Para los bogotanos aumenta la percepción de inseguridad

Para los bogotanos aumenta la percepción de inseguridad

El análisis para formular una polí­tica pública en la materia debe fundamentarse en la problemática real de cada una de las actividades ilícitas más recurrentes

Por: ROGER JOSÉ CARRILLO CAMPO
octubre 23, 2017
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Para los bogotanos aumenta la percepción de inseguridad

La concentración demográfica de Bogotá, como capital de Colombia, determina los grandes problemas sociales que hacen parte de la cotidianidad de la ciudad. Uno de los conflictos que a diario sufren los bogotanos es la inseguridad y el aumento generalizado de la delincuencia. Este es el que más secuelas deja en el imaginario popular, incidiendo directamente en la calidad de vida y generando un aumento prolongado en la percepción de seguridad de las personas.

Al realizar un análisis cuidadoso de la más reciente "Encuesta de Percepción y Victimización en Bogotá" realizada por la Cámara de Comercio de Bogotá para el primer semestre de 2017 y presentada en el mes de septiembre de la misma vigencia, se podrían sacar unas conclusiones importantes para el accionar de la administración del alcalde Enrique Peñalosa y por competencia en la materia de la Secretaria Distrital de Seguridad y Convivencia.

Resulta contradictorio que la percepción de la población bogotana sobre la seguridad en su barrio se haya incrementado en un 11 %, pero por otro lado, la misma encuesta muestre un aumento de la percepción de inseguridad de la ciudad en 9 puntos; es decir que del primer semestre de 2016 a primer semestre de 2017 la percepción general de inseguridad en Bogotá aumentó del 41 % al 50 %. Esto puede tener explicación debido a que la mayorí­a de hurtos se realizan en calles o avenidas de la ciudad (39 %) o en el transporte público (29 %), así los barrios de residencia se convierten en entornos seguros y confiables para la gran mayorí­a de los vecinos que los habitan.

Otra causa importante de la alta percepción de inseguridad está precedida por la práctica del narcomenudeo, del que los parques bogotanos y entornos escolares son el epicentro y el perfecto caldo de cultivo para el negocio. De las cifras publicadas por la encuesta citada preocupa de manera alarmante el aumento de dicha percepción pasando del 29 % al 39 %, es decir que cada vez las personas se sienten más inseguras en los parques bogotanos y preocupa porque en muchos casos son estos espacios públicos la única alternativa para la recreación, el deporte y el sano esparcimiento de nuestros vulnerables niños y adolescentes.

Ahora bien, a la administración distrital se len ha brindado herramientas. Por ejemplo, se aprobó la creación de la Secretaria de Seguridad y Convivencia, con el objetivo de liderar la polí­tica en la materia. Para el 2017 el presupuesto de este sector supera los $500.000 millones, de los cuales más de $300.000 millones están destinados para inversió. Además, a dicha Secretaria se le aprobaron recursos por cupo de endeudamiento por encima de los $200.000 millones.

Sin embargo, no es clara la política de seguridad de la "Bogotá Mejor Para Todos", aunque se reconocen algunos avances como la intervención en los denominados 750 puntos "calientes", con el fin de disminuir la criminalidad en estos sectores. No obstante, estas son medidas de choque que no brindan resultados a mediano o largo plazo y que por ende no mitigan, sino que desplazan la criminalidad a otros sectores que se ven afectados, tal como ocurrió con "los ganchos del Bronx", que se reorganizaron en otros sectores de Bogotá como el barrio San Bernardo o el puente de la carrera 30 con calle sexta.

El análisis para formular una polí­tica pública en la materia debe fundamentarse en la problemática real de cada una de las actividades ilícitas más recurrentes. Cabe anotar que el hurto a personas, el narcomenudeo y el robo de carros son flagelos constantes y permanentes en el tiempo.

Ahora bien, ¿cuáles serán las mejores medidas para combatir estos crímenes? Esta es la pregunta que a diario deben hacerse los asesores y consultores técnicos del sector de seguridad en Bogotá y aunque para esta temática no existen verdades absolutas, sí es importante concretar unas estrategias a largo plazo.

Primero que todo, hay que identificar cuáles son los centros de gravedad de cada una de estas actividades ilí­citas a partir de las finanzas de las organizaciones criminales dedicadas a estos actos. Recordemos al Nobel de Economí­a Gary Becker quien en los años 60 en su obra Crimen y Castigo estableció unas máximas sobre el comportamiento del criminal, como individuos racionales que tienden siempre a maximizar su utilidad, como cualquier negocio legal.

Bajo esta teorí­a e identificando los centros de gravedad de estas prácticas ilí­citas se pueden establecer las estrategias de largo plazo para su mitigación. Por ejemplo, según los estudios y estadí­sticas del mes de septiembre, en Bogotá se roban un carro cada 4 horas, es decir 6 carros diarios, 180 al mes y en consecuencia más de 2000 al año.

¿Cuál será el centro de gravedad de este crimen? Pues el que determina la utilidad financiera de las bandas dedicadas a este ilí­cito, es decir, el mercado negro de las autopartes. El mismo caso sucede con el terrible aumento en los hurtos a celulares, el centro de gravedad del ilí­cito es el mercado negro de celulares robados, y es este el que mantiene financieramente esta práctica criminal. Ahora bien, ¿cómo combatirlos? Pues como en cualquier mercado, minimizando la rentabilidad y maximizando los costos de transacción y los riesgos asociados.

Igualmente, no podemos olvidar que la competencia de la Policí­a es sumamente necesaria para este fin. De ese modo, identificar los mercaderes de los crí­menes, sus zonas de operación, y su modus operandi se debe hacer una tarea importante de inteligencia policial, que debe servir de insumo para la toma de decisiones.

Así mismo, aumentar los costos a través de un trabajo conjunto con la Fiscalí­a para los procesos de judicialización efectiva de los criminales, maximizar los riesgos aumentando el pie de fuerza pública en la capital. Actualmente, se cuenta con 230 policí­as por cada 100.000 habitantes y la meta debe ser llegar a 600 efectivos por cada 100.000 habitantes, como lo establecen los estándares internacionales. Debemos pasar de 18.000 policías en la actualidad a 43.000 como meta. De igual modo, la instalación de más cámaras de seguridad es una medida que maximiza riesgos y minimiza utilidades para estos criminales.

Por último, una tarea importante que está ejecutando esta administración gira en torno al embellecimiento de los espacios públicos y parques. Esta apuesta se refrenda con la apropiación ciudadana de estos espacios, redunda en el mejoramiento de la percepción de seguridad y desplaza la actividad criminal de estos escenarios. Entonces, debemos seguir con esta buena estrategia de la alcaldía de Bogotá, en virtud del bienestar de nuestros barrios.

Ha habido avances y aunque algunos indicadores han mejorado de manera marginal, urge revisar la política de seguridad de Bogotá. El escenario es complicado, teniendo en cuenta que los resultados de un ajuste se verán en el mediano y largo plazo, pero una estrategia efectiva que afecte los mercados ilegales puede ser perdurable en el tiempo, minimizando así la utilidad del crimen.

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