Para hablar del desastre ambiental de la Amazonia debería centrarme en lo que ha pasado a partir del 10 de agosto de este año, pero esto solo ha sido un llamado de atención de lo que viene sucediendo desde hace más de 30 años, con la llegada de industrias que han sido cómplices de la deforestación en la Amazonia y que seguirán siendo parte del millonario negocio de los incendios, más aún con la llegada de gobiernos que ven esta región como una buena extensión de tierra para mejorar su producción industrial.
Está bien que se hagan protestas por redes sociales, llamados a movilizarse y unas que otras notas en los medios, pero quizás se está haciendo tarde. Cabe recordar que la Amazonia es santuario de fauna y flora, actúa como sumidero de carbono, son los pulmones de la tierra, está habitada por más de 400 tribus indígenas y muchos más privilegios que se están perdiendo, y es que las cifras hablan por sí solas, según WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza), casi el 20% de la selva amazónica ha desaparecido el último medio siglo y va incrementando, pues tan solo en Brasil se alcanzó la cifra de 5.879 millones de kilómetros cuadrados deforestados en el último año, por lo que se pronostica que en el 2070 la Amazonia será tierra de ganado y hasta puedo decir un escenario de la guerra por el agua.
Reconozco que todos somos cómplices o por qué seguimos escogiendo presidentes que les importa más el ego que la Amazonia, digo esto por lo ocurrido con Bolsonaro, quien culpó por los incendios a las ONG ambientales como consecuencia de haber reducido el presupuesto destinado a ellas, también dijo que aceptará la ayuda de 22 millones de dólares que pidió Francia a la cumbre del G7, si el presidente francés “retira sus insultos por su pensamiento colonial”. Por supuesto, que el presidente Macron no solo está pensando en favorecer al medio ambiente, pues no se puede olvidar que productores multados por la deforestación ilegal en Brasil siguen vendiendo a empresas en la Unión Europea.
Seguramente estaremos pensando en la ayuda que debe ofrecer Colombia como implicado, pero qué podemos pedir si somos un país en el que avanza la deforestación en su mayoría para la siembra de coca por parte de grupos armados y todavía no hemos podido pasar la hoja al negocio de la guerra.
Retomando, las ayudas se han ofrecido para los otros países igual implicados, pues para el presidente brasileño la intervención es colonialismo. “Brasil es como una virgen que todos los pervertidos de fuera desean”, expresó hace unos días cuando se le preguntó por el desastre ambiental. ¿Qué se puede esperar si en su campaña decía que el indio ya tiene demasiadas tierras, que estas se deben usar para negocios como la explotación minera, forestal y la agricultura?
Esto nos viene a decir que se nos hace tarde para dejar de ver como absurdo al líder que piensa en la urgencia del calentamiento global, pues podemos hacer mucha bulla por el incendio en la Amazonia, pero si seguimos eligiendo a la persona que promete construcciones, economía basada en los recursos naturales y que no acepta que se está haciendo tarde para pensar y actuar de forma ecológica estaremos cayendo una y otra vez hasta que la Amazonia sea una selva de cemento.
