¿Para dónde va Cuba?
Opinión

¿Para dónde va Cuba?

Hablar del ‘hartazgo con el comunismo’ o de que se ‘lucha por la democracia’, es interpretar con unos referenciales amañados lo que sucede

Por:
julio 21, 2021
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Una amiga me preguntó si tenía alguna opinión sobre lo que pasaba en Cuba. Aquí la respuesta.

Entender lo que pasa en Cuba debe hacerse a partir un contexto mucho más amplio que la descripción del momento.

Si un país tan pequeño y hasta cierto punto tan insignificante tomó la importancia que tiene, debe presumirse que lo que concierne a la información que recibimos sobre él se le dedican en forma igualmente desproporcionada el poder y los recursos para vender la imagen que interesa a quienes le dan tanta importancia.

No tiene explicación lógica que el país más poderoso del mundo le haya declarado la guerra y mantenga en su radar como propósito constante durante más de sesenta años y 12 presidentes el tumbar un régimen que en nada lo afecta. Eso es lo primero que requiere un análisis.

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No tiene explicación lógica que el país más poderoso del mundo le haya declarado la guerra y mantenga en su radar más de sesenta años  el tumbar un régimen que en nada lo afecta

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Por supuesto que el cuento de ‘defender la democracia’ o ‘el interés por el pueblo cubano’ son apenas pretextos en busca de alguna justificación. Lo más cercano a algo comprensible es el peso de los cubanos emigrados a Florida que se convirtieron en votantes determinantes de las elecciones en ese Estado; y, en consecuencia, por el peso que ese tiene, en las elecciones nacionales. Basta recordar el caso de Bush y Gore o ahora la importancia que daba Trump al resultado allá. Eso pesa pero no tanto.

Lo que sucede es que se convirtió en una piedra en el zapato que fue creciendo cada vez más a medida que no se superaba. Habiendo ensayado la invasión, el embargo, el alineamiento con toda la OEA en apoyo a ese objetivo, el no lograrlo es un estigma para el poderío americano y reconocerlo es una carga histórica que ningún mandatario se atreve a asumir.

Por eso  lo que ha producido es una interpretación dirigida a ese obsesivo propósito, pero tan difícil e inapropiada para llegar a la verdad,  como usarla para entender la relevancia que le da el Gobierno Americano.

Yo parto de dos premisas: una, que no son los líderes quienes imponen su mentalidad en los pueblos sino los pueblos quienes encuentran en las condiciones de un dirigente lo que los represente. Y dos, que la descripción teórica o académica de una situación explica mucho menos que la historia y los antecedentes que llevaron a ella.

Si los Castro han gobernado por décadas es porque así lo ha deseado o aceptado la mayoría de los cubanos. No implica eso que no sea una dictadura, pero es que las dictaduras normalmente comienzan y duran mientras no se conviertan en la tiranía contra la población.

La ‘democracia’ ha sido un intento de crear una estructura que cumpla con buscar el bienestar general. Pero es solo un medio y una opción para buscar eso. El ‘dictador ideal’, ciento por ciento interesado solo en el bien común, con todas las capacidades y cualidades para su manejo y revestido de todos los poderes para lograrlo llenaría mejor ese papel. Tal persona no existe pero en la medida que alguien se acerque -o la imagen que proyecta lo parezca- la población lo acepta e incluso lo respalda. Ni Chávez, ni Pinochet, ni Hitler, ni Stalin subieron en contra de la voluntad de las mayorías.

La etapa que vive Cuba puede ser parecida a los casos similares. China y Rusia -al igual que la isla- no tienen en su historia un periodo de mecanismos democráticos. Las revoluciones que impusieron el régimen socialista solo continuaron una tradición de representantes de un poder central omnipotente. El fracaso del socialismo como modelo económico los obligó a abrir compuertas capitalistas que inicialmente produjeron grandes agitaciones, y éstas aterrizaron en otros poderes omnipotentes como Putin en Rusia y Hi en China.

No parece que la presentación (¿deformada?) que presagiaría que el gobierno cubano vaya a sufrir una contrarrevolución sea correcta. Probablemente ampliará, pero con más regulación, las características capitalistas. Es decir acercándose a la convergencia de lo que nosotros llamamos ‘capitalismo de Estado’ y el desarrollo socialista llama ‘socialismo capitalista’.

Hablar del ‘hartazgo con el comunismo’ o de que se ‘lucha por la democracia’, es interpretar con unos referenciales amañados lo que sucede. Las protestas sociales son el aire de la época: la pandemia y los ajustes al nuevo mundo (de internet y redes sociales, de robótica y 5G, de preocupación por el medio ambiente y más por mejorar la distribución que por generar crecimiento) se reflejan en todas partes. Y en todas partes se manifiestan con protestas contra los gobiernos.

 

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