El caldo de cultivo del acoso laboral, escolar y sexual son las relaciones autoritarias, porque el acoso es la negación del derecho del otro. Según en qué escenario este tenga lugar, pueden identificarse roles de autoridad abusiva, así como roles de sumisión.
Para superar la cultura del abuso están los escenarios democráticos en que se deciden colectivamente los objetivos de interacción, así como las reglas de juego, los mecanismos y criterios de evaluación. En democracia todos los sujetos de la relación son "yo" en construcción, comprometidos con la realidad que determinan.
Por esta razón, la educación primaria, básica, media, técnica y universitaria está llamada a incorporar las prácticas democráticas y a formar para ella, siendo este modo de relación el mecanismo fundamental para evitar y superar actuaciones abusivas.
En los escenarios pedagógicos pueden reconocerse tres momentos clave en los que el docente puede dar ejemplo de relación democrática. El primero es el momento de presentar, debatir y reformular el programa de estudios del curso, porque allí se definen los objetivos de las relaciones humanas que tiene lugar en el aula de clase.
Un segundo escenario son las clases mismas, en dónde el docente tiene la oportunidad de reconfigurar los tiempos de uso de la palabra, así como el respeto a la participación, más o menos exacta, más o menos pertinente, pero siempre válida; una voz en la que retumban ecos reveladores de una época y un lugar.
Y un tercer escenario, fundamental para la construcción de democracia en el aula, es el momento de la evaluación. Porque si hacemos memoria, podemos observar cómo en situaciones de evaluación es cuando las y los profesores pueden, con más herramientas, hacer uso desmedido de su autoridad vulnerando la emocionalidad o incluso el cuerpo de sus estudiantes.
Entonces hay al menos tres momentos en que los profesores pueden, aún sosteniendo su lugar de autoridad, e incluso reafirmándolo, democratizar su púlpito enseñando lecciones de respeto a sus estudiantes.