El voto en blanco no sirve de nada. Hay quienes argumentan que se trata de una opción de la democracia, un simbolismo. Sin duda lo es, pero en segunda vuelta no define mayor cosa, excepto que se convertirá en ventaja para un lado y en desventaja para el otro. Inclina la balanza peligrosamente hacia un pasado que ya conocemos de antemano. Hace falta el peso de un voto crítico que invita a reescribir la página de la historia sin dejarla en blanco.
Los “blanquistas” afirman categóricamente: “ningún candidato me representa”. Es una lástima que la corruptos sean tan "grupales" mientras algunos puritanos blanquistas sean tan individualistas. Mientras la gran barca de los corruptos se llena con un “nosotros” que acoge lo malo, lo más malo y lo peor de toda la tradición política de este país, os blanquistas no dejan de repetirse ese estribillo individualista que señala el deíctico de primera persona “me”, como si en un país las decisiones que a futuro se tomen solo afectará a “su” persona y no el carácter grupal, colectivo, social del país. La corrupción acogió todos los colores, todas las prácticas, todas las sectas, son la cultura maisntream, mientras que el otro discurso es el la cultura de la contracorriente, es el salmón nadando río arriba, solo, sin medios, sin maquinaria, sin empresarios, sin aliados, exceptos la buena voluntad de la gente que aspira a un mundo mejor.
Algunos “blanquistas” se victimizan al afirmar que “están criminalizando el voto en blanco”. No, yo no creo que nadie crea que ellos, algunos del blanco, sean unos criminales. Sin embargo, sí creo que algunos están “condenando” el país a lo peor de una historia que se repite en círculos o espirales o como quieran verlo, pero que al fin y al cabo termina por repetirse. Los cabecillas o líderes espirituales de la secta del blanco, Jorge Enrique Robledo, por ejemplo, no tienen nada que perder. Como senador los escándalos de corrupción le dará material de trabajo para sus debates, pero al final no cambia nada, porque cuando pudo hacerlo acudió al tazón de Poncio Pilatos, nos lavamos la manos. Claro, y algunos seguidores que hasta cierto punto se han vuelto acríticos creen que hacen la gran resistencia. Pues no, ellos no son ningunos adinerados y las decisiones de un mal gobierno también caerán sobre ellos, pues seguirán siendo los eternos ciudadanos siguiendo un caudillo tan politiquero como todo lo que critica.
Para poner un ejemplo sobre lo contradictorio que se puede llegar a ser: les dicen que van a liquidar Icetex y les van a condonar las deudas. Sin embargo, ellos (algunos) prefieren seguir hipotecados a ese banco del Estado porque su líder dijo que votaran en blanco. Mientras tanto la corrupción de los últimos gobiernos, de Uribe y Santos, se repartió 57 billones de pesos en “mermelada”. Cuánto podría hacerse por la educación pública con ese dinero, por la salud, la investigación.
Algunos blanquistas siguen aferrados a su decisión personalista, su “yo”: “yo” voto en blanco porque ninguna opción “me” representa. Así, con ese carácter individualista permiten que se queden los mismos de siempre en el poder, porque es que a ellos nada les sirve: ni mejorar la educación ni la salud en las EPS ni las energías limpias ni la paz ni el ecologismo ni las políticas de inclusión de la diversidad de género ni las negritudes ni los indígenas ni la equidad salarial ni nada. Para algunos blanquistas hay que diseñarles un menú especial: ¿qué debe contener? ¿Cuál es su entrada? ¿Cuál es su plato fuerte? En fin, entonces ahora van a dejar que la corrupción se suba a gobernar y luego van a pretender salir a votar la “consulta anticorrupción”. ¿De verdad? Creen que los corruptos en el poder van a dejar que esa consulta prospere, si desde hace un par de meses ya la vienen desprestigiando, diciendo que es un engaño, que se reduce sólo al salario de los congresistas, que es anti técnica, innecesaria. Los invito a leer un poco más y a no repetir el estribillo del jefe Pluma Blanca que no tiene las necesidades ni de usted ni de su comunidad. Créanme, Enrique Robledo gana muy bien y tiene con qué vivir bien el resto de su vida, pero por ahí veo a mucho blanco de EPS en EPS, de TransMilenio en TransMilenio, de trancón en trancón, de banco en banco.
Da lágrima que a uno lo inviten a pensar un mundo posible, mejor, y que la gente le apueste a un mundo de pesadilla, porque el absurdo los llevó a repetir: “nadie me representa”. Sálganse un momento de su egocentrismo, de su idolatría a las ideas del Pluma Blanca, piense por un instante en los otros, y en usted, pero de verdad. No le imponga la guerra a las víctimas del conflicto, muchos de los blanquistas no son víctimas de la violencia directa, solo la han visto por televisión; no le imponga la corrupción al país, ese es un mal que hay que erradicar culturalmente. Para finalizar, no es como dice el Pluma Blanca, que es que ganar en segunda vuelta es una responsabilidad de cada candidato. Oh, claro, todo eso sería tan fácil si este fuera un país en el que no hubiese: fraude electoral, maquinarias políticas, manipulación mediática, abstencionismo, analfabetismo, alfabetismo funcional. Qué fácil es evadir la responsabilidad política con evasivas. Sin embargo, muy bien por los amigos blancos que pudieron entender el momento histórico que les exigía su tiempo, que se volvieron contemporáneos porque pudieron activar sus off cells para ver en la oscuridad. A los otros, solo para algunos blanquistas ¡En el tazón de Poncio Pilatos veo sus rostros!