Tienes que saber que ya no es una bebé, de hecho, dejó de serlo hace mucho. Aunque te cueste asumirlo, debes entenderlo.
La niña que antes corría descalza por la casa despeinada, pidiéndote abrazos, está corriendo ahora detrás de sus sueños y de lo que quiere para su futuro. Independientemente de si es bueno o malo, ella simplemente está corriendo hacia lo que considera su felicidad.
Es una millennial empoderada, amante de los retos y con ganas de crecer. Ella valora lo que has hecho por su vida, la formación que le ofreciste, los abrazos que le diste, los consejos y las secadas de lágrimas luego de alguna ruptura amorosa.
Ella valora que sigas siendo su héroe, porque, aunque con los años crezca y la sigas viendo como una bebé, ella está dispuesta a seguir necesitándote, porque ve en ti esa fuerza que la identifica. Ella se siente fuerte con tu amor.
Es rebelde, sí, porque es sigilosa a su manera en el cumplimiento de sus sueños. A veces crees que no camina, pero corre a su manera, a su paso millennial y con la creatividad que caracteriza a esta nueva generación.
Es segura de sí misma. Papá, ya hiciste tu trabajo. Es hora de que la chiquilla de 22 años pueda tomar sus propias decisiones, buenas o malas, harán eco en su futuro. Tienes derecho a ver por la ventana y a sugerir desde allí lo que pienses, pero no a involucrarte, recuerda que ya tú tuviste tus 22.
Ama en libertad. No oculta sus gustos, algunos de ellos exóticos, comunica y vive su sexualidad a plenitud. No le teme a las consecuencias, porque funcionando o no será una gran oportunidad de aprendizaje.
Se exige a sí misma, porque así se lo enseñaste. Quiere un buen trabajo, con el que se sienta realizada y potencializando su pasión. Se esmera por encontrar un buen compañero de viaje, uno que la llene plenamente, por eso quizás notas que aún no se estabiliza con nadie, porque quiere asegurarse de tomar lo mejor. Si llega a los 30 y no ha encontrado a nadie, papá, tranquilo, ella no pensará que la dejó el tren o es una quedada, no sufre de esos prejuicios.
Ella tiene veintitantos y mira la vida con ilusión y con los pies en la tierra, tal y como le enseñaste. Ella está caminando hacia su felicidad, por sí misma, con esfuerzo y mucho amor.