Ser ministro es un premio de consolación para algunos y un trampolín para otros. Pero que sea una cosa u otra depende de elementos externos a la propia gestión en la cartera. Depende, por ejemplo, del juego que el presidente le dé a un tema u otro, del presupuesto que maneje, de los cargos que reparta, de las peleas que case. También depende de la fuerza política con que se llegue al cargo.
El gobierno de Santos ha hecho pocas crisis de gabinete, aunque muchos cambios de ministros. Ha fundido el fusible del Ministerio de Minas a cada rato y eso no ha significado mejoras para el sector. También ha hecho cambios en Medio Ambiente, en Justicia y en infraestructura pero ha sido cuidadoso con el Ministerio de Defensa y la Cancillería.
Ahora que llega a su último tercio, dice que ha constituido un gabinete para la paz aunque sustenta su declaración con pruebas débiles. Por meter una representante del Polo y uno de los Verdes no se acerca más a la paz o a la aprobación del plebiscito, pero si distancia y crea escollos en la Unidad Nacional con la que gobernaba tan cómodo.
Por meter una representante del Polo y uno de los Verdes
Santos no se acerca más a la paz o a la aprobación del plebiscito,
pero si distancia a la Unidad Nacional con la que gobernaba tan cómodo
El cambio de gabinete generó una molestia grande en el Partido Liberal, en el Polo y en los Verdes. El Senador Horacio Serpa está tan bravo que anunció que los liberales se van de la Unidad Nacional. Eso sí, le faltó decir para dónde se van, porque a la oposición de derecha al lado de Uribe no creo que se sientan muy a gusto, especialmente el propio Serpa dos veces derrotado por la “seguridad Democrática”. Tampoco creo que se vayan para la oposición de izquierda; allá como que tampoco caben. No veo a Petro o a Robledo abriéndose a una coalición con el liberalismo.
Por supuesto tampoco nos ha dicho Serpa, si es que de verdad se van, a quién se lleva con él: ¿a Cristo, que hace pinitos de precandidato o a De la Calle que ya suena bastante para ese mismo oficio? No parece que a ninguno de los dos le llame la atención seguir tan incierto camino.
Podría de pronto seguirlo el delfín de Gaviria un poco extraviado en ese ingrato oficio de tecnócrata como director de Planeación Nacional. Pero ¿para qué irse de allí si no tiene a dónde llegar?
María Ángela, ha resistido todas las derrotas con estoicismo y en todas el apoyo del presidente ha sido incondicional, de manera que, más que liberal, la Canciller es santista purasangre y no va a cambiar esto por el variante liderazgo de Serpa. Mucho menos lo hará Luis Carlos Villegas otro santista a toda prueba que no se va a marchar habiendo llegado hace relativamente poco.
Quedaría Alejandro Gaviria, otro tecnócrata que le adjudicaron al Partido Liberal y David Luna que está más contento que marrano estrenando lazo con el lanzamiento de la licitación del tercer canal. Esos dos están atornillados y no se han mosqueado con las amenazas del liberalismo.
Con este somero análisis de las condiciones del Partido Liberal en el gobierno de la Unidad Nacional, la salida que anunció Serpa se quedaría únicamente en la pérdida de presidencias y vicepresidencia en el Congreso, algo que en realidad tiene poca trascendencia electoral, aunque sí podría incidir en que les llegue menos mermelada y se debilite la bancada.
En fin, no se entiende esta jugada serpista y queda la sensación de una rabieta a la que nadie le va a parar bolas, como tampoco le obedecerán al Polo cuando desautoriza a la entrante ministra del Trabajo o al Partido Verde con el ingreso de su representante en el gris e inocuo Ministerio de Justicia.
La única salida que da lástima es la ocasionada por el juego de póker de la terna para Fiscal, en la que se sacrificó un hombre de mucha talla, que brilló aún en ese reducido e inoperante ministerio, el doctor Yesid Reyes, ese sí un liberal de raca mandaca, aunque ajeno a las triquiñuelas partidistas. También es una lástima que lo reemplace Jorge Eduardo Londoño, que tiene líos no resueltos con la justicia y se convertirá en un tropiezo para el Partido Verde que tampoco tiene claro por cuál camino seguir.
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