Lo advierte El País de España, el periódico más influyente de habla hispana, en su más reciente editorial sobre Colombia. "Colombia despeja Enigmas". Ver artículo.
La historia se repite, y más crítica aún frente a lo que sucedió hace 4 años, cuando fue elegido Iván Duque. Nuestro país va rumbo a la máxima polarización política en época electoral.
La publicación de prensa del martes 15 de marzo, dice, entre otras cosas, lo siguiente: “Se vislumbra un escenario marcado por la omnipresente figura de Petro y un frente contra él. La polarización regresa, si alguna vez se fue, y las semejanzas con la elección de hace cuatro años son hoy más fuertes que antes de la cita del domingo. Petro no tenía entonces la fuerza que ahora tiene en el Congreso, ni el miedo a su posible triunfo es tan grande. La polarización podría volver a ser el cáncer de la vida política de Colombia. Con ella se disuelve el espacio para el debate y lejos de cerrarse las heridas entre los colombianos puede hacer que persistan e incluso se ahonden”.
Quizás también lo más preocupante es el efecto incendiario, el combustible que hace crecer un ambiente caótico, deplorable, incontrolable, sin censura y que se logra igualmente a través de las redes sociales, en las cuales el acalorado discurso no respeta nada, ni a nadie, se obra con pasión, fanatismo, irresponsabilidad, sordo sectarismo y poco de razón.
Por ello el escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez ha dicho: “Las redes sociales son una cloaca, insulto luego existo” en otras oportunidades también ha afirmado: “Las redes sociales están secuestradas por el narcisismo, la intolerancia y la calumnia”. Todo lo anterior se ha visto y se verá con mayor intensidad e impacto en el desarrollo de las jornadas electorales.
Al anterior fatídico coctel de comunicación, se une la réplica, recepción, acogida o popular eco por considerarlo noticia, que algunos medios de comunicación tradicionales hacen, retomando las expresiones en calor de los candidatos en plenos debates, multiplicando el efecto de agravios, insultos, ofensas y demás, que le dan todavía más impulso a una dinámica deplorable del ambiente electoral, en donde gana fácilmente la frivolidad, la anécdota y el irrespeto a una comunidad potencial votante, a la democracia y al país.
¡Qué tristeza! No es si no ver los titulares de los grandes medios tradicionales de Colombia, que a pesar de los esfuerzos de crear un ambiente informativo constructivo, saludable en medio de las diferencias políticas y programáticas de los candidatos, construir pedagogía para los electores y darles herramientas que les permita elegir con libertad y conciencia, caen involuntariamente en el patrocinio de la polarización, el desprestigio de la clase política aspirante y le hacen el juego a la mediocridad y lo banal del discurso acalorado de los debates.
Todo se está convirtiendo con esta bomba de polarización en quué le dijo Fico a Petro, qué le dijo Íngrid a cualquiera de los dos, un juego de línea editorial de mensajes de confrontación cruda y que solo conduce a un camino… la guerra verbal que no aporta nada y llena los espíritus del ciudadano de a pie en lo mismo, actuar con agresividad, uniéndose a la pelea como perros y gatos.
Mientras esto sucede, la esperanza se pierde y el país crece en problemas sin solución, en caminos oscuros y en un futuro incierto que nos puede llevar al abismo, sin retorno.