Paola siempre se había quedado en La Sierra, las montañas del norte del Caquetá, y nunca había salido de ese departamento. Con el acuerdo para el desarme de la guerrilla y su conversión en partido político, comenzó a pensar en su nueva vida: una pareja, un trabajo, y después sí un hijo. Pero se le presentó una oportunidad que no pudo rechazar: conocer otro departamento. Las FARC le ofreció ser parte del grupo que se entrenaría para ser escoltas de la Unidad Nacional de Protección. Ahora está en Facatativá, tuvo que rebuscar ropa de frío y no ha podido dejar de tener gripa. Esta fue la vida de Paola en las FARC.