se reúnan los expresidentes y resuelvan esto. No este país no aguanta ya más pactos de caballeros. Ya nos tocó con el Frente Nacional y eso produjo una exclusión política que nos terminó metiendo en un conflicto de sesenta años. Por allí ya no es la cosa. Es necesario reivindicar a los partidos políticos que vuelva a ser el hilo conductor entre la sociedad y el estado y que vuelvan a brillar sus credenciales representativas. Este es un compromiso no sólo de este gobierno, la solución de la crisis no tiene nada que ver con este gobierno al que lo único le queda es acabar su periodo y lo que hay que pedir que haga el menor daño posible en lo que queda.