Nunca comento vainas que tengan que ver con farándula o cantantes de moda, de hecho últimamente no comento nada en las redes sociales, o porque los temas no tienen sustancia o porque los debates son muy pobres, pero sobre todo porque al final no sale nada bueno de ese tipo de intercambio, es decir, no sirve pa na.
La investigadora
Sin embargo, el otro día, en una página de Facebook llamada 'Colombia.com, la página que une a los colombianos', me llamó la atención una nota que hablaba sobre la investigación con la que una periodista llamada Paola Herrera había sacado a la luz nada menos que el robo de los 70.000 millones de pesos del Ministerio de las TIC y Centros Poblados, del que tanto se ha hablado y que acabó con la salida de la mismísima ministra Abudinen. No obstante, la nota en esta página farandulera estaba enfocada no en destacar el trabajo de la periodista, sino en hablar de una cantante de reguetón, que al parecer es muy famosa y tiene mucho dinero, que en un gesto de agradecimiento y admiración con el trabajo de la periodista le ofreció entradas gratis para su próximo concierto en Medellín.
Chocante
El gesto generó muchas simpatías entre el ejército de admiradores de esta cantante, y fue muy agradecido por la misma periodista Herrera, que publicó en sus redes orgullosamente lo que la cantante había hecho por ella. Entonces sentí un pequeños break, algo me chocaba en el hecho de que a esta chica tan perspicaz e inteligente para haber podido tirar del ovillo y desentrañar semejante estafa tuviera gusto o inclinación por la música o como se llame lo que hace la cantante Karol G.
Sentí cierta frustración interior, tonta e inexplicable, y así lo expresé dejándome vencer por la tentación de comentar. “Un gran trabajo de investigación de la periodista Paola Herrera, pero no es coherente con tan pobre gusto musical”.
Fue poner el punto final y recibir un torrente de insultos, descalificaciones, burlas, amenazas, en fin. Pero no fue un comentario a la ligera del todo, me tomé el trabajo de escuchar un par de canciones de la tal Karol G para poder opinar y por simple curiosidad de conocer quién era el objeto de admiración de la simpática periodista. Lo que pude oír, ver y leer (las letras de las canciones) no solo no me gustó, sino que me pareció un gran insulto a la música, y un ataque directo a la mujer, un guiño al porno, y, en su conjunto, en pésimo producto musical. Qué pena la cultura, la música y los valores estéticos nauseabundos que tendrán que sufrir las generaciones que se están levantando. Menos mal estoy inmunizado por la ruptura generacional. Lo que fue fue. Cada uno con lo suyo.