Jorge Mario es el nombre con el que Mario José Bergoglio y Regina María Sívori decidieron llamar al mayor de sus 5 hijos. El 17 de diciembre de 1936, en el barrio porteño de Flores, nació el personaje que actualmente lleva las riendas de la institución más perversa que ha tenido la humanidad a lo largo de su historia: La Iglesia Católica.
Y, justamente, por nacer en una familia con tan fuerte tradición cristiana, sus padres decidieron llevar a cabo el bautizo del pequeño Jorge Mario el día en el que había nacido Jesucristo, en una ceremonia litúrgica que tomó lugar en la Basílica María Auxiliadora y San Carlos, ubicada en el barrio de mis amores en la ciudad de la furia: Almagro. Un barrio donde, quienes hemos vivido en él, sabemos que la figura más importante es Carlos Gardel, no Bergoglio. Por suerte.
El joven Bergoglio terminó su formación secundaria recibiendo el título de Técnico Químico; por eso trabajó durante algún tiempo en el sector industrial. Pero a fines de la década del 50 decidió ingresar a la Compañía de Jesús del seminario ubicado en Villa Devoto donde recibió formación en historia, literatura, griego y latín. Aunque, sinceramente, pienso que lo que más aprendió allí fue a actuar. No en vano este señor es, hoy por hoy, el mejor actor del planeta. Pero volviendo a la vida de Bergoglio es importante remarcar que, en 1966, ingresó a la agrupación juvenil peronista Guardia de Hierro, de la que hizo parte incluso hasta el 13 de diciembre de 1969 cuando fue ordenado sacerdote.
Tras un viaje a España, en 1973, Jorge Mario fue nombrado provincial de los jesuitas argentinos. Su carrera empezaba a ascender. Él sabía de que quería vivir: del verso. En ese momento mostró que la corrupción lo posee. Le pidieron que hiciera una transferencia en cuanto a la administración de la Universidad del Salvador (de la cual había sido director espiritual) a un grupo de laicos, y ¿Pueden adivinar a quién les dio las riendas de la Universidad? Sí, a sus compinches de la agrupación política a la que perteneció (Guardia de Hierro). El papa que ahora parece orinar agua bendita, hace más de 4 décadas ya pertenecía a esa población de corruptos que tanto daño le han hecho al mundo.
En 1976, año en que surgió la sangrienta dictadura argentina que se extendió hasta 1983, Bergoglio todavía era provincial jesuita y fue acusado de participar en el secuestro de dos sacerdotes de su orden: Orlando Yorio y Francisco Jálics. Sobre este hecho habla el escritor Emilio Mignone en su libro "Iglesia y Dictadura". Pero, como suele suceder en América Latina, todo quedó así. No se supo nunca si Jorge Mario tuvo o no una participación directa en el secuestro de los curas. Un par de décadas después y tras llegar a la cumbre de la Iglesia en la Argentina, Bergoglio fue nombrado cardenal por san Juan Pablo II. Por eso, entre 2005 y 2011, fue presidente durante dos períodos de la Conferencia Episcopal Argentina, de la cual (como Uribe) no quería soltar su timón, pero se lo impidieron los estatutos. Bergoglio quería ser reelecto, una vez más, pero no lo logró.
Pero esos años, por supuesto, no fueron malos para el hincha de San Lorenzo de Almagro. En el cónclave del 2005, tras la muerte del polaco que mandaba en la Iglesia, se dice que Bergoglio ocupó el segundo lugar en las votaciones que terminaron llevando al pontificado a Joseph Ratzinger, alias Benedicto XVI, quien fue jefe de Estado del Vaticano hasta el año pasado. Ahí fue cuando la Iglesia se dio cuenta que debía elegir a un papa sudamericano y el 13 de marzo del 2013 Bergoglio se convirtió en Francisco I.
En pleno 2014 Francisco está cumpliendo con lo que quería la perversa institución afincada en El Vaticano. Millones de sudamericanos le creen su discurso de humildad y amor que, indudablemente, no es más que una nueva puesta en escena del ex arzobispo de Buenos Aires. Ahora se dedica a bendecir a loa homosexuales alrededor del mundo. Y ahí es cuando yo me pregunto ¿Será que un par de bendiciones del actor porteño reviven a los homosexuales que quemó la Iglesia hace apenas siglos? ¿Será que con sus palabras va a borrar las décadas de persecución que vivió esa comunidad a manos de los seguidores de Cristo? Pues si es así, que Santos y Uribe empiecen a llenar de bendiciones a las víctimas de los falsos positivos, a ver si así le quitan ese dolor eterno a los familiares que no paran de llorar hace años.
Bergoglio es potenciado por las grandes cadenas periodísticas del mundo. A donde quiera que va a hacer muestra de su talento como actor, centenares de cámaras y micrófonos siguen sus pasos. Y es que así funciona: lo graban, lo editan y lo publican en CNN, y los inocentes sudamericanos creen que este es un papa bueno. Somos tan inocentes para unas cosas y para otras no que damos lástima. Ahora, seguramente, muchos van a salir a decir que esto es una blasfemia. Y los entiendo, parece que el sumo pontífice orinara agua bendita, mientras una persona como yo, difícilmente, puede llegar a cagar verdades.
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